Espa?a vende armas a cambio de facilidades pesqueras
A mediod¨ªa del pasado 26 de noviembre Sidi Cheik Abodallahi, ministro de Planeamiento Econ¨®mico de Mauritania, me dijo en su despacho: ?Tenemos problemas pesqueros con Espa?a, t¨¦cnicos y psicol¨®gicos. Nuestro ¨²ltimo acuerdo pesquero con Madrid (del pasado 26 de octubre) nos representa una p¨¦rdida de seis a siete millones de d¨®lares en relaci¨®n con nuestras posibilidades portuguesas. Sin embargo, los armadores .espa?oles no se dan cuenta a¨²n de que Mauritania tiene aguas territoriales.?Una hora m¨¢s tarde dos diplom¨¢ticos y un vendedor internacional de armas -no espa?olas- me explicaron ciertas cl¨¢usulas ?secretas? del tratado tripartido de Madrid, de 1975, por el cual Espa?a cedi¨® la administraci¨®n del Sahara a Marruecos y Mauritania, y la manera en que algunos cargamentos de armas procedentes de Espa?a, aparentemente destinados a otras naciones, pueden estar llegando en este instante a Mauritania. ?Espa?a -me dijo el traficante- puede controlar algo, si quiere, sus embarques de armas, pero sus disposiciones sobre la materia resultan al final un tanto permisivas, y de todas formas no puede controlar sus desembarques. El ¨²ltimo env¨ªo oficial Je armamento espa?ol a Mauritania se produjo a fines de junio o principios de julio, cuando llegaron aqu¨ª (puerto de Nuadhi, bu) trescientas toneladas de municiones. Pero, de cualquier manera, hay muchos vendedores privados de armas, espa?oles y de otras nacionalidades, que trabajan en el mercado internacional. ?En ese mercado figura, entre otras, una f¨¢brica semiclandestina instalada en B¨¦lgica, dedicada a montar las ametralladoras pesadas norteamericanas 12,7. Se trata de una ametralladora que Estados Unidos ha dejado de utilizar despu¨¦s de la guerra de Vietnam. Cientos de esas ametralladoras se han preparado hace unas semanas en B¨¦lgica y ahora aparecen sobre los veh¨ªculos de combate mauritanos. Al mismo tiempo siguen llegando al pa¨ªs Land Rover Santana, de los cuales hay ya unos novecientos. Por todo esto, seguramente, el presidente Oulod Dadodah no se mostr¨® en absoluto preocupado, durante nuestra conversaci¨®n del d¨ªa 23, ante las supuestas intenciones espa?olas de suspender sus enviios de material de guerra a Mauritania. La opini¨®n espa?ola, enga?ada
?Ayer (por el d¨ªa 25, durante el que Nuakchott vivi¨® horas de gran tensi¨®n, en espera de un ataque polisario) el ministro de Pesca y yo esperamos al presidente del INI. No comprendemos por qu¨¦ aplaz¨® su visita.?
El ministro de Planeamiento Econ¨®mico mauritano no se mostraba esa ma?ana -quiz¨¢ con raz¨®n del mejor humor posible ante ?determinados sectores? espa?oles. Reflexion¨® un segundo y a?adi¨®: ?Sin embargo, yo creo, y mucho, en una colaboraci¨®n privilegiada con Espa?a, tanto en el dominio de la, pesca como en los dem¨¢s. Pero es necesario que la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs sea alertada. Hay cierto n¨²mero de armadores espa?oles que la est¨¢n enga?ando.?
Seg¨²n muchos diplom¨¢ticos y otros funcionarios gubernamentales de diversos pa¨ªses, las ra¨ªces de ese enga?o aparecen ya en noviembre de 1975, en el llamado tratado tripartito. De acuerdo con una de sus cl¨¢usulas ?secretas? o escasamente difundidas, Espa?a se reserv¨®, al ceder la administraci¨®n del Sahara, el derecho a pescar durante cinco a?os en la zona sin pagar licencia. Mauritania negoci¨® este a?o su convenio pesquero con Espa?a -que deber¨ªa entrar en vigor el pr¨®ximo 1 de enero- sobre ese principio, aunque con una interpretaci¨®n un poco m¨¢s restringida: si Mauritania recibi¨® aproximadamente un tercio del Sahara, ahora s¨®lo debe permitir la pesca sin licencia en la costa sahar¨¢ui a una tercera parte de los buques espa?oles que en 1975 operaban all¨ª, es decir, a unos doscientos sobre un total de seiscientos Adem¨¢s, esos barcos deber¨¢n pagar licencia 1 ara pescar en el resto de la costa mauritana, una de las m¨¢s ricas de Africa Occidental.
Evidentemente, las autoridades espa?olas han aceptado ese punto de vista, puesto que en el reciente acuerdo se ha previsto pesca sin licencia para alrededor de s¨®lo el equivalente de doscientos barcos (de 1975).
Escasas perspectivas
Las perspectivas de que este arreglo se concrete en enero no parecen excesivas. El propio ministro mauritano me dijo lo siguiente: ?En esto -d¨ªas vence, pr¨¢cticamente, el plazo para que los armadores presenten sus solicitudes de licencia. De los seiscientos buques que aproximadamente deben hacerlo, s¨®lo se han hecho pedidos para sesenta. Puede ser que los costos sean demasiado altos para una flota que no se ha desarrollado a la altura de las exigencias de la tecnolog¨ªa actual. Pero en ese caso habr¨ªa ahora una buena oportunidad para ponerla al d¨ªa. Sea como fuere, Mauritania debe velar por su riqueza pisc¨ªcola.?
La situaci¨®n se presenta, pues, complicada, m¨¢xime si se tiene en cuenta que, en contra de lo que se cree en el Ministerio de Asuntos Exteriores, es muy probable que Mauritania renueve su acuerdo pesquero con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, a punto de expirar. Simult¨¢neamente los armadores japoneses, coreanos y de otras nacionalidades est¨¢n interesados en las ?cuotas? espa?olas, establecidas, en principio, en las siguientes,. condiciones: 30.000 toneladas de barcos congeladores, a raz¨®n de 150 d¨®lares la tonelada; 10.000 toneladas de barcos de pesca ?fresca?, a ochenta d¨®lares la tonelada; 16.500 toneladas de buques para pescadilla negra, a cuarenta d¨®lares tonelada, y 6.500 toneladas para pesca artesanal, a veinte d¨®lares. La flota deber¨¢ descargar, adem¨¢s, en el puerto de Nuadhibu 20.000 toneladas de ?pescado de fondo? (el de mejor calidad), a lo que se oponen totalmente los armadores peninsulares, y admitir en cada barco a dos o tres marineros mauritanos en r¨¦gimen de becarios. Espa?a deber¨¢ tambi¨¦n otorgar a Mauritania un cr¨¦dito de veintitr¨¦s millones de d¨®lares a bajo inter¨¦s, y otros veinte millones con tasas normales.
Si se cuentan estos cr¨¦ditos, se puede decir, como lo han dicho muchos armadores, que el arreglo supone un desembolso de 4.000 millones de pesetas antes del 1 de enero (Mauritania exige que el pago y las condiciones se satisfagan por adelantado). Pero conviene considerar otros aspectos del problema: a) En el puerto de Nuadhibu funciona el ¨²nico complejo integral de procesamiento de pescado de Africa Occidental: IMAPEC, de capital espa?ol, con una inversi¨®n de 1.200 millones de pesetas, y ventas anuales por casi mil millones; b) Muchos buques espa?oles pescan en la regi¨®n sin ninguna clase de licencia, o con licencias falsas, y emplean redes con una abertura de s¨®lo diez mil¨ªmetros, con lo cual est¨¢n impidiendo o perjudicando gravemente el desarrollo de muchas especies.
El comercio hispano-mauritano ofrece posibilidad que, por ahora, s¨®lo aprovecha Canarias (su intercambio con Mauritania supuso en 1976 m¨¢s de 3.000 millones de pesetas) y varios pa¨ªses europeos, que para impulsarlo no vacilan en hacer un gran esfuerzo financiero y tecnol¨®gico.
La guerra del Sahara no es m¨¢s que un hecho epis¨®dico, pese a su carga ideol¨®gica, su costo en dolory vidas humanas, Y la b¨²squeda de los intereses estrat¨¦gicos de Marruecos, Argelia o, si se quiere, del Este y del Oeste. Pero el territorio hoy mauritano, con su inmenso desierto, su poco m¨¢s del mill¨®n (le habitantes y sus h¨¢bitos n¨®madas, espera a¨²n su incorporaci¨®n al mundo contempor¨¢neo. El presidente Daddah y sus ministros suelen todav¨ªa, a veces, abandonar sus despachos de estilo europeo para ir a pasar unas horas a sus jaimas (tiendas ¨¢rabes), que a veces instalan en los jardines de sus chalets. En Nuakchott viv¨ªan hace diez a?os doscientas personas y ahora hay 130.000. Una empresa, la SNIM, antes francesa y hoy nacionalizada, produce para la exportaci¨®n hasta doce millones de toneladas de mineral de hierro por a?o; ventas que est¨¢n paralizadas por la guerra (en Nuadhibu s¨®lo hab¨ªa, el 30 de noviembre, stocks para veinticinco d¨ªas). El r¨¦gimen de Daddali tropieza con dificultades en Mali, no s¨®lo por las bases polisarias en ese pa¨ªs, sino tambi¨¦n por el Hodg, que Mali reclama.
En consecuencia, Mauritania, lo mismo que Mali y Senegal, no tiene m¨¢s remedio que mirar hacia Europa, China, la URSS, Estados Unidos, o cualquiera que pueda ofrecerle algo. El plan, por ejemplo, mauritano-senegal¨¦s, que les permitir¨¢ a ambos pa¨ªses regular el curso y las crecidas del r¨ªo Senegal para obtener 50.000 hect¨¢reas de regad¨ªo, no es posible sin el aporte financiero y tecnol¨®gico del ?primer? mundo. Alemania Federal colabora en el proyecto' y adem¨¢s ha Construido y coordinado los aeropuertos mauritanos. Estados Unidos, cuyos representantes fueron expulsados hace unos a?os por Dadodah, ha preparado en 1977 tres veces m¨¢s estudios de desarrollo agr¨ªcola que en 1976. La Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene ya muy adelantado un proyecto para la explotaci¨®n del uranio recientemente descubierto en las cercan¨ªas de la frontera con Argelia. Francia y China est¨¢n ya, como se ha visto, m¨¢s que presentes, y hasta Marruecos intenta ?diversificar? su presencia militar -ha perdido en Mauritania m¨¢s de mil hombres en los dos ¨²ltimos a?os- con una penetraci¨®n pol¨ªtico-cultural-religiosa, y ha empezado a construir una gran mezquita en Nuakchott.
Todos estos pa¨ªses han percibido a tiempo que, tras la construcci¨®n de las primeras carreteras en el desierto, los n¨®madas empiezan a urbanizarse, y que Mauritania puede convertirse pronto en el centro de un gran Estado saharaui, con Daddali, con el Polisario o con cualquier otro, y a pesar, incluso, del absorbente inter¨¦s franc¨¦s. Pero, ?lo ha visto Espa?a? El turbio tratado de 1975 y su d¨¦bil acci¨®n actual indican m¨¢s bien lo contrario.
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