Luz verde a las cajas rurales
Numerosos rumores de los ¨²ltimos d¨ªas indican que se encuentra en estudio una nueva regulaci¨®n de las cajas rurales cooperativas, tal como estaba previsto en el pacto de la Moncloa. Estas instituciones, vitales para resolver el tema de la financiaci¨®n de la agricultura, gozan del honor de ser mencionadas en dos cap¨ªtulos del propio pacto en el de la reforma del sistema financiero y en el de pol¨ªtica agraria. Ello es l¨®gico dado el especial car¨¢cter de estas entidades que son, por un lado, bancos y, por otro, sociedades cooperativas, b¨¢sicas para desarrollar una pol¨ªtica agraria estable y racional.Y como son tan importantes, hay que legislar sobre ellas con extremo cuidado.
El conjunto de cajas rurales provinciales, en las que evidentemente hay que apoyar la nueva organizaci¨®n haciendo que las comarcales y locales se asocien a ellas, contaba a finales de 1977 con unos dep¨®sitos que superaban los 150.000 millones de pesetas, de los cuales casi una tercera parte est¨¢n en tesorer¨ªa. Algo habr¨¢ que hacer para desbloquear esa ingente cantidad de dinero y algo habr¨¢ que decir sobre qui¨¦n lo controla.
En el sistema de cajas rurales, como en muchos otros importantes de la econom¨ªa del pa¨ªs, el poder de los hombres del antiguo r¨¦gimen es todav¨ªa considerable; as¨ª lo confirma el historial pol¨ªtico del actual presidente de la Caja Rural Nacional y el de algunos presidentes de importantes cajas provinciales. Adem¨¢s de este influyente bloque de personas, existen una serie de cajas comarcales (principalmente en Catalu?a y Levante) de mayor importancia, incluso, que muchas provincias y que, seg¨²n todos los indicios, se hallan controladas por sectores muy pr¨®ximos al Opus Dei. Y para completar el cuadro, hay provincias en que la Caja Rural es tan pr¨®xima al ¨¢rea del poder pol¨ªtico que se ha convertido en aut¨¦ntico basti¨®n de UCD para ganar elecciones municipales y legislativas.
La materia es, pues, quiz¨¢ m¨¢s pol¨ªtica que econ¨®mica; por eso su tratamiento no puede ser enfocado, como nos tememos que lo est¨¢ siendo, con la asepsia de la tecnocracia sino con toda la carga que social y pol¨ªticamente tiene el sector agrario, sus organizaciones sindicales, sus parlamentarios y, tambi¨¦n, por el propio Ministerio de Agricultura. Este ¨²ltimo tiene la aut¨¦ntica obligaci¨®n de exigir en un tema que puede ser trascendental para el desarrollo rural.
En un corto art¨ªculo es dif¨ªcil proponer l¨ªneas concretas para una regulaci¨®n legislativa de amplias consecuencias. No obstante, hay aspectos fundamentales que no se pueden dejar de se?alar:
1. Junto a una regulaci¨®n t¨¦cnica de la materia hay que propiciar la reforma profunda de personas y estilos en estas entidades.
2. Cualquier legislaci¨®n que se proponga ha de asegurar que los fondos de las cajas, ahorrados por los habitantes del medio rural, se destinen ¨ªntegramente a actividades en dicho medio. Decimos rural y no s¨®lo agrario.
3. Lo l¨®gico es que la organizaci¨®n del sistema tienda a favorecer una estructura piramidal ordenada tal como ocurre en los pa¨ªses desarrollados de Europa con tradici¨®n en el cr¨¦dito cooperativo rural.
4. Las cajas rurales deben operar como aut¨¦nticos bancos en el campo. Que no se conf¨ªe en la actuaci¨®n de la banca privada y cajas de ahorro, pues ambos han sido el veh¨ªculo principal de la ?emigraci¨®n monetaria? sufrida por el campo espa?ol.
5. Que se tenga en cuenta el car¨¢cter esencialmente cooperativo de estas instituciones y se respete la historia y tradici¨®n legislativa, que se remonta a 1906. A estos efectos conviene se?alar tambi¨¦n que las cooperativas rurales siempre han gozado de legislaci¨®n espec¨ªfica y dif¨ªcilmente, pueden regularse por las mismas normas que las cooperativas ?de asfalto?.
6. La regulaci¨®n es urgente, pero hay que hacerla bien. Han de crearse comisiones de estudio -al margen de la interministerial para temas cooperativos reci¨¦n establecida- en las que participen todos los interesados, que no son s¨®lo las cajas de ahorro.
Por ¨²ltimo, merece la pena destacar que el sistema de cr¨¦dito rural franc¨¦s es el m¨¢s perfeccionado del mundo y que a ¨¦l intentan tender otros pa¨ªses. Dicho sistema se basa en unas cajas de cr¨¦dito mutuo locales y regionales aut¨®nomas que tienen en la cima de la pir¨¢mide una entidad de derecho p¨²blico (la Caja Nacional de Cr¨¦dito Agr¨ªcola) que garantiza el enlace entre el ahorro campesino y la ayuda crediticia estatal al sector. Como no es f¨¢cil inventar un sistema mejor y como, adem¨¢s, en Espa?a existen ya las bases institucionales para adoptarlo, nos pronunciamos inequ¨ªvocamente a su favor.
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