Las funciones del Senado
LA IMPOSIBILIDAD de cubrir la mayor¨ªa de dos tercios en el Senado, pese al acuerdo previo entre UCD y PSOE al respecto, para aproba en tr¨¢mite de urgencia la ley de Relaciones entre las Cortes y el Gobierno, ya pasada por el Congreso, ha puesto de relieve el potencial de fricciones, desajustes y bloqueos que encierra nuestro sistema parlamentario.Ya en el momento de hacerse p¨²blica la ley para la Reforma Pol¨ªtica fueron muchas las voces sensatas que se alzaron contra el extra?o dise?o de un sistema bicameral que atribu¨ªa iguales competencias legislativas al Congreso y al Senado, diferenciados tan s¨®lo por los distintos criterios empleados para la elecci¨®n de sus miembros. Aparte de la considerable dosis de inexperiencia y arbitrismo impl¨ªcitos en la f¨®rmula, hab¨ªa poderosos motivos de orden estrictamente pol¨ªtico que pueden esgrimir como atenuantes los autores del dislate. En la disputa dentro de las Cortes org¨¢nicas, tal vez la ¨²nica manera de conseguir la aceptaci¨®n, aun a rega?adientes, de los neofranquistas al proyecto fue aceptar la equiparaci¨®n entre las dos C¨¢maras. Luego, el empe?o de Alianza Popular en imponer el sistema mayoritario en la equivocada creencia que le resultar¨ªa electoralmente propicio. termin¨® con la f¨®rmula negociada de que s¨®lo el Senado fuera elegido mediante ese criterio. Como luego demostrar¨ªan las urnas, las esperanzas de AP carec¨ªan de base y la C¨¢mara Alta fue copada por UCD, PSOE, Entessa dels Catalans y los autonomistas vascos; pero de haber acertado los neofranquistas en sus vaticinios. un Senado con mayor¨ªa de Alianza Popular y un Congreso con mayor¨ªa UCD hubieran dado como resultado un Parlamento inviable.
En cualquier caso, y aun siendo la C¨¢mara Alta no muy diferente en su composici¨®n a la C¨¢mara Baja, un sistema hicameral como el actual carece de futuro. Si las mayor¨ªas son semejantes, el Senado es una duplicaci¨®n in¨²til del Congreso; y si son sensiblemente diferentes, las Cortes pueden quedar bloqueadas. No parece que el sistema unicameral goce de muchas simpat¨ªas en la ponencia que actuainiente trabaja sobre la futura Constituci¨®n. Aun as¨ª, la conservaci¨®n del Senado dif¨ªcilmente ser¨ªa viable sin cambiar profundamente sus supuestos, tanto en lo que se refiere a la forma de elegir a sus miembros como en lo que respecta a sus funciones y competencias. Lo m¨¢s probable es que termine por imponerse un Senado que sea fundamentalmente una C¨¢mara de las nacionalidades hist¨®ricas y de las regiones, con competencia legislativa limitada a cuestiones de ¨¢mbito propiamente territorial.
Pero, entre tanto, el actual Senado debe conseguir su puesto al sol tomando en consideraci¨®n las limitaciones de hecho que la actual composici¨®n de las Cortes comporta. Ha de resignarse a aceptar que su papel es secundario en el trabajo legislativo; y tambi¨¦n a que el protagonismo pol¨ªtico corresponde al Congreso, donde los partidos est¨¢n representados por criterios de proporcionalidad y han enviado a sus l¨ªderes. Esto puede ser bueno o malo, deseable o censurable. Pero es un hecho. Dado que UCD y PSOE tienen una presencia mayoritaria en el Senado y que sus parlamentarios est¨¢n sometidos a la disciplina de partido, resultar¨ªa una absurda traba para la celeridad y eficacia del procedimiento legislativo que repitieran, con mejores o peor¨¦s palabras, los mismos argumentos ya escuchados en el Congreso a prop¨®sito de cada proyecto. Bien es verdad que en la C¨¢mara Alta hay representantes -como el se?or Villar Arregui, de Izquierda Democr¨¢tica, y el se?or Satr¨²stegui, de Alianza Liberal- de grupos que carecen de esca?os en el Congreso. Y tambi¨¦n que entre los senadores de designaci¨®n real hay personas de significada talla intelectual o corporativa que pueden aportar interesantes contribuciones a los debates aunque no hayan recibido mandato de los electores. No tendr¨ªa sentido, sin embargo, fomentar una especie de ?patriotismo senatorial?, entre otras cosas porque la C¨¢mara Alta, tal y como est¨¢ constituida, s¨®lo tendr¨¢ de com¨²n el nombre con la que perfile para el futuro la nueva Constituci¨®n.
Las proposiciones no de ley, como las aprobadas la pasada semana, pueden ser uno de los caminos a seguir en la actividad senatorial. Mayor inter¨¦s podr¨ªa tener que la C¨¢mara Alta encauzara sus trabajos hacia la formaci¨®n de comisiones de encuesta sobre los grandes temas de la vida p¨²blica, desde la corrupci¨®n administrativa hasta la correcci¨®n de los abusos de poder. E incluso hay temas, relacionados con problemas territoriales, que podr¨ªan preludiar las funciones de un futuro Senado de nacionalidades y regiones. Por ejemplo, una comisi¨®n de encuesta sobre los trasvases del Tajo-Segura y del Ebro o sobre la localizaci¨®n de las centrales nucleares.
En cualquier caso, parece indudable que los senadores de UCD y PSOE no deber¨ªan ofrecer de nuevo a la opi ni¨®n p¨²blica y a sus electores el espect¨¢culo nada edifi cante de la pasada semana. Las contradicciones entre su orgullo como senadores y su modestia como miembros de un partido debe resolverse en el sentido de una mayor agilidad y eficacia de la vida parlamentaria.
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