La Orquesta Sinf¨®nica de Bamberg
La visita de los grandes solistas y las orquestas extranjeras de prestigio enriquecen el clima musical de una ciudad que no quiera entregarse a ninguna clase de provincianismo. Una manera de practicar tal concepto, como vicio da?ino y anta?¨®n, es la de refutar cuanto no sean las tres, cuatro o seis mejores agrupaciones sinf¨®nicas del mundo. Soy partidario decidido, entonces, de recibir a orquestas que, en distinto grado, pueden ense?ar algo, aparte la conveniencia de mantener al p¨²blico informado por v¨ªa directa y en contacto con el mundo exterior. Nadie negar¨¢ calidad, en diverso grado, a las formaciones de Utah, Bamberg o Brno, cuya actuaci¨®n se anuncia. Otra cosa es la falta de planificaci¨®n que venimos padeciendo desde hace muchos a?os, en la que incluimos escasez de informaci¨®n, sea causa de que el Real no se llene para un espl¨¦ndido concierto, como fue el de la Orquesta de Bamberg.
Teatro Real
Orquesta Sinfi¨®nica de Bamberg.Director: Z. Macal. Obras de Strauss, Hindemith y Beethoven. 24 de octubre.
No hace falta descubrirla, Todo el mundo sabe que se trata de. una de las buenas, muy buenas, orquestas de Alemania. Lo que se evidenci¨® en todos los aspectos, desde la calidad sonora colectiva hasta el m¨¦rito individual, desde el sonido tenso empleado para la s¨¦ptima de Beethoven hasta la virtuosidad extremada que luci¨® en Lohengrin o la Danza 15.?, de Dvorak.
Dirigi¨® Zdnek Macal, un maestro que nos ha visitado con frecuencia en los conciertos de la Nacional y que posee evidentes condiciones: las que le han permitido acceder a la titularidad de un conjunto de tan evidente categor¨ªa. Si las Metamorfosis- Weber, de Hindemith encontraron en Macal y la. orquesta traductores de gran vivacidad, capaces de mostrar con meridiana claridad toda la riqueza contrapunt¨ªstica y la facilidad de conducci¨®n de la escritura hindemithiana, lo m¨¢s interesante para m¨ª fue la versi¨®n de Beethoven. La concepci¨®n de Macal sigue la l¨ªnea de los grandes maestros. Nada de excesos de velocidad en busca de una falsa brillantez. Los tiempos se eligieron por el maestro con el tino necesario para que se escuche todo lo que hay que escuchar. Y el primer movimiento, por ejemplo, cuya figuraci¨®n r¨ªtmica alcanza tantas y tan min¨²sculas diferen clas, s¨®lo, puede entenderse si se expone con sosiego. La tensi¨®n viene dada por el juego de relaciones ag¨®gicas, por el mantenimiento de los crescendi en las voces interiores. Del mismo modo, en el tiempo final, no cabe claridad si se arrebata el tiempo con lo que las figuraciones se tornan confusas.
Por otra parte, a¨²n dividida en movimientos, la S¨¦ptima est¨¢ animada por una fuerza unitaria que se logra, m¨¢s que suprimiendo las pausas entre uno y otro tiempo, relacionando con justeza los pulsos. Una gran versi¨®n, en suma, que por s¨ª sola justificar¨ªa la visita de la Orquesta de Bamberg. S¨®lo un reparo ha de ponerse, m¨¢s extra?o en un director queconoce la sala del Real y sus defectos: la falta de equilibrio entre cuantos se sit¨²an al fondo de la escena (timbales y trompetas, sobre todo) y la masa de cuerda, situada en primer plano.
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