Termina un a?o decisivo para la democracia
Existe acuerdo general en cuanto a la consideraci¨®n de 1977 como un a?o decisivo en la pol¨ªtica espa?ola. Un hecho clave: las elecciones generales del 15 de junio, unido a la firma de los pactos de la Moncloa y al comienzo de las negociaciones pre-auton¨®micas, configuran una situaci¨®n radicalmente distinta de la que exist¨ªa en Espa?a a comienzos de 1977, pese a que las coordenadas b¨¢sicas del poder econ¨®mico, militare incluso administrativo se mantengan sin cambios apreciables. El rey don Juan Carlos, se?alado como impulsor del proceso pol¨ªtico de la transici¨®n, ha sido considerado ?hombre del a?o? por importantes ¨®rganos de opini¨®n.Bien es verdad que los comienzos del a?o que ahora termina permit¨ªan augurar ya las grandes l¨ªneas del proceso pol¨ªtico: en este pa¨ªs no iba a producirse una ruptura, sino una reforma; se avizoraba con claridad la legalizaci¨®n de los partidos de izquierda, donde el problema del PCE era el m¨¢s grave; se pensaba ya en unas elecciones. Pero ni el presidente del Gobierno hab¨ªa recibido todav¨ªa a la Oposici¨®n, ni estaba legalizado ning¨²n partido pol¨ªtico -salvo ciertas ?asociaciones? de la derecha- ni menos a¨²n pod¨ªan hacerse previsiones seguras sobre las hipot¨¦ticas elecciones.
Desde entonces han pasado doce meses, y una serie de objetivos han ido cumpli¨¦ndose, en un continuo tira y afloja entre poder y Oposici¨®n para tratar de materializar la mayor parte de sus respectivos planes. Una cuesti¨®n en que poder y Oposici¨®n ha estado de acuerdo es en evitar todo tipo de disonancia seria en el proceso; la ?desmovilizaci¨®n popular? - tambi¨¦n llamada ? desdramatizaci¨®n de la vida p¨²blica espa?ola?- ha presidido los esfuerzos de los conductores del proceso, despu¨¦s de un dram¨¢tico mes de enero en que muertes, secuestros y atentados vinieron a provocar un verdadero estado de inseguridad nacional. Al margen de la campa?a electoral, las cuestiones auton¨®micas han sido las ¨²nicas apoyadas en movilizaciones populares de importancia.
Abiertas las Cortes democr¨¢ticas, y tras las primeras efusiones, la vida parlamentaria no ha logrado prestigiar la importancia y capacidad de decisi¨®n de las C¨¢maras en la vida espa?ola. La conducci¨®n del proceso posterior a las elecciones ha quedado progresivamente en manos del ejecutivo y de las direcciones de los partidos m¨¢s importantes, como lo revela la firma de los pactos de la Moncloa, superpuesta al debate parlamentario propiamente dicho.
Consecuencia de ello es que los hemiciclos del Congreso y del Senado han quedado reducidos a un foro de discusiones y explicaciones que, sin estar radicalmente separadas de las preocupaciones populares, tampoco han podido entroncarse directamente en ellas. S¨®lo dos leyes han salido hasta ahora de las Cortes democr¨¢ticas -la de medidas urgentes de reforma fiscal, y la de amnist¨ªa -, despu¨¦s de seis meses de trabajos, aunque se haya avanzado bastante en la preparaci¨®n de otros textos legales importantes, como la propia Constituci¨®n.
El a?o 1977 termina con una larga serie de inc¨®gnitas. Una de ellas es la propia consolidaci¨®n constitucional de la Monarqu¨ªa que por ahora s¨®lo cuestiona - entre las fuerzas parlamentarias- el PSOE; el tiempo dir¨¢ si este partido se encuentra verdaderamente dispuesto a utilizar este tema como arma de presi¨®n, o si es m¨¢s el ruido que las nueces. Otra cuesti¨®n se refiere al juego pol¨ªtico configurado por las elecciones del 15 de junio; el destino normal de UCD y PSOE es convertirse en m¨¢quinas electorales cada vez m¨¢s perfectas si no sufren desgajamientos internos por la fuerza de las circunstancias. Pero la pol¨ªtica espa?ola se juega, en realidad, a cuatro bandas, y ser¨ªa absurdo no contar con la capacidad de intervenci¨®n de los comunistas, sobre todo, y tambi¨¦n de Alianza Popular, as¨ª como del PNV, la izquierda vasca y los partidos espec¨ªficamente catalanes, en sus respectivos ¨¢mbitos regionales.
El sistema de partidos configurado por las elecciones del 15 de junio tiende a consolidarse, como ponen de manifiesto las encuestas y sondeos posteriores. Es dif¨ªcil que el acontecer normal de la pol¨ªtica ocasione vuelcos espectaculares, y el a?o termina con intentos destinados m¨¢s a llenar de contenido las cifras de votos alcanzadas el 15 de junio, que a producir cambios espectaculares en la relaci¨®n de fuerzas. UCD se ha visto obligada a trabajar por la cohesi¨®n interna de un partido que el 15 de junio era una amalgama heterog¨¦nea de grupos y personas; el PSOE trata de organizarse para consolidar ese 30% de votos que pocos esperaban. PCE y AP sufren problemas de adaptaci¨®n a la nueva realidad, por distintas razones, y tambi¨¦n sus respectivos magmas internos parecen lejos de haber alcanzado su forma definitiva.
Por otra parte, existen demasiados extraparlamentarios en la vida pol¨ªtica espa?ola -a la derecha, en el centro y en la izquierda- como para considerar totalmente consolidado el sistema de partidos.
El contrapunto de esta compleja transici¨®n Pol¨ªtica es su alto coste en vidas humanas: 1977 es el a?o en que treinta espa?oles han muerto en atentados de diverso signo, o en enfrentamientos con la fuerza p¨²blica. Todo un ¨ªndice de las graves tensiones que la transici¨®n a la democracia ha experimentado a lo largo del a?o.
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