La sociedad alemana empieza a sentir los efectos de la lucha contra el activismo
Los alemanes sinceramente democr¨¢ticos empiezan a constatar que no fue suficiente pedir disculpas a escritores liberales difamados -B?ll, Grass, Rinser- para restablecer la ?paz de las conciencias? en la Rep¨²blica Federal de Alemania tras los sucesos de Stammheim, Mulhouse y Mogadiscio. No bast¨® sentar a la mesa socialdem¨®crata a G¨¹nter Grass en el congreso de Hamburgo, ni prestar una p¨¢gina a B?ll en el peri¨®dico del SPD Vorw?rts, ni abrir un espacio televisivo dedicado a Luise Rinser. La postura unitaria de liberales, socialdem¨®cratas y democristianos respecto al secuestro de Schleyer prepar¨® el campo para una semilla que cada vez parece m¨¢s dif¨ªcil de arrancar.
Nuevos detalles oficiales en torno a los ?suicidios? en Stammheim -raro es el d¨ªa que no trasciende algo nuevo- y una larga muestra de reacciones en el pueblo alem¨¢n llevan a pensar que aqu¨ª, efectivamente, ha cambiado algo en profundidad.No hace muchos d¨ªas, un ministro alem¨¢n conversaba con un grupo de periodistas espa?oles en torno a unas cervezas. El ministro, que se autodefine ?marxista? y es un notorio dem¨®crata, acept¨® el contacto dentro de un plan de recuperaci¨®n afectiva de la opini¨®n internacional en favor de la RFA. En la conversaci¨®n hubo un punto en el que se bajaron las compuertas del di¨¢logo: el efecto sociol¨®gico de la lucha contra ¨¦l activismo armado. ?Hasta d¨®nde puede llegar un pueblo que ?vence? su complejo de culpabilidad derivado del respaldo que otorg¨® a Hitler en unas elecciones, con todas las consecuencias, cuando este pueblo despierta de repente a una nueva conciencia nacionalista y se siente fuerte y objeto de desconfianza en el exterior? ?Hasta d¨®nde puede llegar un pueblo que se denuncia a s¨ª mismo, que se depura a s¨ª mismo, en aras de una integraci¨®n nacional?
Seg¨²n ha declarado un funcionario de la prisi¨®n de Stammheim, a mediados de este a?o retir¨® de la celda de Raspe uno de los ?suicidados?, una cuerda de esparto que lleg¨® al detenido en una carta an¨®nima en la que el comunicante le conminaba a que se suicidase. Cartas de este tipo ?estaban a la orden del d¨ªa?, seg¨²n ha manifestado el funcionario ante la comisi¨®n investigadora. Los propios guardianes recib¨ªan comunicaciones postales del mismo estilo en las que ?cientos de alemanes? ped¨ªan a los guardianes que torturasen a los presos. El juez Eberhard Foth, que desempe?aba la funci¨®n de ?censor de correspondencia? en Stammheim, ha confirmado este particular. El propio juez ha revelado ahora la existencia de una carta de Baader, fechada el 10 de octubre - una semana antes de los ?suicidios?- en la que dec¨ªa ¨¦ste que ?si alguna vez aparec¨ªan muertos ¨¦l y sus compa?eros de condena ser¨ªa por haber sido asesinados, no por un suicidio?.
Los ni?os juegan con ?Mogadiscio?
Otras cartas tambi¨¦n reclaman atenci¨®n. Los ni?os alemanes contar¨¢n con un nuevo juguete m¨¢s que discutido: ?Mogadiscio?. El buen ?Weihnachtsmann? recibir¨¢ miles de cartas infantiles pidiendo esta nueva idea de la jugueter¨ªa nacional, de la que se han producido quince millones de ejemplares.Cualquier extranjero que acuda a la Rep¨²blica Federal de Alemania puede constatar signos parecidos. Por ejemplo, el placer que sienten determinados ciudadanos de este pa¨ªs cuando uno de los activistas m¨¢s buscados cae abatido por las balas de la polic¨ªa y una ?mano inocente? tacha la foto del ca¨ªdo en el cartel en el que se pone precio a su cabeza: nada menos que 300.000 marcos.
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