Ram¨®n Rubial, presidente del Consejo General Vasco

(Viene de la p¨¢gina primera)

Resuelta la composici¨®n del Consejo, el reparto de carteras pasaba a segundo t¨¦rmino ante la lucha por la presidencia. La relaci¨®n que d¨¢bamos ayer parece todav¨ªa la m¨¢s probable, si bien son seguros algunos cambios.

En este clima de tensiones no resueltas comenzaba, a la una de la tarde, la sesi¨®n constituyente del Consejo en medio de una sala de juntas en la que empezaban ya a sudar las paredes por la presencia de m¨¢s de doscientas personas que se apretaron hasta el punto de romper el escudo del se?or de Alava don Vela Jim¨¦nez.

Despu¨¦s de las palabras de bienvenida del presidente de la Diputaci¨®n, que no perdi¨® la oportunidad de recordar al Consejo el respeto que debe a los territorios que lo integran, Juan Ajuriaguerra ocup¨® transitoriamente la presidencia por raz¨®n de edad, mientras que Jos¨¦ Antonio Maturana, el m¨¢s joven, actuaba de secretario. La parte ritual de la sesi¨®n se inici¨® con la lectura del decreto-ley preauton¨®m¨ªco de 4 de enero y del procedimiento de elecci¨®n del presidente, adem¨¢s de la designaci¨®n oficial de los consejeros por cada provincia y unas palabras del se?or Ajuriaguerra, quien se?al¨® que el Consejo era tan s¨®lo una puerta abierta para la autonom¨ªa futura.

La elecci¨®n de presidente exig¨ªa en la primera votaci¨®n una mayor¨ªa de dos tercios, para dejar luego el nombramiento en manos de la mayor¨ªa simple. A lo largo de las ocho votaciones se abstuvieron los dos candidatos a la presidencia y el representante independiente por Alava, con lo cual eran doce los votos en liza. La primera votaci¨®n puso ya una nota de suspense: Rubial consegu¨ªa s¨®lo cinco votos por seis de Ajuriaguerra. La numerosa claque del PNV entendi¨® que el cargo era ya suyo, y los aplausos ni siquiera dejaron escuchar que era necesaria una segunda votaci¨®n. Uno de los ucedistas alaveses hab¨ªa votado en blanco, pero ya no volver¨ªa a ocurrir.

Su¨¢rez habl¨® con Echevarr¨ªa

A partir de ah¨ª se sucedieron los empates a seis. La inc¨®gnita era hasta d¨®nde mantendr¨ªa Juan Echevarr¨ªa su apoyo al candidato nacionalista. En los corrillos se asegur¨® que el propio Su¨¢rez le hab¨ªa llamado por tel¨¦fono en un descanso. No coment, fue su contestaci¨®n a los periodistas cuando se le pregunt¨® sobre el particular. El nacionalista Marcos Vizcaya aseguraba tajantemente que esta conversaci¨®n hab¨ªa tenido lugar. La ma?ana se cerr¨® a las tres de la tarde despu¨¦s del cuarto empate.

Rubial: "Gora Euskadi Askatuta"

Ante un p¨²blico mayoritariamente nacionalista, al que hubo que pedir serenidad en varias ocasiones, se reanudaba la sesi¨®n a las cinco. Nuevos empates hicieron necesario un descanso de media hora antes de la votaci¨®n n¨²mero ocho. En esta ocasi¨®n el voto en blanco de Juan Echevarr¨ªa hizo que a la octava fuera la vencida. Una mujer de media edad lloraba ante el p¨²blico la derrota del PNV. Algunos abucheos acompa?aron la intervenci¨®n final de Ram¨®n Rubial, que finaliz¨® sus palabras con el grito de Gora Euskadi Askatuta. Su intervenci¨®n fue en todo momento conciliadora e insisti¨® en el trabajo unitario que por encima de ideolog¨ªas de partido debe emprender el Consejo General con vistas al estatuto de autonom¨ªa.

El veterano socialista apenas si pudo hablar despu¨¦s de la tensa jornada. ?Es como si a usted le hicieran director de gran diario: el concepto de responsabilidad le hubiera empa?ado la alegr¨ªa. Eso me pasa a m¨ª. De todas maneras no estamos en un ¨®rgano presidencialista -aqu¨ª no hay ning¨²n Tarradellas-, y mi misi¨®n va a ser la de dirigir un equipo, que es el que va a tener que trabajar. No creo quelas tensiones de estos d¨ªas influyan en el trabajo que tenemos por delante: no se tratg de un ¨®rgano de partido, y todos tenemos la misi¨®n de luchar juntos.?

Ram¨®n Rubial (71 a?os) naci¨® en el pueblo vizca¨ªno de Erandio, en 1906. A los diecis¨¦is a?os se afili¨® al PSOE y desde entonces ha repartido su militancia entre el partido y la UGT. Tornero de profesi¨®n, conoci¨® la c¨¢rcel en 1934, al haber participado de forma activa en el levantamiento armado de su pueblo, que trataba de apoyar la revoluci¨®n de Asturias. Durante la dictadura, vivi¨® tambi¨¦n otros diecinueve a?os entre rejas. En la actualidad es presidente de su partido y vicepresidente del Senado, para el cual se present¨® como candidato por Vizcaya, formando parte del Frente Auton¨®mico. El se?or Rubial entiende que su presencia al frente del Consejo General es en la pr¨¢ctica la presencia de ?todos los que han vestidornono, como yo?.

El otro candidato, Juan Ajuriaguerra, no estaba en absoluto sorprendido por su derrota: ?Era el resultado que esperaba, porque conoc¨ªamos de antemano las actitudes. Ha habido un voto t¨¢cito. Personalmente, Rubial tiene todos mis respetos y la jornada de hoy ha sido importante, porque supone un paso adelante, aunque peque?o, hacia la autonom¨ªa.?

En su opini¨®n, la jornada de ayer en nada se pareci¨® a aquel 7 de octubre del 36, en que qued¨® constituido el primer Gobierno vasco: ?Las circunstancias eran otras, mucho m¨¢s tr¨¢gicas, y todo estaba pr¨¢cticamente resuelto de antemano. Aguirre fue elegido presidente con el voto de todos los asistentes menos uno, que seguramente era el suyo. Pero tambi¨¦n entonces hab¨ªa un equilibrio entre las fuerzas nacionalistas y el conglomerado republicano, lo que ocurr¨ªa era que por razones de imagen exterior nosotros le interes¨¢bamos a la Rep¨²blica.?

Sin poder ocultar la decepci¨®n por la derrota, no por esperada menos amarga, el nacionalista Marcos Vizcaya insist¨ªa despu¨¦s a quien quisiera o¨ªrle que el propio Echevarr¨ªa le hab¨ªa manifestado el d¨ªa anterior, despu¨¦s de una cena con Abril Martorell, que iba a votar por Ajuriaguerra en las primeras rondas, para abstenerse luego en el caso de que no se pudiera deshacer el empate. ?Ya sab¨ªamos lo que iba a ocurrir, lo que no entendemos es por qu¨¦ ha mantenido su voto hasta la octava votaci¨®n.?

Aunque ning¨²n partido lo reconozca de forma abierta, m¨¢s de uno manifestaba ayer que la lucha presidencial del Consejo General hab¨ªa supuesto un regreso de un a?o en el intento de superar la vieja oposici¨®n nacionalismo espa?olismo, como lo demuestra el grito ?Espa?olistas, kampor¨¢?, que se oy¨® en la sala. Ese foso abierto entre unos y otros tardar¨¢ mucho en llenarse de nuevo.