En China tambi¨¦n existen disidentes pol¨ªticos
El disidente chino es un ser de precaria y muy espec¨ªfica existencia, negada por amplios sectores. Caracteriza al chino medio, frente al sovi¨¦tico o al checo, el universo enorme y cerrado en el que vive, f¨ªsicamente aislante, con una fin¨ªsima cuadr¨ªcula de control de actitudes y opini¨®n. La delaci¨®n generalizada unida al r¨¦gimen de habitat y trabajo comunitarios, limitan la intimidad, destruyen el embri¨®n, culpabilizan o delatan las actitudes cr¨ªticas. Ser¨¢ raro que la disidencia cristalice porque al individuo le falta punto comparativo, distanciamiento, y le impregnan el imito y el rito, la educaci¨®n maniquea, el estado de guerra potencial con la URSS, que permite un permanente estado de excepci¨®n.Hasta el momento los movimientos de oposici¨®n m¨¢s cr¨ªticos con el partido han provenido de los sectores obreros. Aprovechando la aparente libertad de opini¨®n de la Revoluci¨®n Cultural, los trabajadores de las zonas m¨¢s industrializadas (Shanghai, Wuhan) solicitaron aumentos de salario, disminuci¨®n de cadencias y de jornada laboral, estabilidad de empleo, estatutos, primas y libertad sindical con organizaci¨®n aut¨®noma de clase (lo que exist¨ªa y existe hoy en China no tiene de sindicatos sino el nombre. Se trata de correas de transmisi¨®n del partido). A partir, de enero del 67 el ej¨¦rcito, por orden gubernamental, entra en f¨¢bricas -y universidades- para restablecer el orden. En 1973 y 1974, tras la IV Asamblea Nacional, aparece en Cant¨®n una serie de carteles murales que representan el documento m¨¢s importante que hoy conocemos sobre los disidentes chinos. Lo firma un colectivo de ex guardias rojos bajo el seud¨®nimo de Li-Yi-She. Se exigen en ¨¦l aumentos de salario y el restablecimiento de las primas a la producci¨®n.
Tras la muerte de Mao, durante la aguda lucha por el Poder que ocup¨® al Comit¨¦ Central, de nuevo la clase obrera se hizo o¨ªr. Hubo huelgas, paros, sabotajes, manifestaciones, reivindicaciones salariales, con intervenci¨®n del Ej¨¦rcito, en diversas provincias e importantes centros industriales.
Literatura clandestina
?China ya no es la del pasado, ni tan ignorante el pueblo; la sociedad feudal del emperador Chin pertenece ya para siempre al pasado?, proclamaron los pekineses con motivo del homenaje f¨²nebre de Chu En-lai, en abril del 76, antes de ser violentamente dispersados poar el Ej¨¦rcito y lapolic¨ªa. Mao, no lo olvidemos, gustaba de identificarse con el emperador Chin Shih-huang. Y en los carteles de Li-Yi-She es la estructura sociopol¨ªtica entera la que se pone en el banquillo: ?... con esos ritos han gobernado el partido, el Estado, el Ej¨¦rcito, y esto ha conducido inevitablemente a hacer del PC chino una caricatura del viejo sistema imperial con su soberano-padre absoluto?; y se contin¨²a pidiendo respeto a las libertades individuales, a la democracia, a la legalidad socialista.
En este oto?o del 77 los corresponsales extranjeros en Pek¨ªn se?alan -fen¨®meno ins¨®lito- la aparici¨®n de literatura clandestina, novelas, manuscritos sobre temas prohibidos que circulan de mano en mano, incluso er¨®ticos como El coraz¨®n de una muchacha; los m¨¢s de cr¨ªtica pol¨ªtico-social, llegando hasta acusar al Gobierno. El cori¨¢ceo sentido del humor chino se muestra en canciones-parodia de los solemnes himnos oficiales.
Documentos, clandestinos
La apertura econ¨®mica y cient¨ªfica que el Gobierne Teng-Hua preconiza es incompatible con el aislamiento sociocultural en que China ha vivido hasta ahora. Van a darse filtraciones en uno y otro sentido de la frontera. Hace pocos meses la prensa occidental habl¨® de un documento procedente de Shanghai, salido subrepticiamente de China, en el que se ped¨ªa a la Unesco una investigaci¨®n sobre los derechos humanos en el pa¨ªs. Tambi¨¦n han sido vistos en provincias carteles que reclamaban la aplicaci¨®n de estos derechos. En Sian, un cartel ped¨ªa que fuesen publicadas dos declaraciones sobre los derechos humanos: el acuerdo de 1975 de Helsinki y la Carta 77 checoslovaca. En Kunming se abogaba por la libertad de residencia y por la abolici¨®n del sistema seg¨²n el cual marido y mujer viven separados durante a?os por asign¨¢rseles puestos de trabajo distantes.
El pueblo chino, aunque no pas¨® por la etapa de la revoluci¨®n burguesa y lleg¨® con un sistema medieval pr¨¢cticamente hasta el siglo XX, sin embargo hizo suyas desde el XIX las corrientes democr¨¢ticas modernas, defendidas por hombres de 14 talla humana e intelectual del escritor Lu Sin, del estadista Sun Yat-sen. Este pueblo luch¨® por un Frente Popular, por un Gobierno de coalici¨®n, por una Constituci¨®n garantizada por la Rep¨²blica. Durante la Campa?a de las Cien Flores, en 1956, intelectuales y estudiantes -despu¨¦s depurados- abogaron por una sociedad libre y plural. Contra los manidos argumentos de la naturaleza o el visionario panorama de ochocientos millones de conejos de indias del Hombre Nuevo, los chinos resultan tener aspiraciones a fin de cuentas similares a las de los dem¨¢s.
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