Moderando el medio ambiente
El n¨²mero de EL PAIS del 25 de septiembre inserta una cr¨®nica del enviado especial del diario Benigno Varillas que da cuenta de la sesi¨®n final del coloquio sobre ?Calidad de la vida y medio ambiente?, que acaba de celebrarse en Bilbao, en la Universidad de Deusto, y en el cual he desempe?ado las funciones de moderador. Me permito por ello hacer, ala cr¨®nica del se?or Varillas, los siguientes comentarios:Me parece exagerado afirmar que el profesor Beckerman defendi¨® ?el desarrollo industrial a toda costa, sin darle importancia a la destrucci¨®n del medio ambiente, a la contaminaci¨®n o a la escasez de recursos?. Lo que sostuvo este Ponente es que la preservaci¨®n del medio ambiente y la lucha contra la contaminaci¨®n son compatibles con el desarrollo econ¨®mico; aunque, en la defensa decidida que hizo de este ¨²ltimo, descuid¨® un tanto el problema de la escasez de recursos.
Es absolutamente cierto que el doctor Hueting, ?sin poder contenerse, interpel¨® (al profesor Beckerman) desde su asiento, rompiendo de esta manera las normas de juego?; pero la verdad es que ello no produjo ning¨²n ?momento de confusi¨®n?, pues yo no vacil¨¦ en autorizar al doctor Hueting el uso del micr¨®fono, teniendo en cuenta su calidad de ponente (como muy bien subraya el corresponsal). A prop¨®sito de la contradicci¨®n ¨¹ e que fue objeto Beckerman, creo interesante a?adir que, si el profesor Commoner ?se levant¨® de su asiento y subi¨® al estrado?, fue porque, al ver que Beckerman le alud¨ªa en su ponencia, yo le mand¨¦ un recado pregunt¨¢ndole si no quer¨ªa subir al estrado para res ponder a las alusiones, entendiendo que ten¨ªa derecho a ello. El propio Commoner, al tomar la palabra, dijo que lo hac¨ªa por invitaci¨®n m¨ªa.
La afirmaci¨®n de que el profesor Beekerman fue ?ampliamente aplaudido por los numerosos empresarios que pr¨¢cticamente llenaban la sala? requiere una puntualizaci¨®n. Ya que, si fueron muchos los aplausos que recibi¨® este ponente, no fueron menos, y hasta duraron algo m¨¢s, los que recibieron Commoner y Hueting cuando contradijeron sus puntos de vista. Lo que ocurri¨® fue que los empresarios -que constitu¨ªan la mayor¨ªa del auditorio- parec¨ªan estar lejos de tomar partido un¨¢nimemente: muchos de ellos aplaudieron a los tres oradores, mientras que otros o bien aplaudieron s¨®lo a Beekerman, o bien solamente a sus contradictores, y parecida divisi¨®n de opiniones pude observar entre los dem¨¢s asistentes -intelectuales, pol¨ªticos, sindicalistas, periodistas y otros-, aunque estaba claro que la mayor¨ªa de ¨¦stos apoyaba con m¨¢s calor las tesis de Commoner y de Hueting.
Es de agradecer la Inserci¨®n en la cr¨®nica del comunicado de los doce asistentes, del que he tenido conocimiento gracias a EL PAIS, lamentando que su nota no hubiese llegado a mis manos antes del final del coloquio, pues creo que contiene elementos interesantes que (dejando de lado el tono, demag¨®gico y poco exacto, de su redacci¨®n) habr¨ªan enriquecido el coloquio con un nuevo punto de vista y, probablemente, habr¨ªan permitido aclarar varios extremos de inter¨¦s, sobre todo con vistas a la acci¨®n futura.
Es, sobre todo, de agradecer en lo que personalmente me concierne, la apreciaci¨®n del se?or Varillas, de que las conclusiones que le¨ª al final del coloquio ?recog¨ªan con perfecci¨®n lo que hab¨ªa sido el desarrollo de las jornadas?. El escaso tiempo que tuve para redactarlas y la imposibilidad de resumir en pocas l¨ªneas la gran riqueza de ideas y de sugerencias pr¨¢cticas, expuestas a lo largo de las sesiones, me hace temer que esa ?perfecci¨®n? sea, de todas las apreciaciones que formula su corresponsal, la ¨²nica que merece ser tachada de gravemente inexacta.
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