La preautonom¨ªa vasca, en el congelador
LA CONGELACION del r¨¦gimen preauton¨®mico vasco, pactado el 25 de noviembre tras largas y arduas negociaciones entre el ministro para las Regiones y los parlamentarios de Euskadi, ha contribuido a enconar, todav¨ªa m¨¢s, la delicada situaci¨®n en el Norte. El acuerdo alcanzado cont¨® con el respaldo de un grupo extraparlamentario tan representativo de la izquierda abertzale como EIA, que se sum¨®, por primera vez, a una iniciativa constructiva apadrinada por el PNV y el PSOE. Comenzaba as¨ª a distenderse la hostilidad entre los grupos parlamentarios y las organizaciones desprendidas de la matriz originaria de ETA, que todav¨ªa no se atreven a romper abiertamente con esa monstruosa y criminal secuela de tiempos pasados que es actualmente ETA-rama militar. La actitud gubernamental de silencio y aplazamientos est¨¢ siendo utiliza da , por los extremistas vascos como la prueba definitiva de sus tesis: el lenguaje que el Poder entiende no es el de las negociaciones, ya que incumple los pactos, sino el de las manifestaciones y movilizaciones. La bandera del r¨¦gimen preauton¨®mico ser¨¢ esgrimida, desde ahora, por la izquierda extra parlamentaria para agitaciones de calle que pueden aumentar la sangre derramada. El asesinato del concejal irun¨¦s Julio Mart¨ªnez, una nueva v¨ªctima a a?adir a las ya causadas por los terroristas de ETA, muestra que los bereziak no pierden tiempo en regar de sangre el confuso panorama vasco.Se dice ahora que el ministro para las Regiones no comprometi¨® al Gabinete con su asentimiento al r¨¦gimen preauton¨®mico. Aseveraci¨®n semejante sirvi¨® para desautorizar al se?or Llad¨® cuando, como ministro de Transportes, hab¨ªa pactado una soluci¨®n a la huelga de los aeropuertos. Pero en el caso del se?or Clavero llueve sobre mojado. El ministro para las Regiones fue situado al margen de las conversaciones para el restablecimiento de la Generalitat de Catalu?a. Su trabajo en serio parec¨ªa haber comenzado con la negociaci¨®n del tema vasco; porque su agitado reparto de promesas preauton¨®micas ,all¨ª donde se las pidan no podr¨¢ cumplirse hasta que se solucione la cuesti¨®n de Euskadi. Ahora resulta, sin embargo, que el ministro para las Regiones era un simple viajante, encargado de ense?ar los g¨¦neros del muestrario, pero sin autoridad para cerrar un trato. No se pod¨ªa llegar a m¨¢s en la devaluaci¨®n del cargo ministerial.
El segundo argumento esgrimido por el Gobierno para explicar el aplazamiento de la preautonomia es la negativa de los parlamentarios navarros de UCD a aceptarla. El, problema del antiguo reino, efectivamente, no es f¨¢cil. Las encuestas realizadas en Navarra han mostrado que los deseos de integrarse en Euskadi se solapan, pero no se superponen, con la voluntad de conservar el r¨¦gimen foral, y que hay grandes diferencias de opini¨®n entre los propios navarros. Ya hemos dicho que es preciso un refer¨¦ndum para conocer los deseos populares al respecto.
Pero el futuro de Navarra (dentro y fuera de la autonom¨ªa vasca) depende en gran medida del planteamiento que hagan los vascos. Si la izquierda abertzale contin¨²a aferrada a la ideolog¨ªa del nacionalismo rom¨¢ntico del siglo XIX (la misma que utiliz¨® Hitler para justificar el Anchluss de Austria y la invasi¨®n de Checoslovaquia), vascos y navarros tender¨¢n a distanciarse cada vez m¨¢s. S¨®lo si los vascos renuncian a ese enfoque emocional y plantean el estatuto de autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco como un proyecto pol¨ªtico, racionalmente argumentado, que no haga desaparecer ni las peculiaridades ni los fueros navarros, las zonas castellanoparlantes de Navarra podr¨¢n aceptar a Euskadi como marco general de su convivencia, compatible con la unidad de Espa?a.
Pero ese problema, que es real y existe, no guarda relaci¨®n con la negativa de los parlamentarios navarros de UCD a aceptar el r¨¦gimen preauton¨®mico del Consejo General del Pa¨ªs Vasco. El texto del proyecto se?ala, con toda claridad, que las provincias y territorios hist¨®ricos de Alava, Guip¨²zcoa, Navarra y Vizcaya pueden formar parte de ese organismo, pero que su plena incorporaci¨®n depende de que lo decidan libremente. A los navarros se les invita, pero no se les obliga a entrar. La obstinaci¨®n de los parlamentarios de UCD al respecto plantea algunas interrogantes. Hay que preguntarse qu¨¦ esconde esa negativa a aceptar que las puertas del Consejo General del Pa¨ªs Vasco permanezcan abiertas a Navarra. Es posible que el sedicente espa?olismo de algunos sectores minoritarios de Navarra pueda, tal vez, enmascarar los deseos, s¨®lidos y materiales, de perpetuar un minipara¨ªso fiscal, al que se han acogido personas y empresas procedentes de otros lugares de la Pen¨ªnsula. Pero lo m¨¢s sorprendente es comprobar como la voluntad del se?or Su¨¢rez ha concentrado la fuerza de un rayo laser para vencer las resistencias de los diferentes grupos de la UCD a fundirse en un partido unitario y homogeneizar la ideolog¨ªa de sus componentes y, sin embargo, los parlamentarios navarros de su propio partido, que le deben lealtad y disciplina de voto, son capaces de frenar en seco un tema tan acuciante y grave como el que comentamos. ?C¨®mo es posible que el presidente del Gobierno haya ganado la batalla m¨¢s dif¨ªcil y est¨¦ perdiendo la m¨¢s f¨¢cil? ?O es todo verdaderamente distinto de como se cuenta?
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