Do?a Celia y do?a Victoria
Do?a Celia G¨¢mez y do?a Victoria Kent van a dar ejemplo al pa¨ªs fundi¨¦ndose en un abrazo, porque Celia G¨¢mez hizo popular a la Kent enel chotis del Pichi, y ya se sabe que la gloria, en Espa?a, siempre es un chotis. que se bailan los acad¨¦micos con las tanguistas en las Vistillas de la Historia, orilla del Viaducto, que por eso hay que salvar el Viaducto y explicarle estas cosas a Arespacochaga, que es que no las sabe, el hombre Arespacochaga, como todo alcalde, cree que Madrid empieza con ¨¦l.Esas dos mujeres son las dos Espa?as, aunque do?a Celia sea americana de origen. Las mujeres siempre dan ejemplo, y de ¨¦stas concretamente debieran aprender los ex socios de Guerrero Burgos que se han dado de baja ante la conferencia de Carrillo. A los pol¨ªticos, como a los ni?os, les gusta que les cuenten el cuento que ya se saben, siempre el mismo, Caperucita o El gato con botas. Las conferencias, en Espa?a, se han dado siempre para convencidos, porque si entre el personal hay uno que no est¨¢ convencido, en seguida se levanta a preguntar:
-?Hay controversia?
Y la controversia consiste en que le da con la garrota al disertante. En cambio, Celia G¨¢mez y Victoria Kent van a encontrarse un d¨ªa de ¨¦stos y todos vamos a olvidar que la G¨¢mez cant¨® el No pasar¨¢n franquista. Vale la pena olvidarlo, porque antes de eso y antes de la guerra, ella hab¨ªa estrenado Mujeres de papel y tra¨ªdo el destape a una Espa?a de mant¨®n de Manila.
Despu¨¦s de la guerra, con una visi¨®n hist¨®rica propia de Carrero Blanco, Celia G¨¢mez dijo aquello de:
-Quiero hacer un tipo de revista que guste a las se?oras.
A las se?oras de los ministros, claro. Y estren¨® Yola, que perfumar¨ªa la Espa?a negra de los cuarenta y tantos con el estribillo de Siento renacer mi amor por ti al saber que volver¨¢s, Do?a Victoria Kent, que ten¨ªa una boina ladeada de entreguerras y un pelo endrino (ser estilista, entonces, era escribir cosas como endrino), se fue al exilio a redactar la revista Ib¨¦rica, con Madariaga, y una vez que hice un art¨ªculo sobre ella me envi¨® una carta que fue y es para m¨ª un relicario republicano.
Do?a Celia y do?a Victoria fueron dos mujeres m¨ªticas para los ni?os de postguerra. A do?a Celia hab¨ªa que verlelos muslos y a do?a Victoria hab¨ªa que leerle los discursos. Pero los muslos,de Celia G¨¢mez eran para mayores con reparos y de los discursos de Victoria Kent no sab¨ªamos ni que exist¨ªan. En la censura de espect¨¢cul¨®s por colores que se hac¨ªa en mi parroquia, encima de la pila de agua bendita, los revistones de Celia G¨¢mez ven¨ªan con el rojo m¨¢s infernal, y eso que ella hab¨ªa cantado, como digo, el Ya hemos pasao, y se habla inventado la revista decente para se?oras de derechas, una especie de democracia, cristiana del music-hall.
Do?a Victoria Kent ni siquiera ven¨ªa en la censura de espect¨¢culos de mi parroquia. El R¨¦gimen se permit¨ªa sus propios pecados, que formaban parte del sistema y que eran Celia G¨¢rnez, Pasapoga y Chicote. Como el infierno existe en la teolog¨ªa con igual entidad que el cielo. Do?a Victoria Kent ni siquiera exist¨ªa para los te¨®logos de Franco. Como a uno siempre le ha urgido m¨¢s el coraz¨®n que la pol¨ªtica, con el primer dinero del estraperlo nos fuimos a ver las piernas de Yola y La blanca doble, y no precisamente las de Celia G¨¢mez, sino las piernas de las vicetiples, porque lo bueno del revist¨®n es descubrir una vicetiple in¨¦dita y l¨ªrica, una verdadera ninfa en el bosque de los desnudos.
De do?a Victoria Kent supimos un poco m¨¢s tarde, comprando sus cosas, no ya con el dinero del estraperlo, sino con la paga del 18 de julio, por vengarnos de aquel dinero y su s¨ªmbolo, por invertirlo patri¨®ticamente, digamos. Hoy las ,dos est¨¢n ah¨ª, aqu¨ª, m¨¢s all¨¢ del tiempo, y si se dan ese abrazo de las dos Espa?as -No pasar¨¢n y Ya hemos pasao-, hay que llevarlas al Club Siglo XXI a dar una conferencia, una presentada por la otra, a ver cu¨¢ntos socios se dan de baja. Despu¨¦s de haber montado el n¨²mero con Carrillo de ¨¢gil y Fraga de portor, como dicen en el trapecio, Guerrero Burgos puede montar ya los n¨²meros de trapecio que le d¨¦ la gana.
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