Cuarenta militares uruguayos, detenidos y torturados en su pa¨ªs
La detenci¨®n y tortura de cuarenta y oficiales de distinta graduaci¨®n, disconformes con el papel que juegan actualmente las fuerzas armadas uruguayas en el Gobierno del pa¨ªs, revela la existencia de graves disensiones entre los militares, en el poder desde hace cuatro a?os.Seg¨²n pol¨ªticos uruguayos exiliados en Venezuela (donde viven m¨¢s de 70.000), adem¨¢s de los detenidos, muchos oficiales han obtenido el retiro forzoso como respuesta a su descontento con la situaci¨®n que vive Uruguay.
Este pa¨ªs, que en otros tiempos goz¨® de uno de los sistemas democr¨¢ticos m¨¢s estables de Latinoam¨¦rica, est¨¢ dominado por una de las m¨¢s crueles dictaduras. militares del surcontinente. Los informes de Amnesty International y de la Comisi¨®n Internacional de Juristas sobre la constante violaci¨®n de los derechos humanos equiparan a Uruguay con Argentina y Chile en tan tr¨¢gica competencia. Seg¨²n el periodista uruguayo Claudio Trobo, ?uno de cada tres uruguayos vive en el extranjero uno de cada cincuenta ha pasado por las c¨¢rceles y uno de cada cien ha sido torturado?.
Las autoridades militares, que, a trav¨¦s del presidente Aparicio M¨¦ndez (un venerable y manejable anciano, que fue ministro de Sanidad con el Partido Blanco hace m¨¢s de veinte a?os), dominan al pa¨ªs, procesan y juzgan incluso con efectos retroactivos.
Hace tres d¨ªas un periodista desempleado, Guillermo Gonz¨¢lez, que trabaj¨® hace a?os en el diario La Plata, desaparecido como muchos otros, fue procesado por un juez militar por un reportaje hecho en la c¨¢rcel a los miembros de una organizaci¨®n guerrillera. El reportaje se public¨® hace cerca de tres a?os. El delito por el que se causa al periodista es el de ?haber afectado la fuerza moral de las fuerzas armadas?, figura jur¨ªdica mediante la cual los tribunales militares pueden detener, juzgar y condenar a quienes se les antoje.
Todo controlado
A pesar de las divisiones internas y de los movimientos de oposici¨®n generados desde el exterior, los militares uruguayos han creado un sistema tan cerrado de poder que no se vislumbra, a plazo medio, una posibilidad de normalizaci¨®n de la convivencia en el pa¨ªs., Los militares lo controlan todo: el Parlamento, caricatura de un Congreso democr¨¢tico, est¨¢ compuesto por miembros designados por las fuerzas armadas, la justicia se administra a trav¨¦s de tribunales militares...La mayor¨ªa de los peri¨®dicos y revistas han tenido que cerrar y sus editores y redactores exiliarse. No existe ni la autonom¨ªa universitaria ni la municipal. Las empresas estatales est¨¢n dirigidas por oficiales, y partidos pol¨ªticos y agrupaciones sindicales tienen prohibida su actividad.
Los militares han prometido que en 1981 habr¨¢ elecciones ?siempre que los partidos tradicionales, el blanco y el colorado, se pongan de acuerdo en proclamar un candidato com¨²n y ¨²nico?. El comandante en jefe de la armada, vicealmirante Hugo Mara M¨¢rquez, se?al¨® hace dos semanas que si los partidos no consegu¨ªan este acuerdo, demostrar¨ªan que ?no est¨¢n en condiciones de gobernar al pa¨ªs?.
Si la situaci¨®n pol¨ªtica es ca¨®tica, no lo es menor la que atraviesa la econom¨ªa. El pa¨ªs tiene una deuda externa de cerca de 1.500 mill¨®n es de d¨®lares (casi 150.000 millones de pesetas), el doble de la existente cuando los militares depusieron a Bordaberry. La ca¨ªda del valor de la moneda y del poder adquisitivo de los salarios es constante.
Ni siquiera la desmedida campa?a emprendida por el Gobierno para atraer capitales extranjeros ha dado resultados. Una legislaci¨®n creada para tal fin proporciona beneficios incre¨ªbles a los inversores for¨¢neos. Nadie ha acudido a la llamada.
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