Acerca de los "defectos" de UCD
En EL PA?S del d¨ªa 4 de los corrientes, leo el art¨ªculo titulado Coaliciones electorales y alianzas para gobernar, del que es autor don Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, persona a la que siempre he guardado. -y seguir¨¦ guardando- un Profundo respeto por su hombr¨ªa de bien, su inteligencia y su trayectoria pol¨ªtica en defensa de los altos principios que siempre nos han sido comunes. Pero este respeto no es obst¨¢culo para haber disentido de ¨¦l en algunas circunstancias, como es, ahora, la del art¨ªculo de referencia y que me lleva a dos reflexiones muy concretas.La primera se refiere a su alusi¨®n al comportamiento de las personas encuadradas en la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, a quienes se acusa "de apetencias de cargos, formaciones precarias de profesionales ole las disidencias y tertulias de aspirantes a ver sus nombres en las columnas de la prensa?, y ?unidos simplemente por el cemento del inter¨¦s?. Bien s¨¦ que en todo partido pol¨ªtico pueden existir semejantes personas; pero me resisto a que se generalicen estas acusaciones referidas a un solo partido y sin resaltar que tambi¨¦n pueden militar en ¨¦l personas con elevadas miras, tan nobles como las que figuran en los restantes grupos pol¨ªticos, ya que esta apreciaci¨®n es inherente a los que defendemos el principio dem¨®crata-cristiano de respeto a la persona y defensa de su dignidad.La realidad es que el 15 de junio las personas de la coalici¨®n UCD nos derrotaron por una abrumadora mayor¨ªa, circunstancia de decisivo peso para los que somos dem¨®cratas, pues fue el electorado el que pronunci¨® ese veredicto, habiendo debido de tener presente los pros y los contras de las personas que form¨¢bamos las diversas candidaturas. Negar esta legitimaci¨®n dada por el electorado nos llevar¨ªa fuera de las coordenadas pol¨ªticas a las que siempre hemos sido fieles don Jos¨¦ Mar¨ªa y yo; sin que ante tan estrepitosa diferencia de votaci¨®n con nuestras candidaturas- sean ?decisivos los resortes del poder franquista, manejados sin escr¨²pulo por quien tan habituado estaba a utilizarlos antes de su "conversi¨®n" a la democracia?. Si esto tuviese la entidad que se apunta no encontrar¨ªamos explicaci¨®n para los lucidos resultados del PSOE, que era su contrincante electoral m¨¢s temido.
Mi segunda reflexi¨®n se refiere ala afirmaci¨®n de don Jos¨¦ Mar¨ªa respecto al ?empe?o (de UCD) de convertir en un partido unitario lo que no es m¨¢s que un conglomerado de ideolog¨ªas mal definidas y, en gran parte, contrapuestas, ligadas por el ejercicio del poder y sus consecuencias?. Es evidente que para la existencia de un partido pol¨ªtico es necesaria una ideolog¨ªa y que la misma s¨®lo se present¨® a manera de programa electoral antes del 15 de junio; pero hoy existe un borrador de programa, que es la s¨ªntesis de las ideolog¨ªas que concurrieron coaligadas.
No s¨¦ si los miembros liberales y social- dem¨®cratas de UCD ver¨¢n plasmados sus ideales en el citado borrador; pero yo, como dem¨®crata-cristi ario, s¨ª me veo reflejado en tal ideolog¨ªa. Es verdad que la DC puede interpretarse de varias formas -dentro de sus -propios l¨ªmites- y prueba de ello son las diferencias program¨¢ticas de los numerosos partidos de Europa y Am¨¦rica. Pero, refiri¨¦ndonos a Espa?a, hemos de constatar la variedad democristiana que se apreciaba en los programas de la Federaci¨®n Popular Democr¨¢tica e Izquierda Democr¨¢tica y, m¨¢s a¨²n, en las de sus antecesoras, la Democracia Social Cristiana y la Izquierda Dem¨®crata Cristiana, respectivamente. Siendo que todos estos idearios -junto con los del PNV, la UDC, la UDPV y el PPG- son verdaderos partidos DC.Lo anterior no me lleva al simplismo de considerar que la UCD ser¨¢ un partido democristiano propiamente dicho, con su correspondiente etiqueta, pero s¨ª fiel a nuestra doctrina por su contenido. Ahora bien -ante un futuro que nos fuerza a partidos de masas y al ?suicidio? que hicimos de nuestra denominaci¨®n-, creo que es el lugar m¨¢s adecuado para aportar nuestros esfuerzos, pues no encuentro dificultades en su ideolog¨ªa y son superables los problemas personales, m¨¢s que por nuestra parte, por la de ellos, seg¨²n Yengo apreciando. No reniego de m¨ª pasado, luch¨¦ de buena fe en compa?¨ªa de intnejorables correligionarios -como don Jos¨¦ Mar¨ªa-, pero creo que en pol¨ªtica no hay que confundir los deseos con las realidades y, especialmente, ante momentos tan trascendentales como los que estamos viviendo en nuestra patria y que conformar¨¢n su porvenir.
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