"No nos iremos, porque nunca se har¨¢ la paz"
Literalmente encajada en la costa del Mediterr¨¢neo, bordeada de un palmeral, Yamith, nacida de las arenas del desierto, se parece a una ciudad de ensue?o. Por lo dem¨¢s, Yamith naci¨® de un sue?o: el del general Moshe Dayan. All¨¢ por 1970 Dayan hab¨ªa declarado: construiremos aqu¨ª una ciudad, Yamith. Habr¨¢ hoteles para el turismo y un gran puerto. Yamith tendr¨¢ 250.000 habitantes.Hoy Yamith no tiene todav¨ªa puerto, ni siquiera hotel. Pero sus 16.000 habitantes, j¨®venes parejas en su mayor¨ªa, se sienten orgullosos de la ciudad fundada hace tan s¨®lo tres a?os. De concepci¨®n ultramoderna, Yamith se encuentra libre de todo tr¨¢fico de autom¨®viles. No se ven postes el¨¦ctricos. ?Todav¨ªa no ha llegado la electricidad? En absoluto. El urbanista encontraba que eso hac¨ªa feo y meti¨® todos los cables por debajo de las casas.
Entonces, ?todo es perfecto en Yamith? No exactamente. ?No, por el momento?, corrige Raquel, encargada de una guarder¨ªa. Se r¨ªe. Raquel adora Yamith. Pero solamente hay un autob¨²s para ir a Tel-Aviv, a Bercheva o a Ashkelon. No hay hospital. Ni ginec¨®logo, ni siquiera pediatra. Cuando un ni?o se pone enfermo, hay que ir a AshkeIon. Es el lugar m¨¢s pr¨®ximo: una hora de autob¨²s.
"Quieren entregarnos"
Pero esto no es muy grave. Otras preocupaciones mucho m¨¢s sellas quitan el sue?o a los habitantes de Yamith. ?Ellos quieren entregarnos a Sadat.? ?Ellos? ?Qui¨¦nes son ellos? ?Begin, Dayan, el Gobierno.? Pero,Moshe Dayan era quien... ?S¨ª, s¨ª., Al principio Dayan dec¨ªa-: "Venid todos cuantos quer¨¢is.- Y nosotros hemos venido. Al comenzar no hab¨ªa m¨¢s que dunas. Pero la ciudad creci¨® pronto, como un champi?¨®n. Y ahora que ya estamos instalados, el propio Dayan viene a decirnos: "No hay nada que hacer. Esto ser¨¢ de Egipto, Conservar¨¦is vuestras casas, vuestra ciudad, protegidos por una fuerza de defensa israel¨ª, pero todo bajo soberan¨ªa egipcia. Lo hacemos por la paz. Si os opon¨¦is, el pueblo israel¨ª no os seguir¨¢, no os apoyar¨¢." Por qu¨¦ no nos apoyar¨¢, me pregunto. ?Acaso nosotros no somos pueblo israel¨ª??Yehudith Shaflan, unos treinta a?os, es una de las ?veteranas? de Yamith. Vive aqu¨ª desde hace dos a?os, con su marido, t¨¦cnico en construcci¨®n, y su hija, de siete a?os. Pintora, redactora del diario local, miembro del consejo municipal, Yehudith se encuentra llena de amargura. ?Le he respondido a Dayan: ?vivir aqu¨ª bajo soberan¨ªa egipcia? Nunca Todo el mundo se ir¨¢. Se evacuar¨ªa la ciudad y toda la regi¨®n de Raflah a continuaci¨®n. ?
"Yo no creo en esa paz"
Arriesgo una pregunta: Comprendo su c¨®lera ?pero piensa realmente que setecientas familias -Yamith y los otros nueve enclaves de la regi¨®n de Rafiah no cuentan m¨¢s que con setecientas familias jud¨ªas en total- deben dictar las negociaciones de paz en Israel? ?Estar¨ªa de acuerdo en que se renuncie a la paz para que ustedes puedan seguir aqu¨ª?Aparentemente, Yehudith est¨¢ acostumbrada a esta pregunta
Responde inmediatamente, sin asomo de duda: ?En primer lugar, Sadat no quiere todav¨ªa hacer la paz. En segundo lugar, si nuestra presencia aqu¨ª hace imposible la paz, yo no creo en esa paz ... ?
En la oficina de construcci¨®n de Yamith nos encontramos con Abraham, unos cincuenta a?os, pintor de interiores. Vino a informarse sobre el precio de las casas. Nada libre por el momento, pero se construyen nuevos edificios a ritmo acelerado. Inmensas gr¨²as levantan las unidades prefabricadas, rodeadas de hormigoneras. Abraham mira el contrato. Tendr¨¢ que pagar 110.000 libras israel¨ªes (poco m¨¢s de medio mill¨®n de pesetas) al contado, y el resto, 150.000 libras, a plazos en veinte a?os. Abraham encuentra que las condiciones son muy favorables. Piensa firmar el contrato y, cuando la casa est¨¦ construida dejar¨¢ Ashkelon, donde vive desde hace veinte a?os.
??Va a pagar usted 110.000 libras al contado en un momento en que se habla de entregar toda la regi¨®n a Egipto?? Abraham sonr¨ªe: ?Se habla, pero eso no suceder¨¢ nunca.?
Cincuenta personas han comprado terrenos de una media dunan (unos quinientos metros cuadrados) por familia para construir viviendas individuales. Y ello solamente en los ¨²ltimos diez d¨ªas. Est¨¢ claro, los israel¨ªes est¨¢n convencidos de que Yamith y el resto de la regi¨®n de Rafiah no ser¨¢n entregados a Egipto. Diga lo que diga Dayan, negocie lo que negocie Weizman (con Gamassi), los israel¨ªes de Yamith est¨¢n tranquilos.
?Te gusta trabajar aqu¨ª?? Ahmed, joven, de unos dieciocho a?os, r¨ªe ense?ando los blancos. dientes que contrastan con su tez. oscura de beduino. ?Se dice que los jud¨ªos se ir¨¢n pronto de aqu¨ª. ?T¨² crees que es cierto? ?
Ahmed r¨ªe, pero no responde. ?Quieres que los jud¨ªos se vayan o prefirir¨ªas que se queden??.
- ?Y si yo dijese que quiero que los jud¨ªos se vayan, ?se ir¨ªan?? Ahmed se r¨ªe ahora abiertamente de su propia broma. Me da una palmada en la espalda y vuelve a las plantas.
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