La fiesta de carnaval recupera lentamente sus ra¨ªces populares
La recuperaci¨®n de las fechas tradicionales para celebrar el carnaval no ha cogido desprevenidos a los gaditanos y tinerfe?os, que, a pesar de la prohibici¨®n gubernativa siguieron celebrando su carnaval durante el franquismo, aunque este fuera un carnaval adulterado, donde a la m¨¢scara se le llamaba disfraz y el carnaval fiestas de invierno.Los carnavales de este a?o, segundo de la nueva ¨¦poca, tendr¨¢n un mayor protagonismo popular. En esa l¨ªnea se mueve el programa de fiestas de la Corporaci¨®n municipal de C¨¢diz, que ha concedido una especial atenci¨®n a las agrupaciones folkl¨®ricas (chirigotas, comparsas, cuartetos y coros) y a los actos populares de los barrios.
Destaca especialmente la actuaci¨®n de los coros, cuyas letras son un reflejo de los problemas y preocupaciones populares. As¨ª, ha tenido un especial ¨¦xito una letra del coro La Guillotina, que canta con m¨²sica de tanguillo los sucesos de octubre durante la crisis de los astilleros de la bah¨ªa gaditana:
?Todas nuestras calles las dejamos solas / para que tranquilos vieran la ciudad / con sus escopetas y balas de goma / al tiro al blanco pudieron jugar.?
?No se pudo evitara la generosidad / y cayeron muchos regalos / una mesa y una silla / una plancha y un lavabo. / Qu¨¦ amabilidad la de ese gaditano / que dio una nevera a los invitados.?
El carnaval tinerfe?o tambi¨¦n ha resultado favorecido con la nueva situaci¨®n. Quiz¨¢ la caracter¨ªstica m¨¢s sobresaliente del carnaval 1978 en Santa Cruz de Tenerife sea la definitiva consagraci¨®n de las comparsas como elemento esencial del mismo. Esta paulatina americanizaci¨®n, con un estilo y formas propias, en la que el ritmo de la samba se combina con lo m¨¢s genuino del folklore canario, da un atractivo especial a estos carnavales. Pero la caracter¨ªstica m¨¢s notable de los nuevos carnavales espa?oles es su politizaci¨®n. Tal vez por haber sido prohibida durante cuarenta a?os, ahora, esta fiesta popular centra su atenci¨®n en la cr¨ªtica e iron¨ªa pol¨ªtica.
El a?o pasado, primero de la legalidad carnavalesca, Catalu?a demostr¨® la aut¨¦ntica raigambre popular de sus Carnestoltes que se celebraron masivamente en casi todos los pueblos y ciudades, destacando las grandes fiestas de Barcelona, Vilanova i la Geltr¨² y Girona. Barcelona no podr¨¢ celebrar este a?o sus carnavales tras ser prohibidos por el Gobierno Civil de esta ciudad, por temor a ?un aumento de riesgo contra personas y bienes?. S¨ª lo festejar¨¢n sin embargo el resto de las localidades, esper¨¢ndose que en Vilanova i la Geltr¨², donde el Carnestoltes tiene una gran tradici¨®n, y el a?o pasado tuvo un fuerte matiz pol¨ªtico, la afluencia de barceloneses sea motivo de un carnaval sin precedentes.
A pesar de que los carnavales que se celebraron el a?o pasado en Espa?a no arrojaron ning¨²n incidente, la celebraci¨®n de estos festejos siempre ha sido vista con temor por las autoridades. Carnavales multitudinarios como el de R¨ªo de Janeiro arrojan todos los a?os elevadas cifras de accidentes y muertos. En 1977 fueron 161 las personas que fallecieron durante los cuatro d¨ªas que dur¨® el carnaval en esta ciudad de Brasil.
La prohibici¨®n de los carnavales en Barcelona ha provocado la repulsa y extra?eza de diversos sectores y organizaciones de esta ciudad. En una nota dada a conocer por la Juventud Comunista de Catalunya, ¨¦stos manifiestan que ?ampararse en posibles alteraciones del orden para prohibir las celebraciones populares, no ayuda al actual proceso de la consolidaci¨®n de la democracia en nuestro pa¨ªs?.
Galicia es otra regi¨®n espa?ola donde las flestas de carnaval siempre tuvieron profundas ra¨ªces. Para los gallegos la alegr¨ªa desenfrenada se mezcla con cierto misterio ancestral. Es tiempo de antroido, de entrada en la cuaresma.
La larga represi¨®n tambi¨¦n afect¨® profundamente a los carnavales gallegos. Ahora se intentan resucitar las comparsas, el entierro del antroido y los choqueiros de Sada, localidad de la comarca coru?esa donde el carnaval ha tenido mayor relevancia y arraigo.
La expresi¨®n m¨¢s generalizada en todas las localidades que hoy celebran su carnavales que ?esto no es lo que era?. En cualquier caso, el carnaval ha sido recuperado por quien lo cre¨® y sostuvo, es decir, el pueblo, a pesar de esos cuarenta a?os de prohibici¨®n gubernativa de unas fiestas, reflejo de un cierto sentido l¨²dico de la vida, contrapuesto a esa Espa?a negra de la muerte de la que tanto se ha escrito.
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