Dejemos a los ¨¢rbitros

La incidencia del f¨²tbol en la opini¨®n p¨²blica contin¨²a siendo grande, no cabe duda. Salvo casos excepcionales -el judo, actualmente- las pol¨¦micas se plantean siempre alrededor del bal¨®n redondo. De forma ideal s¨®lo quedan los verdaderos aficionados al deporte, que se asombran por los logros concretos en cualquier especialidad y que precisamente por eso consideran que el f¨²tbol actual -el espa?ol, para m¨¢s datos- tiene ya de todo menos de deporte.Lo m¨¢s lamentable, sin embargo, es que los protagonismos de nuestro f¨²tbol est¨¢n a¨²n m¨¢s desorbitados que lo ya ?anormal?. No nos hemos contentado -la prensa, sobre todo- con popularizar m¨¢s a un jugador que a un intelectual o un pol¨ªtico,sino que nos hemos empe?ado en convertir en ?estrella? al sufrido ¨¢rbitro de turno. Justamente el personaje que deber¨ªa pasar m¨¢s inadvertido, pese a sus errores, ocupa ya desde hace bastante tiempo las primeras p¨¢ginas de actualidad.

Queremos olvidar que al se?or Burgos N¨²?ez, el colegiado m¨¢s joven y con buenas actuaciones de la nueva ola honrada a carta cabal, le ?invitan a descansar? un mes por no ver tanto como una c¨¢mara de televisi¨®n. En el partido Atl¨¦tico de Madrid-Valencia s¨®lo observ¨® la acci¨®n de Rub¨¦n Cano y no las de Arias y Botubot. Lo queremos olvidar, porque una cosa es la informaci¨®n y otra la provocaci¨®n. Criticando tanto a los ¨¢rbitros, haci¨¦ndoles protagonistas, empezamos a agredirles. Pong¨¢monos todos ?vallas?.