"Nadie me cree en Grecia cuando les cuento como son las carceles en Suecia"
Charalambos Psomas, griego de 38 a?os, croupier de profesi¨®n, casado y con dos hijos, cliente de la c¨¢rcel de Lago Negro, habl¨® con iron¨ªa de los cacareados derechos de las mujeres suecas. Refiri¨¦ndose a sus dificultades para obtener la residencia en Suecia, a pesar de su esposa sueca, afirm¨®: ?Si una mujer no puede hacer que su marido se quede en el pa¨ªs donde ambos quieren vivir, no creo en esos derechos. ?La condena a tres meses de c¨¢rcel que pesa sobre Psomas es precisamente por permanencia ilegal en Suecia. ?Cuando termine de cumplir mi condena, me expulsar¨¢n de nuevo, y de nuevo regresar¨¦. Me echan con las SAS y vuelvo con otra compa?¨ªa a¨¦rea desde otro pa¨ªs escandinavo. Me han arrestado tres veces, pero yo he entrado ilegalmente unas cien.?
Charalambos sonr¨ªe como hombre que se sabe h¨¢bil y listo, capaz de burlar a la polic¨ªa -?no saben leer mi nombre en griego?-, y entre bocanada y bocanada de su cigarrillo, desgrana sus quejas contra la sociedad sueca. ?Necesito una residencia y un trabajo para que mi permanencia sea legal. Cuatro veces he cursado la petici¨®n al Ministerio de Trabajo, desde 1973. Ni me contestan. ?Por ser griego? Bueno, en Suecia hay racismo, corno en todos sitios. Pero a m¨ª no me admiten porque me consideran un criminal. Estoy dispuesto a cambiar de profesi¨®n, a iniciar una nueva vida con mi mujer y mis hijos. Pero las autoridades suecas no se lo creen. La ¨²ltima vez que ca¨ª preso fue precisamente porque ten¨ªa un casino propio, ilegal, claro. ?
Charalambos Psomas, antiguo croupier en Montparnasse, un casino de Atenas, arrastra su existencia errante desde que hace mucho tiempo, en la Grecia de los coroneles, tuvo un problema con el Estado... Desde entonces ha viajado mucho y su residencia ilegal le ha hecho conocer hasta seis c¨¢rceles en diferentes pa¨ªses. Parece, pues, autorizada su opini¨®n cuando afirma que ?no hay c¨¢rceles mejores que las suecas?. ?Nadie me cree en Grecia cuando les cuento c¨®mo estoy yo aqu¨ª, ¨²nico pa¨ªs donde un preso puede ir a la escuela y le pagan por ir.? Y a?ade, con un gesto, entre curioso y divertido: ??Les creer¨¢n en Espa?a??
Desde hace unas semanas, no recibe la visita dominical de su mujer, en su dormitorio individual. Es ¨¦l quien casi todos los fines de semana se traslada a su casa. ?Aqu¨ª no se educa a criminales, sino que se les ayuda a rehabilitarse. Si no tenemos dinero para visitar a nuestra familia, nos lo facilitan. ?En qu¨¦ pa¨ªs se hace esto??
El tiempo libre lo dedica Psomas a jugar al billar, al ajedrez, a telefonear a su familia. Tambi¨¦n participa en juegos de azar y con, frecuencia deja sin dinero- a casi todos los presos -?yo les advierto que soy profesional, pero ellos quieren jugar?-, tambi¨¦n a Carlos, el espa?ol, a quien no pudimos ver porque estaba en el cine, en Estocolmo.
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