Entre el amor y la muerte
Bien, ya tenemos el Tango aqu¨ª, ese juego de amor y muerte que, a partir de un encuentro casual, en un vac¨ªo apartamento, apunta a la raz¨®n fundamental de la vida: la imposible culminaci¨®n de la pareja, m¨¢s ac¨¢ y m¨¢s all¨¢ de las puras relaciones sexuales.La muchacha est¨¢ a punto de casarse; el hombre quiere olvidar a solas su dolor, su mujer perdida en esa misma noche. La muchacha pretende proyectar fuera de s¨ª su vida; el hombre lucha por prolongar dentro de s¨ª su propia muerte. Los dos coinciden en el piso que se alquila y, a poco, el sexo, no el amor, se cruza entre ambos o, por mejor decirlo, les rodea, les une, les envuelve. Pero el sexo, como se ha dicho hasta la saciedad, es cuesti¨®n de orgasmo, en tanto que el amor supone cierto tipo de relaciones m¨²ltiples que llevan indefectiblemente al oscuro cobijo de las s¨¢banas. Cuando esta relaci¨®n de lecho y alcoba, a ras de piel y labios y otras cosas comunes, queda tan s¨®lo en eso, corre el peligro de naufragar, morir, simplemente borrarse o correr un camino contra reloj en el que las etapas y las perversiones suelen quemarse ¨¢vidamente.Estos dos amantes de este Ultimo tango lo descubren en el apartamento, trasforman el sexo en amor, m¨¢s all¨¢ de sus desnudos muros y de sus primeras prevenciones. Ella, al fin, comprende que no puede casarse con ¨¦l porque le quiere, raz¨®n por la que el hombre, en cambio, ya en el medio del camino de la edad, no parece dispuesto a abandonarla.Como es f¨¢cil de adivinar tambi¨¦n se trata de nada m¨¢s y nada menos que de la ya tradicional dificultad de la pareja para entregarse, comprenderse mutuamente, unirse, en fin, reducida a sus or¨ªgenes, al viejo encuentro entre dos cuerpos que se desean, el uno joven, el otro no tan viejo. Todo ello viene dado un tanto difusamente en la pel¨ªcula, lo cual le otorga un grado de inter¨¦s que podr¨ªamos llamar fascinaci¨®n, si no se tratara de algo m¨¢s evidente y fundamental, sincero y espont¨¢neo, tal corno viene dado. Por ello tambi¨¦n, la impresi¨®n o el impacto, si se quiere, del filme se refiere m¨¢s a los instintos que a la raz¨®n y por ello tambi¨¦n en Italia y fuera de Italia ha ido tantas veces procesado, indultado y vuelto a condenar sucesivamente.
Ultimo tango en Par¨ªs
Bernardo Bertolucci. Int¨¦rpretes: Marlon Brando, Mar¨ªa Schneider, Massimo Girotti, Jean Pierre Leaud, Maria Michi, Giovanna Galletti. Italia-Francia. Locales de estreno: Pompeya, Bah¨ªa, Rosales.
El cine para Bertolucci es, seg¨²n sus propias palabras, una relaci¨®n sensual entre la c¨¢mara y el objeto a fotografiar, es decir, entre el autor y la vida. Ello salta a la vista en este filme, cuya historia va por de lante de cualquier desarrollo pre visto de antemano. Se comprende que de Brando a Trintignant, actor en quien se hab¨ªa pensado antes como pareja de la Sechneider, exist¨ªa una diferencia en presencia y rigor dram¨¢tico, imposible de salvar si no era a costa de una colaboraci¨®n entre autor y actor fecunda y creadora. Y tambi¨¦n resulta evidente que lo mejor del filme, un tanto cerebral en ocasiones, aparezca cuando retrata a la mujer sin aparente trascendencia.
Del amor que la protagonista vive al que su novio inventa en sus trabajos cinematogr¨¢ficos hay la misma distancia simb¨®lica que entre la vida y la mentira de la vida. Por ello, cuando el amor apunta en la mujer, ¨¦sta, que teme mucho m¨¢s a su pasi¨®n que a su especial caricatura, decide matarla aun a costa de la vida del amante, intentando salvarse a su modo, aplazando tan s¨®lo un desenlace que m¨¢s all¨¢ del final de la pel¨ªcula se adivina.
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