Urbani
Urbani.
Galer¨ªa Seiquer. Espa?oleto, 23.
No sin raz¨®n, ni desobediencia alguna a su genuinidad etimol¨®gica y a su m¨¢s recto sentido paleogr¨¢fico, llama Ildebrando Urbani palimsepstos a sus pinturas. Algo, en efecto, tienen de aquellos antiguos manuscritos que conservaban las huellas de una escritura anterior y luego borrada a prop¨®sito. Urbani pinta o repinta sobre unos fondos que, si no tachados previamente, fueron tratados con anterioridad, aunque de su propia mano, a merced de unas tonalidades sordas, harto diferenciadas y diferenciadoras de la viva estructura crom¨¢tica que, en un proceso ulterior, vendr¨¢ a superponerse. Palimsepstos son sus cuadros, delatores de la bipolaridad a que se ajusta su buen hacer: fondos monocromos y l¨ªneas sobreimpresas, concebidos aqu¨¦llos como pura fugacidad y trazadas ¨¦stas con un car¨¢cter estable y definitorio.
Fugacidad del entorno
Los fondos uniformes, entonados en un gris pertinaz, de las obras de Urbani parecen aludir a la insensible fugacidad del entorno (el viaje de una nube, el vuelo de una hoja, la sombra de un transe¨²nte, ortos y ocasos, ir -y venir del viento, aso y retorno de las estaciones...), al imperceptible tornasol de la naturaleza, siempre igual a s¨ª misma y siempre cambiante, a la alegor¨ªa b¨ªblica del vivir, cuyo acaecer es un simple pasar ?como las naves, como las nubes, como las sombras?. Fondos densos, difusos y evanescentes como el humo, sobre los que, aun sin ser borrados por completo, vendr¨¢ una estructura lineal a imprimir la plenitud de los colores primarios.
Urbani se vale, en este su segundo proceso creador, de la plenitud del arco iris, s¨®lo del arco iris, reducidas sus franjas a l¨ªneas sutil¨ªsimas como filamentos, pero fijas, incisas, ahincadas en el lienzo a manera de surcos o afirmaciones de un sentir y un vivir rabiosa y simb¨®licamente personal.
Plenitud y claridad
Cada una de las l¨ªneas es s¨ªmbolo de una parcela que el artista hurt¨® a la vida y la acot¨® con su nombre. Cada color, en su elementarismo, es igualmente s¨ªmbolo de un sentimiento propio, intransferible, contrastado, en un momento de plenitud y claridad, con el sentir del universo a la redonda. Y el resto es paisaje minimal, sin adjetivo, retornado a los limites de su esencialidad; paisaje incontaminado e impenetrable que ¨²nicamente un Giorgio de Chirico (no en vano prolog¨®, en Roma, una de las primeras exposiciones de Urbani) atinar¨ªa a identificar y definir en toda su radiante dimensi¨®n metaf¨ªsica.
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