Reencarnaciones
Me escribe Pitita, hombre, a bordo de un avi¨®n de las Israel Airlines, que hay que ver lo snobs que somos Pitita y yo, camino de Nueva York, la mujer, que dice que lleva un rabino al lado que no deja de contarle tristezas, y me cuenta que tuvieron una amenaza de bomba en la embajada, en Londres, y que ella decidi¨® morir con su marido, o sea al lado del embajador, dentro de la embajada. Mujeres numantinas es lo que necesitamos, otra vez Aurora Bautista, pero en Pitita, otra vez Pitita, pero en Agustina de Arag¨®n, que luego no hab¨ªa bomba ni nada y ya pas¨® el susto.Que se ha ido Pitita a pasar el susto a casa de Pat Kennedy, a Estados Unidos, y luego se va a una comuna hippy, aunque yo cre¨ªa que ya no quedaban, vaya usted a saber a qu¨¦ le llama Pitita una comuna hippy, que un amigo me dijo un d¨ªa que me hab¨ªa visto con una existencialista, y le digo, macho, vas de lado, que eso de existencialista no se dice ya desde hace treinta a?os, serla otra.cosa laja?, pero existencialista no es ya ni Simone de Beauvoir.
Luego me coloca Pitita el rollo de las reencarnaciones, que esperaba en casa, o sea en Londres, a un sacerdote hind¨² de origen divino que reencarna peri¨®dicamente, y as¨ª la tira de siglos, y le hab¨ªan preparado una org¨ªa de flores y paz a ¨¦l o su reencarnaci¨®n, pero luego tuvo que internarse en una cl¨ªnica, el hombre, porque hab¨ªa que operarle, que estos orientales que vienen de una existencia y van a otra, sin rozar m¨¢s que el c¨¢liz de las flores, aqu¨ª en la tierra, finalmente tienen que dar con su cuerpo mortal en la ciencia de Occidente. Es como cuando yo veo a los barones del petr¨®leo en la cl¨ªnica Barraquer, en Barcelona, a que Mui?os, el gran m¨¦dico amigo, les mire la vista, que el tracoma no est¨¢ previsto en la K¨¢bala ni en el Cor¨¢n.
A m¨ª todo este folklore actual del orientalismo contracultural me parece una romer¨ªa marinera, porque al final, el que te cura la garganta es Olaizola y el que te cura la vista es Mui?os, o sea unos se?ores .qu¨¦ jam¨¢s se han puesto t¨²nica ni flores por la cabeza, pero de todos modos tengo que escribir a Pitita a casa de Pat Kennedy para decirle que s¨ª, que yo tambi¨¦n creo en las reerca,rnaciones, porque aqu¨ª sin ir m¨¢s lejos, o sea mismamente, Camu¨ªias ha reencarnado en s¨ª mismo, Su¨¢rez ha reencarnado en democristiano y Mart¨ªn Villa ha reencarnado en M¨¢laga.
Yo mismo he reencarnado en un caballo que lleva mi nombre, ya ven, y me dice Paco Yndur¨¢in que a ver si gano mucho dinero con el caballlo, o sea que creo que el caballo es m¨ªo, un signo externo, a ver si me va a hacer Paco Ord¨®?ez declarar, el caballo, que es de Blanco, oiga. Tambi¨¦n he reencarnado en Le Monde, donde reproducen un art¨ªculo m¨ªo sobre la despenalizaci¨®n del adulterio y las pocas oportunidades de adulterar que nos da Garrigues Walker con la expulsi¨®n de los pisos ocupados espont¨¢neamente; por el personal, ay Joaqu¨ªn, qu¨¦ mal paso, el tanto que te hab¨ªas apuntado con los hotelitos, mucho, t¨ªo, y ahora te ocupan los solares en plan comuna, para que pong¨¢is parques, que sois capaces de poner un bingo en cada solar madrile?o, para la cosa energ¨¦tica.
Tambi¨¦n he reencarnado en Fuerza Nueva, donde Herminia C. de Viltena me dedica un art¨ªculo, art¨ªculo en el que el reproche no alcanza a ocultar el elogio, por decirlo con t¨¦rminos joseantonianos, que son los que le van a ese personal, y sin que uno sea don Jos¨¦ Ortega, que en ¨¦se todav¨ªa no me he reencarnado, pero todo se har¨¢ con ayuda de Dios y de Pitita. Reencarnaciones todas, estos dios, que nos reencarnamos en 100.000 madrile?os m¨¢s cada a?o, seg¨²n las estad¨ªsticas de crecimiento, y en el cuerpo de Novais, autor de Cristo-Federico, acaba de reencarnar, o casi, 1Fedrrico Garc¨ªa Lorca, abatido de nuevo por la fuerza de siempre, y el viejo quinqui, reencarna en m¨ª vestido por Pierre Cardin y reencarna la posguerra en el programa de restrincciones del Gobierno, el Ib¨¦rico reencarna en el Central, Fierro en Esc¨¢mez, el dinero reencarna, en el dinero y Pinochet reencarna, agradecido, en don Marcelino Oreja. Si supieras, Pinta.
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