Las siete estaciones de Carter
ELVIAJE del presidente Carter ha concluido lejano de sus objetivos pol¨ªticos inmediatos. En el terreno de las relaciones p¨²blicas, la nueva imagen que el primer inquilino de la Casa Blanca quiere para Estados Unidos parece haber progresado en esta gira pol¨ªtica, extesivamente breve para el n¨²mero dos pa¨ªses y de temas, a pesar de las indiscreciones, contradicciones y. del excesivo idealismo que conformaron los distintos mensajes de buena voluntad.Carter parece dispuesto a instaurar en el Departamento de Estado norteamericano un nuevo eje perpendicular al cl¨¢sico bipolarismo Este-Oeste, aunque esta iniciativa se sit¨²e, por el momento, en un supuesto banco de pruebas. La gira del presidente, cuidadosamente preparada, abunda en esta idea: las capitales escogidas -Varsovia, Teher¨¢n, Nueva Delhi, Ryad, Par¨ªs y Bruselas- responden con fidelidad a los cuatro puntos cardinales de toda pol¨ªtica exterior y confirman la preponderancia del Norte-Sur, nacida en la guerra del petr¨®leo de finales de 1973.
El presidente americano seleccion¨®, tambi¨¦n, las etapas en raz¨®n de sus aliados m¨¢s incondicionales (Ir¨¢n, Arabia Saudita y Bruselas-OTAN), de las ambiciones inmediatas de su pol¨ªtica exterior (India y Oriente Pr¨®ximo) y dispuesto a no desperdiciar los efectos pol¨ªtico-publicitarios de su espectacular viaje en la pol¨ªtica interna de algunas naciones. anfitrionas (Polonia y Francia) y en su propio territorio.
Los resultados, del viaje son m¨¢s bien modestos, en comparaci¨®n con sus ambiciosos objetivos. En el punto m¨¢s importante de la gira la crisis del Pr¨®ximo Oriente, Carter s¨®lo ha conseguido tensar un poco m¨¢s las drizas que separan las posiciones ¨¢rabes en el conflicto y que encabezan Damasco y El Cairo. En. Teher¨¢n, su encuentro con Hussein no sirvi¨® para incorporar al rey hachemita a los trabajo de la, Conferencia de El. Cairo, al menos de manera inmediata. Pero este, Previsible impasse -el Gobierno de. Aminan acababa de hacer p¨²blico un no tajante al plan Begin- era poca cosa en comparaci¨®n con el desconcierto y la indignaci¨®n que causaron en el mundo ¨¢rabe, y en especial en, Egipto, sus declaraciones contra la creaci¨®n de un Estado palestino independiente a tan s¨®lo pocas horas de iniciar la tourn¨¦e intercontinental.
Tanta franqueza, inspirada por la pol¨ªtica exterior, no secreta, de Cyrus Vance, y el no menos gr¨¢fico by, by OLP de su consejero Zbigniew Brzezinski, no pudo ser compensada con la escala t¨¦cnica en Asu¨¢n para una fugaz entrevista Carter-Sadat (y otr¨¢ Cartera-Schmidt) y con su discreta marcha atr¨¢s: ?Israel debe abandonar los territorios ocupados en 1967; los palestinos deben tener una patria?, sin menci¨®n a la palabra Estado. A esta pol¨ªtica, de pasos inciertos, tampoco se adhiri¨® AraliaSaudita, que decidi¨® permanecer en el quicio del enfrentamiento inter¨¢rabe.
En Polonia, am¨¦n de los fallos, de traducci¨®n, su encuentro con Gierek estuvo.marcado por la cortes¨ªa la distensi¨®n y por una declaraci¨®n sobre los derechos humanos que no gust¨® en el Este, que complaci¨® a los cerca de ocho millones (votantes) de polacos norteamericanos y que el presidente Carter no se atrevira a repetir en Ir¨¢n, donde su fiel aliado, el sha, insisti¨® sobre la necesidad de mejorar su ya poderoso arsenal militar.
Nueva Delhi fue una etapa estrat¨¦gica. La presencia norteamericana en ¨¦ste. m¨¢ximo representante del Tercer Mundo constituye uno de los m¨¢s claros objetivos de la pol¨ªtica USA.desde que Indira Gandhi fue derrotada en las urnas. Carter consigui¨®, en este plano, mijorar la postura de su pa¨ªs en ¨¦l.Indico, pero no lleg¨® a doblegar al primer ministro, Desai, en su pol¨ªtica de proliferaci¨®n nuclear.
Fue en la capital, hind¨² donde los micr¨®cr¨®fonos, traicionaron a Carter y a su, mesi¨¢nica imagen de defensor de los derechos humanos y de la democracia, tal y como la present¨® y cant¨® en Par¨ªs, con bombo.y platillo ante l¨¢ decepci¨®n general de la prensa gala (?a qui¨¦n se le ocurre explicar, en el pa¨ªs de Chauvin, la teor¨ªa de la democracia en los pa¨ªses industrializados, cuando el propio Giscard d'Estaing el autor de un libro titulado Democracia francesa!). A trav¨¦s e unos micr¨®fonos, el presidente dijo en Nueva Delhi -que cre¨ªa cerrados-, que, en la cuesti¨®n nuclear, Desai era un ?intratable? y que merec¨ªa una ?fr¨ªa? carta desde Washington para recordarle la posici¨®n norteamericana.
El canto a la democracia en Francia, minimizando la crisis econ¨®mica internacional, y las breves y tradicionales palabras al¨ªaidas de Bruselas no sirvieron para elevar el tono y los resultados del viaje del presidente norteamericano, aunque confirmen su buena voluntad y deseo de establecer con franqueza la democracia, la distensi¨®n y los derechos del hombre, donde y como sea posible.
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