La ¨¦tica del poder period¨ªstico
El Estado moderno liberal, surgido en Inglaterra, explicado para el continente europeo por Montesquieu y, entre nosotros, harto prudentemente, por Jovellanos, se invent¨® para limitar, dividi¨¦ndolo, el poder discrecional, arbitrario, total (pero a¨²n no totalitario) del soberano (?El Estado soy yo?). Y as¨ª se distinguieron el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. El principio fundamental del liberalismo, impl¨ªcito en ¨¦l, radicalizado luego por el anarquismo, fue formulado primera y abiertamente por Lord Acton en estos dr¨¢sticos t¨¦rminos: ?El poder corrompe. El poder absoluto corrompe absolutamente?.La teor¨ªa cl¨¢sica no tom¨® en cuenta la existencia, junto a ¨¦stos, de otros poderes: el del permanente aparato administrativo (funcionariado o Administraci¨®n, la burocracia estudiada por Max Weber) y esos dos tipos especiales de funcionariado que son el Ej¨¦rcito profesional permanente y la Iglesia como Administraci¨®n p¨²blica (de los bienes espirituales, no siempre f¨¢cilmente discernibles de los temporales), forjadora de la primera burocracia europea, cronol¨®gicamente hablando. Y junto a ellos, menos dentro del aparato del Estado, pero no menos reales, la Oposici¨®n pol¨ªtica al Gobierno o Ejecutivo, constituida bajo la forma del partido o los partidos pol¨ªticos que presentan la opci¨®n o expectativa de Gobierno -las ?oposiciones? de la Oposici¨®n al Poder- y los grupos de inter¨¦s, empresariales (lobbies, etc¨¦tera) y laborales (sindicatos), a los que deben agregarse aquellos otros que no se exhiben p¨²blicamente como tales, as¨ª, durante el siglo pasado, la masoner¨ªa, y actualmente en Espa?a la ACN de P. y el Opus Dei.
Al par que el liberalismo se constituy¨® la democracia representativa, por la cual las ciudades delegan su parte al¨ªcuota de poder en los parlamentarios. Parlamento y partidos tienden, por ley sociol¨®gica, a convertirse en aparatos burocr¨¢ticos reproductores, eh tama?o relativamente miniaturizado, de la forma del aparato estatal, que funcionan aut¨®nomamente, en lucha sustantivada de ?el poder por el poder?, sin apenas democracia interna, con acceso a los puestos directivos por cooptaci¨®n, fomento de la identificaci¨®n emocional con el l¨ªder y culto a su personalidad y, en fin, constituci¨®n de una ?clase pol¨ªtica? que persigue sus propios fines.
Semejante situaci¨®n demandaba el surgimiento de un poder period¨ªstico, o ?cuarto poder?, como con palmaria exageraci¨®n se dijo (del que excluyo, naturalmente, los medios de comunicaci¨®n de masas, monopolizados por el Gobierno, y la prensa de partido, simple prolongaci¨®n del ?poder? de ¨¦ste). Poder, en principio, liberal, imparcial (t¨ªtulos de sendos, famosos peri¨®dicos espa?oles de otro tiempo), laico (es decir, no clerical, tampoco necesariamente, aunque a veces s¨ª, anticlerical, y menos anticristiano), cr¨ªtico, desmitologizador, disolvente de ?aur¨¢s?, denunciador de estructuras de poder, educador del pueblo para la democracia y veh¨ªculo del ejercicio directo de esa democracia.
La condici¨®n para el cumplimiento de este cometido es, evidentemente, la independencia. Pero ?es que existen, es que pueden existir diarios realmente independientes? De primera intenci¨®n, y con raz¨®n, se responder¨¢ que no. Los peri¨®dicos supuestamente independientes son, en realidad, propiedad de empresas que persiguen su propio inter¨¦s, enmarcado en el inter¨¦s de la clase social. Pero ¨¦sta, en determinadas coyunturas, aparece diversificada en una pluralidad de opciones concretas. Y, por otra parte, si, innegablemente, algunos de ellos se distancian del inter¨¦s de clase para atender -interesadamente- la demanda de sensacionalismo, m¨¢s o menos irresponsable, ?por qu¨¦ otros no pueden perseguir -tambi¨¦n interesadamente- el objetivo de hacerse portavoces del p¨²blico independiente, del que se sabe marginado del poder, pero no quiere sentirse marginado de la pol¨ªtica, en la m¨¢s noble acepci¨®n de este t¨¦rmino?
No es ninguna casualidad que haya sido precisamente en una situaci¨®n como la actual, de tr¨¢nsito dif¨ªcil a la democracia, cuando haya surgido el primer diario realmente independiente a escala nacional, EL PAIS. Es la expresi¨®n de una independencia liberal y, dentro de la presente situaci¨®n, imparcial tambi¨¦n. (El que otro diario detente, desde hace pocos d¨ªas, este t¨ªtulo, es mera an¨¦cdota.) Imparcial entre el Gobierno y la Oposici¨®n, presto siempre a pronunciar la ¨²ltima, equilibrada, con frecuencia d¨ªficilmente equilibrada, palabra.
Por supuesto, yo no creo en la imparcialidad m¨¢s que en determinadas circunstancias, extraordinariamente propicias al arbitraje, situaciones de insostenible transici¨®n. Dejadas atr¨¢s tales coyunturas, ?qu¨¦ figura habr¨¢ de cobrar la prensa ?independiente?? Creo que en ella, como en los partidos que la propugnan socio-econ¨®micamente, la autogesti¨®n en el plano pol¨ªtico terminar¨¢ por imponerse. Ideol¨®gicamente, el peri¨®dico debe ser mucho m¨¢s de quienes lo hacen que de quienes lo poseen. (Tambi¨¦n probablemente, cuando cobren figura pol¨ªtica, las emisoras de radio; no as¨ª la de televisi¨®n, que debe funcionar como un servicio p¨²blico, abierto a todos, sin m¨¢s l¨ªmite que el de la calidad de la intervenci¨®n.) Y constituirse en expresi¨®n de la democracia como modo de ser, en ¨®rgano de educaci¨®n y de participaci¨®n pol¨ªticas. Los reportajes serios, solventes, valientes y sensacionales sin sensacionalismo, la ?tribuna libre?, las colaboraciones espont¨¢neas y las ?cartas al director?, los editoriales de ¨¦ste o de su equip¨® directivo, la interpretaci¨®n de las informaciones y las colaboraciones de intelectuales deben dotarle de contenido ?antiposibilista?, ¨¦tico-ut¨®pico. Un diario independiente es el que habla en nombre de los independientes, independientes que pueden serlo incluso dentro de un partido o de un grupo de inter¨¦s; independientes procedentes de las clases altas y medias, del ?tercer Estado?, por supuesto, pero tambi¨¦n, y cada vez m¨¢s, del cuarto, de los marginados, ya sean mujeres, miembros de minor¨ªas ¨¦tnicas u otros oprimidos o discriminados en nombre del derecho, la moral, la medicina o la sanidad establecidas. Prensa independiente al servicio del cambio cultural, como la de partido -partidos de izquierda-, lo est¨¢ al servicio del cambio pol¨ªtico y econ¨®mico.
Quisiera agregar, al terminar, dos aclaraciones m¨¢s. La primera, para subrayar que el espacio de la prensa independiente es, por el momento, el de los resquicios de libertad que quedan entre las tensiones y contradicciones internas de la empresa y, en seguida, el recabamiento de una autonom¨ªa para quienes realmente hacen el peri¨®dico. La segunda, para demandar que este poder period¨ªstico sea siempre autocr¨ªtico y no ceda a la tentaci¨®n de creerse poder ?puro?, incorruptible, ang¨¦lico, pues tal cosa es inexistente, m¨¢s a¨²n, imposible de existir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.