La nueva mayor¨ªa gobernante contar¨¢ con una escasa ventaja
El peluquero del primer ministro franc¨¦s, Raymond Barre, y el del secretario general del Partido Comunista franc¨¦s (PCF), Georges Marchais, se han convertido durante el ¨²ltimo fin de semana s¨ªmbolo vivo del problema econ¨®mico que ha dominado la m¨¢s larga campa?a electoral francesa de los ¨²ltimos cuarenta a?os (pr¨¢cticamente un a?o: desde las municipales del 77), y que hoy, a menos de dos semanas del escrutinio de la primera vuelta de los comicios legislativos, se resume en una sigla: SMIC (Salario M¨ªnimo Interprofesional de Crecimiento). Seg¨²n el jefe de Gobierno su figaro personal dijo al respecto: ?Hay que decirles la verdad a los franceses. Mi caso es ejemplar: si aumentan el salario m¨ªnimo a 2.400 francos, ya he hecho mis cuentas, y, no hay duda, tendr¨¦ que prescindir de dos de mis tres empleados.?Horas despu¨¦s, en la ciudad de Valence, el l¨ªder comunista respondi¨® al primer ministro contando el caso de su propio peluquero, que le manifest¨®: ?Yo no tengo que esperar a que suban el salar m¨ªnimo, porque ya estoy en quiebra como consecuencia de pol¨ªtica econ¨®mica actual de Barre. Lo que hace falta es que suban los sueldos para reactivar el consumo: de no ser as¨ª, tengo que suprimir mis dos empleados.?
La batalla del salario m¨ªnimo
En mayo de 1977, cuando se preparaba la actualizaci¨®n del Programa Com¨²n de la izquierda, el PCF incluy¨® entre sus exigencia el aumento del salario m¨ªnimo 2.400 francos (unas 40.000 pesetas desde el momento en que un eventual Gobierno de izquierdas llegase al poder. (Actualmente el sueldo m¨ªnimo mensual en Francia asciende a 1.750 francos).
El 22 de septiembre, el SMIC fue uno de los tres problemas econ¨®micos que provocaron la ruptura hist¨®rica de las negociaciones para actualizar el programa entre los tres partidos de la Uni¨®n de la Izquierda (comunistas, socialistas y radicales de izquierda).
El pasado mes de octubre, uno de los economistas vedette del PS, Michel Rocard, explic¨® a los franceses la actitud de su partido: ?Si se sube el SMIC a 2.400 francos, inmediatamente quebrar¨¢n entre 300.000 Y 400.000 empresas?. En enero, sin embargo, el secretario general del PS, Fran?ois Mitterrand, anunci¨® que los socialistas hab¨ªan realizado otras cuentas y que el salario m¨ªnimo propuesto por el PCF era oportuno. Y, a lo largo de la semana pasada, todos los l¨ªderes de la mayor¨ªa se apuntaron a la cifra de 2.400 francos.
La batalla del SMIC, de naturaleza espec¨ªficamente econ¨®mica, se ha convertido en el arma pol¨ªtica de ¨²ltima hora que resume el m ano a mano, demag¨®gico a veces, entre la derecha gobernante y la oposici¨®n de izquierdas, para conseguir sensibilizar al 20% de electores indecisos que los pr¨®ximos d¨ªas 12 y 19 de marzo forzar¨¢n la victoria de uno de los dos campos.
La aplicaci¨®n del programa econ¨®mico de la izquierda ?echar¨¢ por tierra treinta a?os?, ?abrir¨¢ las puertas al colectivismo?, repiten todos los dirigentes pol¨ªticos de la mayor¨ªa. La continuaci¨®n de la gesti¨®n de la derecha, sea porque le d¨¦ el triunfo al sistema electoral mayoritario (menos votos, pero m¨¢s esca?os) o porque el PCF no quiera formar parte del Gobierno, ?ser¨¢ el caos, ser¨¢n los desbordamientos sociales provocados por las de media Francia que, desde hace 20 a?os, ve gobernar a la mismas personas que defienden lo mismos intereses, que controlan todo el poder?, como profetiza el antiguo presidente del Consejo, Pierre Mendes France, en su reaparici¨®n en la arena pol¨ªtica, anteayer, para anunciar que no se negar¨ªa a ser ministro de un gobierno de izquierdas que, de todas maneras, ?no podr¨¢ hacer milagros?, advirti¨®.
El SMIC, esta es la raz¨®n crucial que ha hecho de los comicios legislativos franceses una etapa hist¨®rica. Esto se debe a la desigualdad social existente en Francia: cerca de seis millones de trabajadores cobran menos de 20.000 pesetas; el 10% de la poblaci¨®n francesa posee el 50% de las riquezas.
La campa?a, desencadenada con estr¨¦pito e inter¨¦s por las divergencias econ¨®micas entre comunistas y socialistas, tuvo altos y bajos, y ha enfilado la recta final en una atm¨®sfera de saturaci¨®n: parad¨®jicamente, el debate hist¨®rico sobre un cambio de sociedad se ha deslizado por la vertiente de las pol¨¦micas m¨¢s o menos injuriosas entre la mayor¨ªa y la oposici¨®n, y entre las dos tendencias de cada uno de los dos bandos.
El primer debate que, hace ocho d¨ªas, inaugur¨® la campa?a oficial entre el l¨ªder comunista, Marchais, y el ministro de Justicia, Alain Peyrefitte, miembro de la Academia Francesa y autor de El mal franc¨¦s, dio el siguiente tono a la confrontaci¨®n de ideas:
Marchais: ?Para un gran pa¨ªs como Francia es un drama tener un ministro de Justicia que es un mentiroso.?
Peyrefitte: ?El PCF le ha echado una cuerda al cuello a los socialistas.?
Marchais: ?Usted es el hombre de la reacci¨®n peor que he visto en mi existencia.?
La guerra del SMIC, en definitiva, es un anticipo de lo que tendr¨¢ que ocurrir necesariamente a partir del pr¨®ximo d¨ªa 20 de marzo, cuando entre en funciones una nueva Asamblea que, a su vez, generar¨¢ un nuevo Gobierno: fuere quien fuere, el ganador tendr¨¢ que tener en cuenta las aspiraciones de un cambio al que aspiran los franceses.
Previsiones electorales
?Qui¨¦n ser¨¢ el vencedor de estos comicios, considerados hist¨®ricos porque a los cincuenta a?os de Francia radical, seguidos de veinte a?os de gaullismo, pudiera sucederlos una Francia socialista?
Marchais, el ?rey? de la peque?a pantalla, un clow para unos, eficaz para los militantes comunistas y, sin duda alguna, la atracci¨®n n¨²mero uno del ?circo? electoral, es el hombre que tiene en sus manos el destino inmediato de Francia hasta el d¨ªa 19 de marzo.
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La izquierda ganar¨¢ la primera ronda de las elecciones, nadie lo pone en duda.
Sin embargo, al resultado final, incierto, le suceder¨¢ una Asamblea que, desde hoy, est¨¢ caracterizada por una certeza: la nueva mayor¨ªa, de derechas o de izquierdas, ser¨¢ m¨ªnima, y la Francia dividida en dos, el d¨ªa 20 de marzo iniciar¨¢ una nueva era, excitada por la agitaci¨®n sin precedentes que ha surcado todos los caminos de Francia a caballo de querellas, de debates fundamentales, de pasiones, de hombres que juegan su porvenir, de instituciones (la V Rep¨²blica) que se tambalean, de una sociedad civil divorciada de la sociedad pol¨ªtica (a pesar de la ruptura entre socialistas y comunistas el electorado de izquierdas contin¨²a imp¨¢vido) y, sobre todo, a caballo de la crisis econ¨®mica.
Adem¨¢s, las dificultades internas topar¨¢n con un entorno internacional, pol¨ªtico y econ¨®mico, no favorable.
La borrasca que azota a comunistas y socialistas, en el fondo, es un hito m¨¢s de la rivalidad hist¨®rica entre las dos corrientes de pensamiento, desde que se materializ¨® la escisi¨®n, en Tours, en 1920.
Desde entonces, los dos partidos franceses de izquierdas s¨®lo se han entendido a la hora de pactar algunos acuerdos electorales. El Programa Com¨²n de 1972, tras la democratizaci¨®n iniciada por el PCF y la vertiente marxista adoptada por el PS, es la piedra de toque de este nuevo intento de cohabitaci¨®n con vistas a la transformaci¨®n de la sociedad gala por la v¨ªa del parlamentarismo.
En la mayor¨ªa de derechas, el gaullismo que fund¨® la V Rep¨²blica ha creado dos corrientes: la que ha heredado el legado del general, nacionalista y popular, y la que se define liberal, europea y de tendencias socialdem¨®cratas, es decir, el giscardismo. El l¨ªder gaullista del RPR (Uni¨®n por la Rep¨²blica), Jacques Chirac, juega su carrera pol¨ªtica contra el presidente de la Rep¨²blica, Valey Giscard d'Estaing que, el d¨ªa 20 de marzo, gane o pierda su mayor¨ªa actual, se convertir¨¢ en el protagonista de Francia.
?Qu¨¦ papel va a jugar la Constituci¨®n, que no es ni presidencial, ni parlamentaria, sino hecha a la medida de un hombre providencial, el general Charles de Gaulle, frente a las tropas del se?or Chirac y ante la artiller¨ªa de la oposici¨®n de izquierdas? El juego pol¨ªtico, escabroso, se desarrollar¨¢ ante m¨¢s de un mill¨®n de parados, con 13.000 millones de d¨¦ficit de la balanza comercial y con una inflaci¨®n levemente inferior al 10%.
Dificultades externas
Estados Unidos, como sus aliados occidentales, no desear¨ªa complicarse la vida con ministros comunistas en un Gobierno franc¨¦s. La URSS se manifiesta moderada, pero preferir¨ªa evitar el ?ejemplo? para el Este europeo de un pa¨ªs caminando por la v¨ªa del socialismo con instituciones pol¨ªticas democr¨¢ticas.
Fuere cual fuere el nuevo Gobierno, la crisis energ¨¦tica mundial (Francia importa el 75% de su consumo, y en energ¨ªa y materias primas gasta 100.000 millones de francos anuales para abastecerse), la guerra econ¨®mica enconada por la emergencia en el terreno competitivo de pa¨ªses hasta hoy considerados subdesarrollados y, por fin, el imperialismo insistente de los ?dos grandes? (EEUU y URSS), limitar¨¢n el margen de maniobra del pr¨®ximo Gobierno, de derechas o de izquierdas.
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