El esc¨¢ndalo de las armas dificulta la soluci¨®n de la crisis portuguesa
El ?caso Edmundo Pedro?, dirigente socialista y presidente de la TV portuguesa detenido hace tres d¨ªas acusado de posesi¨®n indebida de armas, est¨¢ adquiriendo proporciones de aut¨¦ntico esc¨¢ndalo nacional. La prensa conservadora de Lisboa no vacila en hablar de un Watergate portugu¨¦s. M¨¢s que el asunto en s¨ª, lo que suscita interrogantes es el momento en que estalla el esc¨¢ndalo. Es evidente el inter¨¦s que una noticia de este tipo puede tener para las fuerzas interesadas en hacer fracasar a Mario Soares en su intento de constituir un nuevo Gobierno.
La revelaci¨®n del caso no estar¨ªa ajena a las dificultades de ¨²ltima hora surgidas para la concretizaci¨®n del acuerdo entre socialistas y dem¨®crata cristianos (CDS); estos ¨²ltimos han endurecido exigencias reivindican de nuevo la cartera de Asuntos Exteriores.Pero en fuentes bien informadas se inclina m¨¢s bien a buscar a los instigadores del esc¨¢ndalo en el seno del propio Partido Socialista.
Se atribuye el ascendente pol¨ªtico adquirido en el seno del partido por personalidades como Manuel Alegre o Edmundo Pedro a un aut¨¦ntico ?chantaje?, ejercido sobre la direcci¨®n del partido y el propio Mario Soares, con la manipulaci¨®n de los fondos de origen ?extralegal? y con la amenaza de acerca del asunto de las armas.
La versi¨®n oficial del Partido Socialista es que dichas armas pertenecen al arsenal que fue distribuido a elementos civiles que tomaron parte, al lado de las fuerzas actualmente en el poder, en la resistencia al intento de golpe de Estado del 25 de noviembre.
?Qu¨¦ cr¨¦dito merecen hoy las palabras de Mario Soares en septiembre de 1975, seg¨²n las cuales el PS ?no dispon¨ªa de armas y no ten¨ªa vocaci¨®n para formar milicias armadas?, cuando un dirigente de su partido reivindica, con mucho orgullo, el hecho de haber distribuido armas a civiles el 25 de noviembre? Sin contar las implicaciones misteriosas que el caso revela a nivel de la jerarqu¨ªa militar.
La polic¨ªa judicial que investiga el caso afirma, por su parte, que las armas no llevan n¨²mero. Esto quiere decir que no proven¨ªan de un cuartel o de un lote de armas entrado ?normalmente? en los c¨ªrculos oficiales, sino que proced¨ªan directamente de la f¨¢brica y que fueron sustra¨ªdas a su destino, merced a complicidades altamente colocadas en la jerarqu¨ªa del ej¨¦rcito.
Las autoridades militares, el propio presidente Eanes, quien coordinaba las operaciones del comando paralelo creado al margen del poder leg¨ªtimo de entonces, encabezado por el presidente Costa Gomes, pueden aconsejar a Mario Soares y al jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, el general Rocha Vieira, que dejen de encubrir a los ?elementos corrompidos? situados en su c¨ªrculo de colaboradores directos. Si no lo hacen, dejar¨¢n crecer la convicci¨®n de que ?algo est¨¢ podrido en el reino de Portugal?, y una cierta derecha se prepara para recoger todos los frutos de este desprestigio que puede salpicar hasta al presidente de la Rep¨²blica.
Un ejemplo de esto lo da el cotidiano O Dia al atacar frontalmente la versi¨®n oficial del ?caso Edmundo Pedro? y afirmar que seg¨²n fuentes pr¨®ximas al servicio de informaci¨®n del Estado Mayor de las FFAA, seg¨²n las cuales ?una peligrosa red de contrabandistas implantada al m¨¢s alto nivel? se dedicar¨ªa a introducir clandestinamente en Espa?a armas de guerra fabricadas en Portugal y destinadas a organizaciones de extrema izquierda, concretamente la ETA y otras fuerzas extremistas. Un hermano de Edmundo Pedro estar¨ªa implicado en este caso.
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