El pianista Zacharias y el director Calder¨®n
Otro nombre olvidado: el de Jaime Pahissa. Su reaparici¨®n en los conciertos madrile?os ha estado apoyada en la Suite Intertonal, en la que el compositor catal¨¢n ensaya, con ¨¦xito, un sistema propio a la hora de tomar postura en cuanto al problema de la disonancia libre y el dualismo tonalidad-atonalidad.El resultado, dejando aparte lo que podr¨ªamos denominar hip¨®tesis de trabajo del autor, es sobre bello, notablemente avanzado para su momento. Pahissa logra un expresionismo en constante modulaci¨®n. La versi¨®n montada por el maestro argentino, Pedro Ignacio Calder¨®n, fue clara y convincente. Particip¨® de modo activo el invitado a cuanto de homenaje a Pahissa ten¨ªa la resurrecci¨®n de la Suite Intertonal. No en vano Pahissa, a partir de 1938, se convirti¨® en ciudadano argentino, con residencia en Buenos Aires hasta su muerte.
El pianista alem¨¢n, nacido en la India y de formaci¨®n francesa, Christian Zacharias, que lograra el Premio Ravel de la UER, toc¨®, de manera preciosa, el concierto n.? 12 de Mozart. Por claridad de juego, por belleza sonora, por rectitud de concepto, la versi¨®n de Zacharias impresion¨® al auditorio Su Mozart no se afilia, del todo, a la tradici¨®n gala, ni tampoco se inclina enteramente hacia el gusto germano. Es, pues, personal y fronterizo. Como lo fue el de Gieseking.
El triunfo alcanzado por el joven int¨¦rprete vino a revalidar los conseguidos en otros ¨¢mbitos. A¨²n se recuerda su intervenci¨®n, con Celibidache, en uno de los conciertos de la temporada UER, transmitido a toda Europa, incluida Espa?a. Una versi¨®n gris y pobre de tensi¨®n del Idilio wagneriano, y otra, extraordinariamente brillante, de la Suite Ascita, de Serge Prokofieff, completaron el programa, llevado por Calder¨®n, en general, con seriedad, competencia y f¨¢cil oficio.
Los profesores de la Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n Espa?ola respondieron en todo momento con prontitud, calidad y un especial toque afectivo, que dio a Mozart un aire refinado de c¨¢mara, abord¨® con firmeza los pentagramas de Pahissa y logr¨® grandes plenitudes sonoras en la suite de Prokofieff.
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