Las cincuenta "c¨¢rceles abiertas" de Suecia, experiencia penitenciaria positiva
Carlos, el ¨²nico preso espa?ol en la c¨¢rcel sueca de Suartsjo (Lago Negro), a treinta kil¨®metros de Estocolmo, no pudo ser entrevistado por los cuatro periodistas espa?oles que visitamos el establecimiento penitenciario, porque hab¨ªa ido a la ciudad a visitar unos museos y al cine. Se trata de una de las cincuenta c¨¢rceles abiertas que funcionan en Suecia desde que se inici¨® la reforma penitenciaria de 1974. De los ochenta presos -en la nueva terminolog¨ªa, clientes-, s¨®lo catorce carecen de permiso para salir. Unos quince, en cambio, permanecen casi todo el d¨ªa fuera del penal, ya que trabajan en la ciudad y regresan por la tarde. La c¨¢rcel de Lago Negro, a la que se llega tras atravesar muy bellos parajes, y cruzar varias veces los lagos que abrazan y penetran en Estocolmo desde todos los flancos, tiene la apariencia de un caser¨®n de campo o de un colegio. Ning¨²n signo externo delata la condici¨®n carcelaria, al menos contemplada con ojos espa?oles. Ni un arma, ni un vigilante, ni un muro: un edificio ante el que se aparca sin necesidad de superar controles ni atravesar barreras.
El resto de las c¨¢rceles abiertas de Suecia albergan a un total de clientes que en casi ning¨²n caso sobrepasa los cuarent¨¢. Las ochenta plazas de la c¨¢rcel de Lago Negro est¨¢n al completo. Los clientes son s¨®lo hombres, en su mayor¨ªa de veinte a treinta a?os y muchos de ellos reincidentes. Un 70 % han sido condenados por delitos relacionados con la droga. Unos doce de ellos son extranjeros, en su mayor parte finlandeses. El ¨²nico compatriota, conocido por Carlos, el espa?ol, se encuentra en la c¨¢rcel ?cumpliendo su condena?. Es todo lo que nos revel¨® sobre ¨¦l el director de la c¨¢rcel, que ante nuestras preguntas sobre el tipo de delito por el que hab¨ªa sido sentenciado, aleg¨® el secreto profesional.
Un d¨ªa de la c¨¢rcel abierta
?Qu¨¦ hacen los presos -clientes- de la c¨¢rcel abierta? La obligaci¨®n primera de todos ellos es trabajar, tanto en sus lugares de ocupaci¨®n en, la ciudad como en la granja o la carpinter¨ªa de la propia instituci¨®n penitenciaria. Asimismo, los clientes cubren tareas tales como las de limpieza o las de preparar la comida, as¨ª como trabajan de le?adores ojardineros. Existe una escuela primaria y a los extranjeros se les imparten clases de sueco
Los clientes se levantan a las seis de la ma?ana, toman el desayuno y a las siete se inicia la jornada de trabajo. De doce a una de la tarde hay una pausa para almorzar y se reanuda el trabajo hasta las cuatro de la tarde. La cena es a las cinco. El resto del tiempo del d¨ªa es libre. Hay billar y juegos diversos, sauna, televisi¨®n, libros. Los s¨¢bados y domingos no se trabaja.
Los trabajos que se realizan en las instalaciones de la instituci¨®n penintenciaria son remunerados con tres coronas (unas 54 pesetas) por hora. La negativa a trabajar repetidas veces puede llevar consigo el traslado a una c¨¢rcel cerrada. Las sanciones por otras faltas cometidas motivan en principio amonestaciones o advertencias y, en los casos muy reiterados, pueden dar lugar a que se alargue la condena hasta un m¨¢ximo de cuarenta d¨ªas. Las decisiones de la autoridad de la c¨¢rcel pueden ser recurridas ante la Direcci¨®n de Instituciones Penales.
Seg¨²n los funcionarios de Lago Negro, no se producen peleas entre los clientes ni con el personal (en total, 75 personas -dos de ellas mujeres-, distribuidas en varios turnos) y las faltas -retrasos en el regreso, vuelta en malas condiciones o falta al trabajo- son escasas. El director explic¨® que el trabajo mayor han de realizarlo con los drogadictos. Un inspector lament¨® la falta de un plan de desintoxicaci¨®n para estos presos, que deber¨ªan contar con una cl¨ªnica, mientras que s¨®lo tienen asegurada la asistencia facultativa de un psic¨®logo. Los funcionarios afirmaron no encontrarse descontentos del sistema penitenciario iniciado por la reforma de 1974, aunque s¨ª desanimados ante los reincidentes.
La existencia de los establecimientos penitenciarios abiertos, que tienen un ¨¢mbito local -la c¨¢rcel de Suartsjo se vincula a la ciudad de Estocolmo-, est¨¢ explicada en la reforma de 1974 por la conveniencia de disminuir las medidas de seguridad y aumentar las posibilidades de aprovechar las formas de trabajo abiertas para un determinado tipo de. presos: los que cumplen penas de prisi¨®n por no m¨¢s de un a?o o los condenados a tratamiento institucional en conexi¨®n con libertad a prueba. En las condenas m¨¢s largas, la primera parte se cumple en instituciones cerradas y la ¨²ltima en c¨¢rceles, abiertas, a fin de asegurar una adecuada preparaci¨®n para su puesta en libertad.
En Suartsjo y en las 49 c¨¢rceles abiertas restantes, el tiempo libre que deja el trabajo es ocupado discrecionalmente por los clientes, que adem¨¢s pueden recibir visitas en sus dormitorios individuales -con posibilidad incluida de relaci¨®n ¨ªntima con su mujer o su compa?era- de once y media a cuatro de la tarde, cada domingo. El s¨¢bado, tambi¨¦n libre, no se reciben visitas. En la c¨¢rcel se puede fumar, pero nadie -ni clientes ni funcionarios- puede beber vino, ni ingerir ninguna clase de bebida alcoh¨®lica, ni siquiera cerveza. Los presos no tienen derecho a vacaciones, pero s¨ª pueden obtener permisos por razones justificadas.
La primera pregunta que suscita el r¨¦gimen penitenciario abierto es el de la proporci¨®n de evasiones que se producen. En un solo a?o, sobre un total de 26.377 permisos de salida, en 1.586 casos los reclusos no regresaron al establecimiento al cumplirse el plazo. Del total de 814 evasiones, 527 correspondieron a c¨¢rceles abiertas. En Lago Negro, de un total de 490 reclusos que pasaron por ella desde la iniciaci¨®n del nuevo sistema penitenciario, en 1974, s¨®lo se produjeron treinta evasiones, proporci¨®n que, seg¨²n el director de la c¨¢rcel, ?es bastante peque?a en relaci¨®n con la libertad existente?.
Los clientes de Suartsjo eligen a cuatro representantes para dialogar con las autoridades de la prisi¨®n sobre los problemas que se producen. Cuando las quejas persisten, se convoca una asamblea general de todos los presos para debatir la cuesti¨®n planteada.
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