Inquietud de la Marina de Guerra por las restricciones de presupuesto para el pr¨®ximo a?o
La reciente dimisi¨®n del almirante Carlos Buhigas como jefe del Estado Mayor de la Armada refleja una inquietud de la Marina de Guerra, causada por la forma en que los marinos consideran haber sido tratados por el Gobierno en sus dr¨¢sticos planes de limitaci¨®n presupuestaria. El proyecto de ley del presupuesto de 1978 ha penalizado a la Armada en m¨¢s de 1300 millones de pesetas sobre las previsiones de aumento ya pactadas y fijadas por leyes anteriores y otros acuerdos, y ha cercenado expectativas econ¨®micas por otros 1.900 millones por lo menos.
La Marina se?ala, adem¨¢s, que estas restricciones se producen en un momento en que a¨²n sufre las consecuencias de dos devaluaciones en menos de a?o y medio y en medio de un alza en flecha de los costos de material y producci¨®n. Se?ala, adem¨¢s, que las medidas restrictivas tomadas son perjudiciales para un sector prometedor de la industria, la construcci¨®n de naves de guerra para Espa?a y la exportaci¨®n.Aunque ¨¦stas no son las ¨²nicas razones que han influido en la decisi¨®n del almirante Buhigas, son quiz¨¢, las m¨¢s determinantes. El estado de ¨¢nimo de la Marina se refleja en el rumor, extendido por las guarniciones, de que la flota tendr¨¢ que reducir en un 70 % sus salidas a la mar.
Seg¨²n las cuentas del Estado Mayor de la Armada, las reducciones sobre las peticiones propias han sido de 1. 100 millones de pesetas en alimentaci¨®n y paga del soldado, cuatrocientos millones en combustible y unos cuatrocientos millones en dietas, billetes de tren y hospitalidades. En cuanto a la alimentaci¨®n y paga, el problema de la Marina es parecido al de otros ej¨¦rcitos. En el cap¨ªtulo de combustible, sin embargo, los marinos se?alan que la dotaci¨®n asignada ha retrocedido a los quinientos millones del a?o 1974. En los a?os siguientes, el Gobierno hab¨ªa autorizado cuatrocientos millones suplementarios anuales para cubrir los aumentos de precio del combustible. Este dinero, aseguran los marinos, ha sido suprimido ahora; la diferencia tendr¨¢ que ser detra¨ªda de las inversiones o, en otro caso, habr¨¢ que amarrar los buques.
El cap¨ªtulo de las inversiones en equipo, armamento y naves es el que aparece bajo luz m¨¢s cr¨ªtica, desde el punto de vista de la defensa. Las inversiones militares est¨¢n reguladas por la ley 32/7 1, que preve¨ªa la dotaci¨®n de inversiones que habr¨ªan de incrementarse en 19,2% anualmente. Para corregir el posible efecto desinversor de la inflaci¨®n, la ley preve¨ªa que a mitad de su vigencia deb¨ªa ser revisada. La revisi¨®n deb¨ªa haberse efectuado en 1975, pero en realidad no se ha efectuado sino a principios de 1977, a?adiendo casi 5.000 millones para los tres Ej¨¦rcitos, de los que 1.396 correspond¨ªan a la Marina, y estableciendo el crecimiento de las dotaciones en un 30% anual. Sin embargo, la ley del Presupuesto cancela este a?o el aumento del 30%, dejando los aumentos en el conocido techo del 22%, pero quitando el piso de 1.396 millones para el c¨¢lculo de los futuros aumentos.
Otro cap¨ªtulo en que la Marina se siente perjudicada es el de las devaluaciones. Los cr¨¦ditos a la Marina concedidos por Estados Unidos en virtud del acuerdo de amistad y cooperaci¨®n, importan doscientos millones de d¨®lares; la devaluaci¨®n ¨²ltima ha supuesto una p¨¦rdida de m¨¢s de 3.000 millones de pesetas. Cuando la devaluaci¨®n del 67, el Gobierno se hizo cargo de las p¨¦rdidas sufridas en los cr¨¦ditos; actualmente s¨®lo ha asumido el 50%. Mayores consecuencias tiene la devaluaci¨®n en el sector de importaciones de equipo para naves y bases de la Marina: unos 9.000 millones.
Hacienda explica
El punto de vista de Hacienda difiere sustancialmente de esta visi¨®n. Las fuentes consultadas afirman que las reducciones sufridas por las Fuerzas Armadas no son p¨¦rdidas, sino, simplemente se aplicar¨¢ en los seis a?os Aunque el aumento del 30% en las previsiones de la ley 32/71 no se ha aplicado este a?o, ese aumento se aplicar¨¢ en los seis a?os pr¨®ximos. La ley misma prev¨¦ este tipo de situaciones, cuando autoriza anticipos de tesorer¨ªa, como podr¨ªan ser, por ejemplo, cr¨¦ditos a la Baz¨¢n sobre encargos de la Armada a excepto los 5.000 millones de rebaja presupuestaria que han correspondido a las Fuerzas armadas, todos los dem¨¢s acuerdos, afirman esas fuentes, han sido mantenidos; la misma dotaci¨®n para combustible, de hecho, est¨¢ incorporada al 30% de aumento sobre las previsiones de la ley 32/7 1.El problema, pues, es evidente: las inversiones militares se dilatan en el tiempo, incorporando una previsible deriva de precios, que desfigura la planificaci¨®n de las inversiones y, en ¨²ltima instancia, hace d¨¦ la defensa una inc¨®gnita dif¨ªcil de despejar. La dimisi¨®n de Buhigas ha arrojado luz sobre un problema de falta de entendimiento entre las Fuerzas Armadas y el Gobierno. Es discutible el que esta peque?a crisis de confianza fuera de todo inevitable.
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