Los desastres de la guerra
Puede decirse, y con causa fundada, que ¨¦sta es la ¨²ltima edici¨®n leg¨ªtima de Los desastres de la guerra, tal como los concibiera y concibiera al aguafuerte don Francisco de Goya, y antes de que, en la de 1937, se perpetraran los mil infortunios (la falta de acerado, entre ellos) que hab¨ªan de dar definitivamente al traste con las planchas originales. Y si hay pocas dudas en cuanto a la calidad de la carpeta, menores han de ser los recelos en lo que a autenticidad concierne. Certificada, numerada y sellada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (y notarialmente rubricado cada uno de sus ochenta ejemplares), la presente edici¨®n de Los desastres, dada a la luz en 1930, reproduce, con todo el asombro de la verosimilitud, el pulso inimitable del genio de Fuendetodos.Recuperar la vera historia de esos Desastres de la guerra, ser¨ªa tanto como reconstruir un largo cap¨ªtulo de la vida de su hacedor: una complej¨ªsima andanza que se inicia en 1808 y no concluir¨¢ sino con la vida del artista, e incluso ha de verse prolongada 35 a?os despu¨¦s de su muerte: Falleci¨® Goya en 1828, y la primera edici¨®n de sus Desastres, realizada por el grabador Laurenciano Potenciano, no se producir¨ªa hasta 1863. Adquirida por la Real Academia de San Fernando, la carpeta vio la luz en la fecha citada, con una disposici¨®n an¨¢loga a la que ahora nos es dado contemplar: ochenta aguafuertes, a los que luego se agregaron dos m¨¢s, para terminar quedando reducidos; a su cuenta primera, aun a falta de otros tresque nunca llegaron a estamparse. Huelga advertir que estos ochenta dram¨¢ticos testimonios toman su origen de la invasi¨®n francesa. Es, sin embargo, preciso subrayar que, a contar de tal d¨ªa, no lejaron de acompa?ar al pintor, en Espa?a y en el exilio, con toda la carga de odio y amargura, delaci¨®n y sarcasmo. La variaci¨®n misma de los t¨ªtulos con que ¨¦l bautiza y vuelve a bautizar estos delirantes sue?os de la raz¨®n entra?a todo un s¨ªntoma. En la maqueta que desde el destierro envi¨® a su amigo Ce¨¢n Berm¨²dez campea este largo y desgarrado encabezamiento: ?Fatales consecuencias de la sangrienta guerra en Espa?a con Bonaparte, y otros caprichos enf¨¢ticos.? Con anterioridad le hab¨ªan merecido el nombre de Estragos para, al fin, quedar avenidos a la denominaci¨®n con que son universalmente celebrados: Los desastres de la guerra.
Goya: Los desastres de la guerra
Galer¨ªa El David. General Oraa, 8.
Y no s¨®lo de la guerra. Junto al horror de tales desdichas, son otros los horrores que conmueven al pintor y van fij¨¢ndose en la memoria de quien los traduce en aguafuertes: el absolutismo fernandino, el desenga?o que produjo la abolici¨®n de la bien parida Constituci¨®n de 1812, el levantamiento de Riego, la partida al destierro, la muerte...
Babelia
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