La muerte de "Pertur"
LA INFORMACI?N facilitada por la familia de Eduardo Moreno Bergareche acerca de las sombr¨ªas circunstancias que rodearon la muerte del dirigente de ETA (rama pol¨ªtico-militar), durante el mes de julio de 1976, y su sospecha de que el asesinato pudo ser cometido por algunos de sus compa?eros, integrados entonces en los grupos armados aut¨®nomos (bereziak) y, m¨¢s tarde, fusionados con ETA (rama militar), ha dado lugar a una airada respuesta y un en¨¦rgico desmentido de los dirigentes de la organizaci¨®n terrorista que, con sus atentados y asesinatos, contin¨²a tratando de desestabilizar la normalizaci¨®n democr¨¢tica en Espa?a y los avances del Pa¨ªs Vasco hacia la autonom¨ªa.La reacci¨®n era inevitable. Algunos de los informadores ten¨ªan con el fallecido Pertur no s¨®lo relaciones familiares, sino tambi¨¦n vinculaciones pol¨ªticas. El hermano de la v¨ªctima, militante de uno de los partidos que hoy forman Euskadiko Ezkerra, cit¨® en la conferencia de prensa la conocida frase de que la ?verdad es siempre revolucionaria ? para justificar sus declaraciones. Pero tambi¨¦n es una vieja tradici¨®n de las organizaciones grupusculares y violentas considerar a la pol¨ªtica como una actividad plenamente aut¨®noma, desvinculada de las reglas de la moral de la sociedad circundante y de las normas de pensamiento l¨®gico y de preocupaci¨®n por la veracidad inherentes a una mentalidad racional.
Las revelaciones de la familia Moreno Bergareche empa?an seriamente la imagen de s¨ª mismos que los etarras han tratado de perpetuar in¨²tilmente desde el inicio de la transici¨®n a la democracia. Y la carta p¨®stuma de Pertur, escrita poco antes de su asesinato, es un triste recordatorio de la dial¨¦ctica infernal que mueve a las vanguardias armadas, que se sit¨²an fuera de la vida cotidiana -de trabajo y de esfuerzo- de ese mismo pueblo cuya representaci¨®n y defensa arbitrariamente se arrogan. La violencia llama a la violencia y la sangre llama a la sangre; y esas pulsiones homicidas, proyectadas primero hacia los adversarios, terminan por dirigirse hacia el interior del grupo y hacia los propios compa?eros. No es una historia nueva. Ni los etarras han inventado la vanguardia y la violencia, ni los dramas sangrientos de los ajustes de cuentas fratricidas entre revolucionarios aislados de la lucha popular son exclusiva suya. El argumento de que la eventual responsabilidad de la muerte del dirigente de ETA (pol¨ªtico-militar) recaer¨ªa, en todo caso, sobre militantes aislados y no sobre la organizaci¨®n es una falacia pueril, pues son esas estructuras las que engendran el fanatismo y la locura de los ?incontrolados?.
Por lo dem¨¢s, cuando Pertur escrib¨ªa, doce d¨ªas antes de su desaparici¨®n, que la organizaci¨®n exiliada de ETA hab¨ªa sido transformada ?no en un colectivo de revolucionarios, sino en un Estado polic¨ªa, donde cada uno sospecha del vecino y ¨¦ste del otro?, y cuando se?alaba que no pod¨ªa zafarse ?de esa din¨¢mica infernal de las conspiraciones, del infundio, de la mentira, de esa din¨¢mica que tiende a eliminar rivales pol¨ªticos, no por medio del debate pol¨ªtico, sino a trav¨¦s de sucias maniobras? estaba, a la vez, relatando con frases parecidas una experiencia semejante a otras ocurridas en distintas latitudes y ¨¦pocas, y prefigurando lo que ser¨ªa esa hipot¨¦tica ?Euskadi independiente y socialista? conquistada por la fuerza de las armas de los etarras.
Por lo dem¨¢s, la muerte de Pertur, primero, y el encarcelamiento en Francia de Apala, despu¨¦s, sirvieron de consigna pol¨ªtica y humanitaria para movilizar en el Pa¨ªs Vasco, en el ¨²ltimo a?o y medio, a decenas de miles de ciudadanos. Es un tema para la reflexi¨®n recordar que tal vez un sector de los organizadores de esas manifestaciones, que comportaron la p¨¦rdida de vidas humanas y el enconamiento de los odios, sospechaban que ni Eduardo Moreno Bergareche hab¨ªa sido asesinado por servicios paralelos o grupos ultraderechistas, ni Miguel Angel Apalategui estaba por completo libre de que alguien pudiera imputarle responsabilidades por esa muerte.
Finalmente, se?alemos que la respuesta de ETA militar, al acusar de chantaje pol¨ªtico a la familia de Pertur y reprocharles su instrumentalizaci¨®n al servicio de la derecha y la ?contrarrevoluci¨®n?, pertenece al repertorio de frases hechas habituales en estos casos. Y que la r¨¦plica de los acusados saca de su propia sencillez toda su grandeza: ?Nosotros, y el pueblo, tenemos derecho a saber toda la verdad. ?
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