El campe¨®n de Espa?a de caza es un pastor que no sabe qui¨¦n es Castej¨®n
Leonardo Requena es un pastor de un pueblo de Albacete llamado Munera. Tiene 35 a?os, est¨¢ casado y es padre de ocho hijos. Sus ingresos oscilan alrededor de las 15.000 pesetas mensuales y su afici¨®n a la caza naci¨® hace veinte a?os por la perentoria necesidad de comer. Desde hace unos d¨ªas es el campe¨®n de Espa?a de caza menor con perro. No sabe qui¨¦n es Benito Castej¨®n y se pregunta, como deportista que es, a d¨®nde van a parar los millones del deporte espa?ol.
La caza, como deporte de competici¨®n, la instituy¨® el fallecido Jaime de Fox¨¢ cuando era presidente de la Federaci¨®n Espa?ola, hace m¨¢s de diez a?os. Las reglas por las que se fij¨® el campeonato fueron las siguientes, y que a¨²n perduran: las sociedades presentan un cazador, generalmente el mejor elasificado de los concursos sociales, al campeonato provincial. El vencedor disputa el regional, y el ganador de ¨¦ste, el nacional, al que llega tambi¨¦n de manera directa el campe¨®n de la ¨²ltima edici¨®n.En estos campeonatos la aristocr¨¢tica caza pierde su sentido. Todos los participantes salen a la carrera con un juez detr¨¢s, que ir¨¢ comunicando al puesto de control las piezas abatidas. Por delante s¨®lo hay un terreno generalmente muy duro, sin excesiva abundancia de caza y nadie que levante las piezas. La caza recobra entonces su verdadero significado, y aqu¨ª es donde los ?se?oritos? que practican el ojeo sucumben ante los verdaderos cazadores, que son capaces de andar cuarenta kil¨®metros y llegar al control con veinticinco kilos de peso de las perdices Y liebres colgadas.
En el campeonato de Espa?a, que se celebr¨® a finales de enero en tierras de Chinchilla, diecis¨¦is participantes se reunieron para ver qui¨¦n era el mejor. Entre ellos, un pastor, Leonardo Requena, con una escopeta de fabricaci¨®n nacional que se ca¨ªa de vieja y un perro, Charly, que le dej¨® un amigo del pueblo donde vive, Munera.
Leonardo sab¨ªa que no llevaba la mejor escopeta -?si yo llevase esas que llevan otros y que hacen llegar el tiro diez metros m¨¢s lejos que la m¨ªa...?-, pero ¨¦l sab¨ªa mejor que nadie d¨®nde estaba la caza: ?Desde los doce a?os estoy en el campo, con las ovejas; se aprende mucho. Yo he visto en otros campeonatos buscar las perdices en sitios donde no pod¨ªan estar.? El s¨ª supo d¨®nde estaban y tras cuarenta kil¨®metros recorridos en siete lioras lleg¨® al control con doce perdices, ocho liebres y dos conejos. M¨¢s caza que nadie, en fin.
Se dijo que hab¨ªa ganado porque, el campeonato se hab¨ªa hecho en una zona parecida en la que ¨¦l suele cazar. Esto no le preocupa. El suele cazar en los alrededores de Munera; all¨ª la sociedad a la que pertenece posee un coto local donde caza las "perdices que luego cambia en la carnicer¨ªa del pueblo por filetes: ?En mi casa somos muchas bocas, es posible que haya una m¨¢s en camino, y tambi¨¦n hay que comer carne. Perdiz tomamos alguna vez, con fideos.
Muchas preguntas
Ahora que es todo un campe¨®n de Espa?a, Leonardo se hace muchas preguntas. Tiene una gran, magn¨ªfica copa en su ?palacio? -como llama a su hogar-, pero que no es casa de vitrinas donde lucir los trofeos. El fr¨ªo penetra en ella hasta los huesos y los ocho hilos juegan en una habitaci¨®n. ?Para qu¨¦ quiero yo esa copa -se pregunta- si mi obligaci¨®n es dar de comer a la familia y con esto -se?ala a la copa- usted ya me dir¨¢.? En el fondo, piensa en los 6.000 millones de pesetas que gasta el deporte espa?ol al cabo del a?o. Cuando el tema sale a re lucir dice simplemente que en algo se gastar¨¢n y apostilla: ?Me gusta respetar las ideas de los dem¨¢s y all¨¢ cada cual con su conciencia.?La verdad es que el dinero del deporte ¨¦spa?ol no ha llegado a Leonardo ?el pastor?. Ni siquiera us¨® la habitaci¨®n que le reservaron en un hotel de cuatro estrellas en Albacete la noche anterior del campeonato y que s¨ª usaron, en cambio, hasta periodistas con cargo al presupuesto federativo. ?En el hotel hab¨ªa mucho jaleo -dice Leonardo- y prefer¨ª venir hasta mi casa a dormir, aunque s¨®lo fuese dos horas. Adem¨¢s, el calor ese artificial que hay en esos sitios a m¨ª no me va.?
Cuando acab¨® el campeonato, el presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Caza, Jos¨¦ Mar¨ªa Leblanc, dijo a Leonardo que ya le llamar¨ªan. De momento ¨¦l sigue tranquilo, levant¨¢ndose al amanecer para llevar las ovejas al campo y regresando cuando se pone el sol. Fuma poco, bebe menos y apenas se te ve por los bares del pueblo jug¨¢ndose el caf¨¦ o la copa. El dice que no le gustan las cartas -?oiga, cuando hay que jugar, se juega?- y prefiere su ?palacio? y acostarse temprano para esperar el sol del d¨ªa siguiente.
Este hombre, que vot¨® a Felipe Gonz¨¢lez en las elecciones, que no conoce a Benito Castej¨®n -??qui¨¦n es ¨¦se?? ?Que es el mandam¨¢s del deporte espa?ol? ?Pues muy bien!?- es uno de los mejores deportistas espa?oles. Su copa de campe¨®n de Espa?a as¨ª lo acredita, porque la caza es uno de los 51 deportes reconocidos en Espa?a como tal, y que, dicho de paso, mueve al cabo del a?o 17.000 millones de pesetas. Esta cantidad la desconocia. Lo ¨²nico que sabe es que cada cartucho que gasta puede proporcionarle unos gramos de carne, y es capaz de matar tres perdices de tres disparos. Fallar es un lujo para Leonardo ?el pastor?. Y paradojas del deporte: las piezas que mat¨® en el campeonato fueron, como todas, destinadas a un centro ben¨¦fico. A ¨¦l nadie le hab¨ªa pagado el importe de los cartuchos. Ni antes ni ahora.
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