El fracaso de la pol¨ªtica africana
LA RESOLUCION de los ministros de Asuntos Exteriores de la OUA de apoyar al movimiento independentista canario es la confirmaci¨®n del fracaso de nuestra pol¨ªtica exterior en el ¨¢rea. Fracaso que no es exclusivamente de hoy, sino que comenz¨® con los manejos del almirante Carrero y la ceguera del general Franco en la manera de tratar el tema del Sahara. Ser¨¢ interesante por eso ver c¨®mo se explican ante las Cortes los ex ministros y personalidades citados por la Comisi¨®n de Exteriores, pues bien puede decirse que no hay Gobierno reciente que haya abordado con acierto la cuesti¨®n africana. Pero ser¨ªa absurdo no reconocer que la situaci¨®n se ha agravado en los ¨²ltimos meses y que cuando hab¨ªa ligeros s¨ªntomas de mejora en las relaciones con Argelia la ratificaci¨®n del tratado de pesca con. Marruecos ha volcado nuevamente la balanza hacia el lado de Rabat, en un contencioso en el que el equilibrio -desde luego siempre dif¨ªcil e inestable- es la ¨²nica pol¨ªtica a seguir.El tema canario no admite discusi¨®n, ni la m¨¢s peque?a puesta en tela de juicio. La actitud de la OUA supone una intervenci¨®n en los asuntos internos de Espa?a y una ofensa a nuestra soberan¨ªa. Pero ello no obsta para asumir la realidad de que a los ojos del mundo africano la posici¨®n espa?ola no ha sido m¨ªnimamente comprendida.
Las dos veces que se han alzado, adem¨¢s, en el seno de la OUA para rechazar las pretensiones del MPAIAC han sido interesadas, y su actitud es f¨¢cilmente descalificable en el contexto anticolonialista a ultranza, irredentista hasta la utop¨ªa, en el que se mueve la pol¨ªtica africana. Ni los ?tradicionales lazos de amistad con los pa¨ªses ¨¢rabes?, ni la posici¨®n pro occidental de algunos pa¨ªses moderados, como Senegal, ni los halagos y reverencias a Gab¨®n -pa¨ªs en la presidencia de la OUA- han servido para defender la posici¨®n espa?ola. La resoluci¨®n de ayer es un duro golpe, y resulta infantil intentar disimularlo. S¨®lo Marruecos y Mauritania han votado a nuestro favor, sin duda en pago por la ratificaci¨®n de un acuerdo pesquero sobre cuyas leoninas condiciones ya se ha hablado hasta la saciedad. Pero Marruecos mismo mantiene en la ONU vindicaciones sobre Ceuta y Melilla, y en la doctrina del Istiqlal, partido en el poder, las Canarias son tambi¨¦n solicitadas.
De poco sirven, sin embargo, ahora las posiciones de dignidad ofendida, los numantinismos ret¨®ricos. La pol¨ªtica exterior espa?ola debe ser dimensionada de nuevo. Es preciso iniciar una completa penetraci¨®n en Africa, que no consista simplemente en unos viajes -o en la ausencia de viajes- m¨¢s o menos privilegiados y propagand¨ªsticos. Pues, si se quiere bien recordar, la diplomacia espa?ola en terreno africano se ha visto recientemente subrayada por elementos m¨¢s importantes, por datos m¨¢s significativos, como lo fueron los viajes a Libia y Argel de don Juan de Borb¨®n y de Felipe Gonz¨¢lez, respectivamente. Y una visita en preparaci¨®n del presidente Su¨¢rez a Rabat y a Argel fue desmentida y anulada tras el conocimiento del hecho por la opini¨®n p¨²blica. El Gabinete Su¨¢rez, tambaleante a¨²n de su reciente y grave crisis, se encuentra, al parecer, cada d¨ªa que pasa, sin pol¨ªtica exterior m¨ªnimamente coherente. Y ello no tanto a causa de las carencias del palacio de Santa Cruz, heredero tambi¨¦n de los errores y de la falta de una pol¨ªtica exterior durante cuarenta a?os, sino de las del Gobierno propiamente dicho. El ministro de Exteriores presenta una figura cada vez m¨¢s borrosa y p¨¢lida, y adem¨¢s se le restan importantes capacidades de maniobra, como lo demuestra la creaci¨®n del Ministerio de Relaciones con1a CEE. Pero es que, por ¨²ltimo, aparece sin el respaldo de un presidente totalmente ausente de los problemas exteriores y sin la conciencia de Estado suficiente para declarar p¨²blicamente sus ideas sobre c¨®mo ve de verdad y sin ret¨®ricas el papel internacional de Espa?a.
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