Pasiones y razones
La batalla de Argel marca el punto culminante de una revoluci¨®n anticolonialista muy cercana a nosotros, llevada a cabo en un ambiente cargado de pasiones y razones. La pasi¨®n, en este caso, como en tantos parecidos, aparec¨ªa del lado de los d¨¦biles; los intereses de la parte de la metr¨®poli, es decir: del pa¨ªs colonialista. De qu¨¦ forma unos y otros se enfrentaron hasta cambiar el signo de las cosas, hasta volverse la pasi¨®n raz¨®n, en unos, y la raz¨®n opresi¨®n, en otros, es un cap¨ªtulo de la historia moderna ya, y tema de este fresco revolucionario filmado por Pontecorvo sobre los hechos reales que hicieron nacer a la joven Rep¨²blica de Argelia.A la hora de tratar un tema tal se le suelen plantear al autor la opci¨®n por diversos tratamientos; desde el antiguo y convencional de los h¨¦roes imaginados sobre acontecimientos verdaderos, hasta la utilizaci¨®n de documentales que nunca faltan ya en acontecimientos tales. Pontecorvo, siguiendo la huella de los maestros rusos, por un lado, y, por otro, de sus ilustres precursores italianos, ha optado por una soluci¨®n intermedia, como en el Potemkin o Paisa, reconstruyendo para el espectador los hechos tal como sucedieron.
La batalla de Argel
Gui¨®n: Gillo Pontecorvoy Francisco Salinas. Fotograf¨ªa: Marcello Gatti.M¨²sica: Ennio Morricone. Direcci¨®n: Gillo Pontecorvo. Int¨¦rpretes: Jean Martin, Yacef Saadi, Brahim Haggiag, Tormmaso Neri, Epico. Italo-argelina. Local de estreno: Bellas Artes.
El resultado ha sido un filme ¨¦pico, entendido y logrado a trav¨¦s de una t¨¦cnica neorrealista, objetiva y documental, en la que, sacrificando a los personajes, muy levemente dados, para fijarlos hechos, ha convertido en protagonista a todo el pueblo argelino en su lucha contra los franceses.
El filme que se desarrolla con un rigor excepcional, desde excelentes secuencias intimistas, como la de la boda, no exentas de significado pol¨ªtico, hasta los alzamientos postreros que suponen el paso decisivo hacia la independencia, decae,. sin embargo, en el ep¨ªlogo, tras la muerte del ¨²ltimo de los cuatro responsables m¨¢ximos.
Quiz¨¢ lo mejor del filme, bueno por tantas otras virtudes cinematogr¨¢ficas, sea su falta de ret¨®rica, tan dif¨ªcil de alcanzar en estos temas, y la objetividad con que aparecen retratados ambos bandos. Como en las aut¨¦nticas revoluciones, coloniales o no, los mejores momentos son los que aluden a personajes an¨®nimos a la gran masa general, lo que viene a hacer de la historia un excelente documento l¨²cido, alzado casa a casa, rinc¨®n a rinc¨®n, en el laberinto de la Casbah, sin apenas permitirse un margen de invenci¨®n.
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