La crisis de la prensa
El pasado d¨ªa 12 public¨® EL PA?S, en su ¨²ltima p¨¢gina, un informe de Jos¨¦ F. Beaumont sobre la crisis de la prensa titulado ?Los espa?oles leen cada vez menos peri¨®dicos?. ?Crisis de confianza en la prensa diaria?. Tales t¨ªtulos no responden, a mi juicio, a la realidad y, desde luego, chocan con mi opini¨®n implicada en el texto del informe. Y porque el tema es sumamente grave, habida cuenta del papel que le toca desempe?ar a la prensa en el dif¨ªcil desarrollo democr¨¢tico en que estamos comprometidos, me veo en la obligaci¨®n de aclarar mi posici¨®n ante el tema -sobremanera cuando se me cita en el informe en mi condici¨®n de presidente de la Agrupaci¨®n Nacional de Prensa Diaria- y, al tiempo, colaborar con el esfuerzo de s¨ªntesis hecho por Jos¨¦ Fern¨¢ndez Beaumont para ofrecer a los lectores un diagn¨®stico de tan intrincado asunto.Seg¨²n datos procedentes de los distintos peri¨®dicos diarios espa?oles, contrastados con el control de OJD, la difusi¨®n total de la prensa diaria durante los a?os 1976 y 1977, es pr¨¢cticamente igual a la registrada en el a?o 1975. La venta de peri¨®dicos, pues, se mantiene, a pesar de que los acontecimientos extraordinarios del segundo semestre del a?o 75 produjeron un fuerte aumento, evidentemente circunstancial, de las ventas. De lo anterior, se sigue que no hay crisis de confianza en la prensa diaria, puesto que el lector sigue buscando en el peri¨®dico diario el alimento informativo e intelectual que pide su condici¨®n de ente social y pol¨ªtico.
El mantenimiento de la difusi¨®n, relacionado con la aparici¨®n de nuevos peri¨®dicos, nos ofrece un dato a tener en consideraci¨®n, a saber, el trasvase de lectores de un peri¨®dico a otro.
Sentado esto, insistir¨¦ en lo que vengo sosteniendo hace a?os en mis escritos e intervenciones orales sobre la cuesti¨®n. Que la crisis por la que atraviesa la prensa espa?ola es de naturaleza econ¨®mica. Debiendo matizar que la crisis no es de hoy, ni exclusivamente espa?ola. Sus causas son antiguas, complejas y mal conocidas, y su ¨¢mbito alcanza a todos los pa¨ªses de Europa Occidental. A Espa?a llega con retraso, cuando los gobiernos y parlamentos de los pa¨ªses europeos hace tiempo que tomaron en¨¦rgicas medidas para salvar a los peri¨®dicos de la quiebra. Se trata de una crisis complicada. De ello he escrito en repetidas ocasiones y, ¨²ltimamente, en el diario Informaciones los d¨ªas 26, 27, 28 y 29 de abril de 1977. Merecen destacarse, como ingredientes de la crisis, las notas de baja productividad, consecuencia de la vejez de las instalaciones industriales, cuya renovaci¨®n no ha podido llevarse a cabo, dada la elevada cuant¨ªa que supone la inversi¨®n y la falta de recursos de las empresas period¨ªsticas para hacer frente a ella, de un lado; y, de otro, un proceso inflacionario galopante de los diversos costos de fabricaci¨®n del peri¨®dico.
Frente a los costos crecientes hay dos ¨²nicos ingresos: el precio del peri¨®dico, que ha de mantenerse muy por debajo de su costo real para llegar al mayor n¨²mero posible de lectores, y los recursos procedentes de un mercado publicitario en franca recesi¨®n. Tales ingresos, hoy por hoy, son insuficientes para mantener el equilibrio empresarial.
Coincido con el informe en calificar de ?urgent¨ªsimas? las soluciones que est¨¢ pidiendo la crisis. No se trata de un problema de periodistas y empresarios de prensa, sino de un problema que afecta a toda la sociedad espa?ola. Y nuestrodeber de profesionales de la informaci¨®n es hacer una llamada en causa al Gobierno, a las Cortes, a las fuerzas sociales y pol¨ªticas del pa¨ªs, para que se ponga remedio a tan grave problema.
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