Otro triunfo angustioso del Atl¨¦tico y dos lesionados m¨¢s
El Atl¨¦tico de Madrid, cada vez m¨¢s diezmado por las lesiones y con el buen rumbo perdido casi siempre, s¨®lo super¨® ante el Elche su ya tradicional resultado de 2-1 gracias a un penalti postrero. Si el marcador vari¨® un poco respecto a anleriores partidos disputados en j¨¦l Manzanares, el juego bastante menos. Frente a un rival que demostr¨® con creces su pobreza de actuaciones fuera de casa, el equipo rojiblanco registr¨® otros dos lesionados m¨¢s y s¨®lo jug¨® bien en pequeflas dosis. El partido, pues, fue malo y raro. Incluso tuvo el contrasentido de que el mejor hombre sobre el campo, Alberto, dio en bandeja la ocasi¨®n de empatar al Elche, lo que acab¨® de descomponer a su equipo.El Atl¨¦tico salv¨® nuevamente el trance con angustia y s¨®lo comenz¨® a resolver el partido a falta de un cuarto de hora. M¨¢s o menos el plazo tambi¨¦n tradicional. En ese momento, con el equipo jugando sin m¨¢s orden que el dado a r¨¢fagas por Alberto y el individualista Leal, el joven Herencia, al que le viene grande a¨²n un puestoen el centro de campo rojiblanco, acert¨® a aprovechar el fallo del guardameta visitante. A partir de ah¨ª, el Atl¨¦tico jug¨® algo mejor, pero se debi¨® ¨²nicamente a que el Elche se abri¨® en busca del nuevo empate y descuid¨® as¨ª los f¨¦rreos marcajes que hab¨ªan dejado ver con toda claridad la impotencia actual del Atl¨¦tico para resolver situaciones. Por todo ello, el tercer gol proviniente del penalti fue una simple an¨¦cdota.
Al igual que en partidos anteriores el Atl¨¦tico empez¨® dominando ampliamente y el gol se retras¨® tambi¨¦n poco m¨¢s del habitual cuarto de hora. Minutos antes de ese momento, y cuando transcurridos los diez primeros minutos el Elche hab¨ªa tomado cada vez m¨¢s la medida de los marcajes, el silencio que presid¨ªa las gradas del Manzanres era significativo. S¨®lo un remate de cabeza de Ayala, a centro de Rubio, en el primer minuto; una jugada de Leal, que salv¨® Casuco desviando a c¨®rner ante el mismo capit¨¢n -que era el ¨²nico atacante con movilidad, y un empalme de Alberto rechazado milagrosamente por la defensa, hab¨ªan podido alterar la t¨®nica de que el cuadro de Luis dominaba, pero sin m¨¢s orden que el de Alberto, erigido en motor, aunque incapaz de que le ayudaran sus compa?eros con eficacia.
El primer gol fue fruto merecido del dominio atl¨¦tico, pero buena prueba de que el equipo no funcionaba -s¨®lo ligaba alguna que otra jugada suelta- la dio a continuaci¨®n el fallo defensivo de Alberto ante Trobbiani, emparejado con ¨¦l, precisamente, que le dej¨® solo por jugar mal al fuera de juego. Herencia ten¨ªa ya demasiado desconcierto como para organizar nada ante el pegajoso Cort¨¦s y Leal hac¨ªa la guerra por su mala cuenta con el aplicado Lorant. Para colmo ni Marcelino ni Cap¨®n se iban hac¨ªa adelante, aunque ni F¨¦lix ni Ant¨®n, sus hombres a marcar, pon¨ªan demasiado inter¨¦s en los contraataques. Realmente el Elche marc¨® de milagro gracias al fallo de Alberto, porque hasta la lesi¨®n de Cort¨¦s Roque Olsen no se empez¨® a acordar de que al f¨²tbol se debe jugar con delanteros. Entr¨® Cristo y as¨ª Sitj¨¢ tuvo un poco m¨¢s de apoyo, pasando Ant¨®n a marcar a un Herencia, que aunque se marcaba solo iba a conseguir el gol clave. As¨ª es el f¨²tbol.
De todas formas el panorama atl¨¦tico alcanz¨® poco antes del descanso caracteres desoladores. Se mostraba incapaz de zafarse del ?pressing? ilicitano, y Pacheco, lesionado tras el gol del empate, era atendido por los doctores Ib¨¢?ez y Garaiz¨¢bal, en presencia del semilesionado Reina, junto a un poste con el bal¨®n en juego. El segundo tiempo se volv¨ªa a presagiar dram¨¢tico. Cap¨®n se fue con un tir¨®n y lo hizo r¨¢pidamente, como para no desmoralizar m¨¢s al equipo y a los aficionados., pero, su sustituto, Vilches, iba a cumplir mejor de lo esperado. Pas¨® a ocupar la posici¨®n de un Ayala oscurecido con los minutos -?de qu¨¦ juega ya?- y ¨¦ste la de Cap n. Alberto y Leal pusieron el orden a las ¨²ltimas fuerzas de flaqueza atl¨¦ticas y aunque Reina salv¨® un gol ante una gran jugada de Trobbiani, el mejor hombre del Elche, un cabezazo al poste de Pereira fue la antesala del 2- 1.
Precisamente, Pereira, que se fue muchas veces al ataque, pero sin ?¨¢ngel?, dio el tono y el ejemplo de que el Atl¨¦tico actual es como una enfermer¨ªa desmoralizada. El equipo no tiene la ?chispa? de otros tiempos y el silencio de su p¨²blico en la mayor parte del partido fue significativa. Con ¨¦l se respetaba sus angustias, porque tampoco era cosa de hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo. Buena prueba de todo ello fue que al empatar el Elche sonaron unos pitos acallados r¨¢pidamente por aplausos. Estos s¨®lo sonar¨ªan despu¨¦s cada vez que el Madrid marcaba en Alicante y sus goles quedaban reflejados en el marcador electr¨®nico. Era tambi¨¦n un s¨ªntoma de que a los aficionados blancos les gusta presenciar los apuros del rival.
El Atl¨¦tico, con todo, gan¨® otra ?batallita?, pero el futuro contin¨²a present¨¢ndose desalentador. Dos hombres lesionados m¨¢s suponen ya la respetable cifra de once, aunque es de esperar la recuperaci¨®n de algunos para el pr¨®ximo domingo en Vallecas. El cuadro del Manzanares, pues, no levanta cabeza, y ahora si que puede echar la culpa a los impoderables. Pero, antes, y sin que tampoco se pueda olvidar, cabe reprocharle que ni haya fichado suficientes hombres para mantenerse, ni que'los incorporados hayan dado el irendimiento preciso. En efecto, sin ideas, sin fuerza, diezmado por las lesiones, no es precisamente el momento m¨¢s apropiado para visitar al Rayo. Aunque en el f¨²tbol, y m¨¢s a¨²n trat¨¢ndose del irregular Atl¨¦tico, nunca se sabe.
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