La conciencia moral de la siquiatr¨ªa en Rodr¨ªguez Lafora
S¨®lo la soluci¨®n de continuidad que supuso la guerra civil espa?ola ha podido hacer de la figura del gran siquiatra Gonzalo Rodr¨ªguez Lafora una vaga sombra, cuando no un desconocido, para las generaciones que hoy alcanzan relevancia pol¨ªtica y social. Y, sin embargo, la historia de la vida intelectual espa?ola de los a?os que median desde los primeros diez de nuestro siglo hasta el 36 ha de contar, si ha de hacerse, con una serie de figuras que, unas en el campo de la ciencia otras en el de la literatura y el arte, supusieron la primera incorporaci¨®n masiva de Espa?a a Europa en el ¨¢mbito intelectual. Ellos hicieron, con car¨¢cter de grupo, lo que personas aisladas y se?eras, como Cajal, o Men¨¦ndez Pidal, o Hinojosa, o G¨®mez Moreno y algunos otros lograron individualmente. Este sector de la historia contempor¨¢nea de Espa?a ha sido relativamente descuidado, en contraste con la detenida investigaci¨®n que ha obtenido, por ejemplo, el movimiento obrero de estos a?os o la novela y la poes¨ªa.De aqu¨ª que el libro de Valenciano Gay¨¢ acerca de Lafora y su ¨¦poca signifique una aportaci¨®n de enorme inter¨¦s. El acierto de Valenciano radica en haber situado a Lafora sobre el tel¨®n de fondo, en primer lugar, de la siquiatr¨ªa preexistente entre nosotros, y en la que destacaban figuras como Luis Simarro, Jos¨¦ Mar¨ªa Esquerdo, Jaime Vera, etc¨¦tera, y, en segundo lugar, sobre el gran trasfondo de toda la Espa?a de esos a?os, de una Espa?a que comenz¨® a hacerse en muchos aspectos desde la sombra de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios, y que, una vez m¨¢s, viose frustrada de manera dif¨ªcilmente reparable. De esta forma, el libro de Valenciano es m¨¢s que una biograf¨ªa de un personaje -?y qu¨¦ personaje de excepci¨®n!, como podemos testimoniar cuantos le conocimos -; es toda una rememoraci¨®n, muchas veces vivida por el propio autor en su calidad de testigo o de protagonista de un tiempo sin cuyo conocimiento no puede comprenderse justamente cuanto habr¨ªa de acontecer despu¨¦s.
El doctor Lafora y su ¨¦poca,
Luis Valenciano Gay¨¢.Ediciones Morata. Madrid 1977.
Lafora fue la gran figura de la siquiatr¨ªa de preguerra, por sus dotes de investigador y por su capacidad para aglutinar disc¨ªpulos y crear escuela. En tres ocasiones (Revista de Occidente, Triunfo, Archivos de Neurobiolog¨ªa) me he referido a la labor investigadora de Lafora y a su enorme y sugestiva personalidad. Con ¨¦l, en Madrid, Jos¨¦ Miguel Sacrist¨¢n-, en Barcelona, Emilio Mira y L¨®pez, compon¨ªan los n¨²cleos desde donde se gestaba lo que podr¨ªa haber marcado su peculiar matiz merced a la tradici¨®n e influencia de Cajal, de Ach¨²carro, y de R¨ªo-Hortega.
Lafora era, adem¨¢s, de una profunda honestidad intelectual y, para su incomodidad, estaba dotado de un sentido de la justicia incapaz de contenerse cualquiera fuera de circunstancia. Por eso Lafora representaba, mientras vivi¨®, la conciencia moral de la siquiatr¨ªa espa?ola, e incluso cuando, tras su exilio, apareci¨® de nuevo en el escenario de Espa?a en condiciones desfavorables para ¨¦l.
Era una de tantas figuras ejemplares de nuestro aut¨¦ntico liberalismo, de ese liberalismo que hay que rescatar de los liberales degradados de hoy d¨ªa que pretenden usufructuarlo, cuando fueron incapaces de sustraerse al compromiso con la prevaricaci¨®n. Lafora era de la estirpe moral de Giner de los R¨ªos, de Manuel Bartolom¨¦ Coss¨ªo, de Castillejo, de Jim¨¦nez Fraud, de don Ram¨®n Carande y de tantos otros que suponen hoy, desde nuestra perspectiva, una parte de lo mejor de la Espa?a de entonces. Despu¨¦s todo hab¨ªa de ser barrido, y emergi¨® la Espa?a del vac¨ªo y de la nada.
Valenciano Gay¨¢, el autor de este libro que comento, fue disc¨ªpulo de Lafora. Tambi¨¦n heredero de su calidad moral.
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