La Constituci¨®n como reglas del juego
Diputado del PSOE por Valladolid Miembro de la Ponencia Constitucional
El momento espa?ol, como sustituci¨®n del r¨¦gimen autoritario del general Franco por una organizaci¨®n pol¨ªtica democr¨¢tica, sobre todo tras las elecciones generales del 15 de junio, est¨¢ suponiendo una constante puesta en actualidad de la Constituci¨®n como principio organizador de la convivencia y como fundamento de los valores y de los principios generales del Ordenamiento jur¨ªdico que se quiere configurar. La reciente revelaci¨®n del primer borrador confeccionado por la ponencia constitucional ha popularizado a¨²n m¨¢s el problema, abriendo, quiz¨¢s prematuramente y sobre un texto todav¨ªa inmaduro, una pol¨¦mica pol¨ªtica y cient¨ªfica sobre el tema. A esta pol¨¦mica no podemos estar ajenos los socialistas, aunque esta primera intervenci¨®n la hago todav¨ªa m¨¢s como profesor que como diputado y miembro de la ponencia redactora del texto, aunque ambas condiciones est¨¦n entrelazadas y sean dif¨ªcilmente separables en mi persona.
El proceso de secularizaci¨®n y de racionalizaci¨®n del mundo moderno tiene en el aspecto jur¨ªdico-pol¨ªtico su manifestaci¨®n en el Constitucionalismo como lo tiene en el ¨¢mbito jur¨ªdico privado en la Codificaci¨®n. A trav¨¦s de un movimiento que se asume sistem¨¢ticamente a partir de las revoluciones americanas y francesa la idea de sistema, de organizaci¨®n total de los poderes del Estado y de los derechos de los ciudadanos en una norma suprema que se llama Constituci¨®n se abre paso progresivamente. La ideolog¨ªa liberal inspirar¨¢ estas primeras etapas del Constitucionalismo y a partir, sobre todo, de 1848 ¨¦ste se enriquecer¨¢ con la aportaci¨®n marxista a trav¨¦s del socialismo democr¨¢tico.
Precisamente por su car¨¢cter de norma de organizaci¨®n, de cauce para la participaci¨®n de los ciudadanos y de garant¨ªa de los derechos individuales, se propugna su aprobaci¨®n con el mayor consenso posible. Es producto de un pacto de los poderes reales, que por su cauce aceptan el compromiso de respetar sus reglas. El juego de la vida social se encauza as¨ª a trav¨¦s de la Constituci¨®n. Todos pueden obtener sus fines o al menos intentarlo a trav¨¦s de los procedimientos de organizaci¨®n de la libertad en que consiste la Constituci¨®n. Esta es la clave de la filosof¨ªa del Constitucionalismo, que supone la integraci¨®n, la exclusi¨®n de la ruptura de las reglas de juego, porque su propio planteamiento incluye v¨ªas para cambiarlas. Hoy en Europa est¨¢ generalmente aceptado este camino para la ordenaci¨®n de los conflictos y de las luchas, aunque ha costado muchos a?os hacer comprender a unos y a otros la ventaja de la seguridad y del saber a qu¨¦ atenerse que este planteamiento supone. En esta peculiar etapa espa?ola, quiz¨¢ la primera toma de conciencia seria es la de este compromiso de aceptaci¨®n y de renuncia que supone la democracia constitucional. Lo quiero todo, aqu¨ª y ahora, ilusi¨®n de los que tienen una prisa hist¨®rica total, es imposible si se acepta la idea de Constituci¨®n como reglas del juego, pero todos saben que pueden esperar alcanzar sus metas, o parte de ellas, si no se rompe el compromiso y su verdad tiene atractivo para convencer a la mayor¨ªa.
Y este compromiso no supone relegar las cr¨ªticas que se hicieron desde el marxismo al formalismo y a la insuficiencia de un cierto Constitucionalismo liberal, sino intentar modificarlo incorpor¨¢ndolas a otro m¨¢s actual. S¨ª supone, sin embargo, abandonar algunas perspectivas que gozaron de un cierto predicamento en el marxismo de signo leninista, como la idea de dictadura del proletariado o la ilusi¨®n, hoy hist¨®ricamente indemostrable, de que pod¨ªamos, en el reino de la libertad, donde manasen a chorro los manantiales de la riqueza colectiva, acabar con el Estado, y consiguiente m ente con la Constituci¨®n, para alcanzar la autonom¨ªa total.
Desde la perspectiva del socialismo democr¨¢tico que encarna el Partido Socialista Obrero Espa?ol hay que entender y, hacer entender a nuestros hombres que cuando el movimiento socialista se embarc¨® en la v¨ªa de la democracia pol¨ªtica ¨¦ste era un camino sin retomo. Desde dentro, los socialistas podemos construir unas reglas de juego constitucionales de democracia avanzada, en vez de democracia cl¨¢sica de signo liberal formal, y pensar desde esa plataforma construir en el futuro la sociedad socialista. Tambi¨¦n muchas veces tendremos que cerrar filas con dem¨®cratas no socialistas para defender sin m¨¢s el cauce, el camino en que consiste la Constituci¨®n, con la convicci¨®n de que lo peor para nosotros, mucho peor que andar despacio, es perder el camino y volver a la oscuridad del autoritarismo o del totalitarismo.
?Qu¨¦ queremos decir cuando hablamos de la Constituci¨®n como reglas de juego? ?Qu¨¦ contenido tiene hoy esa idea? Evidentemente no tiene el mismo sentido que en el siglo XIX. Precisamente por la influencia del socialismo democr¨¢tico que ha entrado en el interior del proceso, abandonando la est¨¦ril cr¨ªtica exterior que no puede enderezar los errores o las insuficiencias liberales, la Constituci¨®n puede ser hoy cauce de construcci¨®n de una democracia avanzada, a partir de la cual, y sin renunciar a la libertad pol¨ªtica, se puede alcanzar la sociedad socialista.
Con estas premisas podemos entender mejor las funciones que puede hoy cumplir la Constituci¨®n como reglas de juego y que son positivas y exigen un apoyo decidido de la izquierda real en Espa?a.
En el estudio preliminar a su recopilaci¨®n de Constituciones espa?ola y extranjeras (Madrid, Taurus, 1977) Jorge de Esteban se?ala las funciones legitimadora, organizativa, jur¨ªdica, pol¨ªtica y transformadora.
Por mi parte, prefiero hablar de las funciones legitimadora, de seguridad, de autonom¨ªa y participaci¨®n y de justicia, como principales perspectivas que la Constituci¨®n como reglas de juego debe abrir hoy a los ciudadanos en nuestro pa¨ªs.
A trav¨¦s de la funci¨®n legitimadora, la Constituci¨®n cumple su misi¨®n de justificaci¨®n y acredita que el r¨¦gimen pol¨ªtico es un r¨¦gimen moderno de libertad y de igualdad y homologa al pa¨ªs en el contexto de los dem¨¢s pa¨ªses democr¨¢ticos. Naturalmente que esta funci¨®n depende de la realidad de las tres posteriores, porque tambi¨¦n el Constitucionalismo puede ser la hoja de parra que intente cubrir las verg¨¹enzas autoritarias en muchos pa¨ªses. Si la Constituci¨®n, como desgraciadamente ocurre con frecuencia, no facilita la realizaci¨®n de las funciones de seguridad, de autonom¨ªa y participaci¨®n y de justicia no es m¨¢s que pura ret¨®rica que tampoco realizar¨¢ la funci¨®n de legitimaci¨®n.
La funci¨®n de seguridad es la m¨¢s tradicional de las funciones constitucionales y se comparte en las puramente liberales y en las que pretenden construir una democracia avanzada. A su trav¨¦s se crea el orden, los ciudadanos saben a qu¨¦ atenerse y se construye un Ordenamiento jur¨ªdico escalonado en el que la Constituci¨®n cumple la funci¨®n de norma superior o de reconocimiento, como dice Hart, organizando todas las normas inferiores como poderes para crear a otras y como deberes de cumplir las superiores. El Estado de Derecho entendido como Ordenamiento informado por los principios de unidad, de coherencia y de plenitud, es un efecto de esta funci¨®n aseguradora de la Constituci¨®n.
La funci¨®n constitucional de autonom¨ªa y de participaci¨®n es el camino para el desarrollo de los individuos y de los grupos en que ¨¦ste desarrolle su personalidad, creando esferas de libertad autonom¨ªa en las que ning¨²n poder debe interferir al individuo y esferas de libertad participaci¨®n donde los poderes se abren a la inserci¨®n y a la voluntad de los individuos y de los grupos en su seno. A trav¨¦s de la participaci¨®n -cuya forma m¨¢s generalizada es el sufragio universal, aunque no la ¨²nica ni excluyente de otras formas m¨¢s directas- los ciudadanos dejan de ser s¨²bditos y se convierten en elementos del poder al mismo tiempo que destinatarios de las normas.
La funci¨®n de justicia es la que permite a la Constituci¨®n dejar de ser totalmente neutra y convertirse en cauce para la construcci¨®n de la democracia avanzada, para la transformaci¨®n de las estructuras y para convertir a lo formal en real. La Justicia material no es hoy sino la libertad y la igualdad, los dos grandes valores complementarios del mundo moderno. Una Constituci¨®n de nuestro tiempo debe incorporar a sus reglas de juego la realizaci¨®n de los valores libertad o igualdad, a trav¨¦s de la consideraci¨®n fiscal de la acci¨®n econ¨®mica de los poderes p¨²blicos, de los meros derechos fundamentales, de la participaci¨®n de los sindicatos de trabajador, de un reconocimiento estructural del derecho a la autonom¨ªa y al antigobiemo de las nacionalidades y regiones y otros aspectos igualmente imprescindibles para la construcci¨®n de la democracia avanzada.
Si una Constituci¨®n quiere ser realmente de consenso en nuestro pa¨ªs, incorporando el socialismo democr¨¢tico a sus filas, debe comprender inexorablemente esta funci¨®n de justicia. Sin ella no ser¨¢ regla de juego, ni tendr¨¢ consenso, ni podr¨¢ realmente durar. Habremos perdido otra ocasi¨®n.
Vivimos un momento apasionante en Espa?a que conducitr¨¢ a una Constituci¨®n como reglas de juego en el sentido que aqu¨ª hemos descrito. Todos los sectores sociales amantes de la libertad, todas las ideolog¨ªas deben participar en su construcci¨®n. A partir de ah¨ª, sabiendo todos a qu¨¦ atenernos, cada cual deber¨¢ hacer lo posible por aportar su modelo para la sociedad del futuro. Los socialistas estaremos presentes con la m¨¢xima intensidad y dinamismo porque creemos en la virtualidad de nuestra soluci¨®n.
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