La temporada pasada cayeron quince millones de piezas
En Espa?a, 983.000 cazadores dieron muerte en la pasada temporada de caza a 150 urogallos, 4.343.000 aves acu¨¢ticas, 2.500 corzos, 14.000 jabal¨ªes, 2.500 rebecos, 21.800 ciervos y once millones de piezas de caza menor, ep¨ªgrafe bajo el cual se incluyen conejos, liebres, perdices y codornices.Todas las piezas fueron, cobradas con la respectiva licencia de Icona (Instituto para la Conservaci¨®n de la Naturaleza), tras el correspondiente pago de la cuota asignada a cada animal.
Sin embargo, los cazadores lo que pagan es por la destrucci¨®n de un bien com¨²n: la fauna espa?ola. Pagan por y para, ya que el importe de esas licencias ser¨¢ destinado a mantener floreciente la poblaci¨®n de las especies cineg¨¦ticas, eliminando a sus competidores, o sea, los depredadores, y de refil¨®n otras especies, como pueden ser las rapaces carro?eras que mueren al ingerir los alimentos envenenados con el fin de exterminar a los lobos, zorros o must¨¦lidos, por ejemplo.
La actuaci¨®n de los cazadores, sumada a la degradaci¨®n y reducci¨®n de las zonas naturales, a trav¨¦s de la tala de bosques o desecaci¨®n de zonas h¨²medas, entre otras actividades humanas, han provocado tales masacres entre las poblaciones de estos animales que la Administraci¨®n tuvo que establecer una lista de especies protegidas, entre las que se encuentran todas las aves de presa, el oso, el lince, el gato mont¨¦s, el armi?o, el meloncillo y la nutria, adem¨¢s de otras aves y reptiles.
Esta destrucci¨®n de la naturaleza solamente puede ser detenida con la creaci¨®n de espacios naturales protegidos y refugios de caza. Pero que mientras nuestra Administraci¨®n ha declarado protegidas apenas 100.000 hect¨¢reas de nuestro territorio nacional, y ello sin dotar de medios econ¨®micos suficientes al Icona para que este organismo pudiera llevar a la pr¨¢ctica esa pretendida protecci¨®n, han sido declaradas reservas nacionales de caza mill¨®n y medio de hect¨¢reas, a as que se suman veintiocho millones de hect¨¢reas de cotos privados, un mill¨®n de cotos locales y medio mill¨®n de hect¨¢reas de cotos sociales de caza.
El que la fauna es un bien com¨²n no abundante es evidente. Sin embargo, la ley de Caza de abril de 1970 art¨ªculo veintid¨®s, a¨²n dice: ?El cazador adquiere la propiedad de las piezas de caza mediante la ocupaci¨®n?, es decir, con su muerte o captura. Cualquier ciudadano puede -previa licencia- privar a los dem¨¢s de un bien com¨²n, como puede ser un urogallo, tras previo pago de 10.000 pesetas.
?Este criterio de tierra conquistada aplicado a las actividades cineg¨¦ticas tiene que desaparecer?, manifiestan un grupo de representantes del Movimiento Ecologista. ?La caza como producto espont¨¢neo ha pasado a la historia. All¨ª donde la naturaleza alcance un grado de virginidad como para albergar una floreciente poblaci¨®n de flora y fauna, debe declararse un espacio natural protegido, ya que estas zonas deben considerarse patrimonio de toda la humanidad y, por tanto, deben ser conservadas como tales.?
La caza como explotaci¨®n agraria
No se puede negar la realidad de la existencia de millares de personas que a¨²n reclaman la caza para divertirse, al igual que otros reclaman el boxeo. Si la Administraci¨®n acepta las exigencias de esa minor¨ªa (en Suiza se ha prohibido la caza tras una consulta popular), se tendr¨¢ que llegar a un sistema que prevea la producci¨®n y administraci¨®n de este producto, igual que se organiza cualquier otra explotaci¨®n agraria.
Los pa¨ªses socialistas, en la vanguardia de la conservaci¨®n de la naturaleza, han resuelto el problema, incorporando en los planes de producci¨®n de las comunas agr¨ªcolas, diversas especies de animales salvajes con fines cineg¨¦ticos. Esta producci¨®n, perfectamente compatible con los otros productos cl¨¢sicos del campo, es vendida a las asociaciones de cazadores, quienes la pagan de sus propios bolsillos.
Con este sistema los socialistas han logrado resolver diversos problemas. Por un lado, los parques nacionales aseguran la supervivencia de los habitats naturales; por otro, las zonas dedicadas a la agricultura aumentan su rentabilidad incorporando a su producci¨®n la cr¨ªa de especies salvajes para la caza, creando incluso toda una industria de huevos, pieles, trofeos, etc¨¦tera, alrededor de esta actividad.
Paralelamente con este sistema de producci¨®n, tanto estos pa¨ªses socialistas como la mayor¨ªa de los occidentales han establecido una selecci¨®n de los cazadores a trav¨¦s de la creaci¨®n de unos estudios previos, de hasta tres a?os de duraci¨®n, que finalizan con un examen de cuyo nivel da idea el hecho de que, en la Rep¨²blica Federal de Alemania un ministro de Agricultura se qued¨® sin su licencia para cazar por no haberlo superado.
En los pa¨ªses socialistas, tras superar el examen, se debe esperar turno hasta conseguir la licencia que deje vacante otro cazador, por fallecimiento o retirada de la licencia, ya que el n¨²mero de cazadores es proporcional al n¨²mero de piezas producidas por las comunas agrarias.
Proteger la naturaleza
La situaci¨®n de las 100.000 hect¨¢reas de espacios naturales protegidos en Espa?a es desoladora. Los respectivos Gobiernos de los ¨²ltimos a?os, declararon varios parques nacionales sobre el papel, pero no se dot¨® al organismo encargado de defenderlos de los medios econ¨®micos y legislativos necesarios. El Icona, blanco de numerosos ataques de los grupos ecologistas, ha sido y es un organismo maniatado desde su creaci¨®n por falta de presupuesto. Se le encomend¨® la protecci¨®n de parques nacionales cuyo territorio no es de la naci¨®n -como podr¨ªa deducirse de su nombre-, sino que pertenece a particulares. Por otro lado, en su ¨¢rea de actividades tambi¨¦n intervienen otros organismos, en ocasiones con proyectos contrarios a los de Icona.
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