A la b¨²squeda del tiempo perdido
Cuentan las cr¨®nicas que la noche del mi¨¦rcoles Fernando Abril llam¨® al presidente Su¨¢rez por tel¨¦fono: ?He hecho el rid¨ªculo?, le habr¨ªa dicho, comentando su actuaci¨®n ante el Pleno de las Cortes. Tan di¨¢fana declaraci¨®n, modelo de inteligencia y realismo pol¨ªticos, parece el mejor resumen que puede hacerse de la actualidad. Estamos asistiendo a un deterioro creciente y acelerado de la situaci¨®n. La incertidumbre respecto al futuro del plan econ¨®mico, cuyo principal mentor ha sido retirado sin explicaciones del Gobierno, el incremento de la protesta social, el fracaso de la pol¨ªtica exterior, con la internacionalizaci¨®n del asunto de las Canarias y la primera derrota gubernamental en Cortes enmarcan un paisaje cada d¨ªa m¨¢s sombr¨ªo para el Gabinete. La viabilidad del pacto de la Moncloa comienza a ser puesta en entredicho y la reciente crisis ministerial ayuda a definir ideol¨®gicamente al Poder, pero contribuye a aumentar la confusi¨®n sobre sus horizontes.Hay que decir que este panorama era previsible y que todav¨ªa no hemos llegado probablemente al fondo del pozo de las decepciones. El tr¨¢nsito formal hacia un nuevo r¨¦gimen habr¨¢ sido consumado en plazo de meses con la aprobaci¨®n del texto constitucional y la realizaci¨®n de elecciones municipales. La clase pol¨ªtica, que se ha tomado un tiempo m¨¢s que suficiente para llevar a cabo esta operaci¨®n, se ver¨¢ entonces enfrentada de lleno con todos los problemas que hoy nos aquejan y a los que parece cada vez m¨¢s dif¨ªcil poner soluci¨®n a corto plazo. La originalidad de que no fuera un Gobierno provisional el encargado de amparar el proceso pol¨ªtico har¨¢ recaer sobre la derecha espa?ola las mieles del ¨¦xito, pero tambi¨¦n tendr¨¢ que pagar la factura de la desesperanza.
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Estamos asistiendo al desguace de un Estado decr¨¦pito, abandonado durante decenios a la lujuria del poder personal, y del que hemos heredado no s¨®lo los a?os ?eficaces?, sino tambi¨¦n, y sobre todo, la era de su decadencia. Por eso cada vez es m¨¢s visible la inexistencia de un hombre de Estado que sea capaz de empe?ar a este pa¨ªs en una tarea de verdadera reconstrucci¨®n nacional en todos los terrenos. El Rey jug¨® hasta el 15 de junio pasado un papel institucional de primer orden, amparando personalmente el proceso democr¨¢tico: pero ya ni puede, ni debe, seguir siendo el protagonista o el motor del cambio, so peligro de arriesgar la propia estabilidad de la Corona. Son los l¨ªderes pol¨ªticos quienes deben dar respuesta a las interrogantes crecientes de la poblaci¨®n sobre cu¨¢l es el futuro pr¨®ximo y lejano de nuestro pa¨ªs. Y eso s¨®lo se puede hacer clarificando las expectativas de bienestar material y proponiendo un programa de identificaci¨®n nacional que enmarque el papel que deba jugar Espa?a respecto al resto de las naciones. La historia de los pa¨ªses es en mucha m¨¢s medida la de su pol¨ªtica exterior que la de su carta constitucional y ¨¦ste es un punto lamentablemente descuidado.
Quienes han hablado con Su¨¢rez esta semana aseguran que el presidente est¨¢ de nuevo contra las cuerdas. Esto apenas quiere decir nada porque el personaje ha dado tantas muestras de saber resucitar en los momentos dif¨ªciles que lo l¨®gico ser¨ªa sentarse a ver ahora qu¨¦ nueva paloma sacar¨¢ de su chistera. El l¨ªder de UCD es un asombroso prestidigitador de la pol¨ªtica, lo que necesariamente no le otorga todas las condiciones propias de un estadista. El espect¨¢culo al que estamos asistiendo de reparto de poder entre sus amigos personales y de invasi¨®n descarada del partido que rige en el ¨¢rea de intereses p¨²blicos no sometidos a un control democr¨¢tico es m¨¢s que preocupante. No es ya s¨®lo el ejemplo de la Televisi¨®n, reducida a la condici¨®n de lectura ordenada del Bolet¨ªn Oficial del Estado; o la reacci¨®n, sospechosamente casi un¨¢nime, de los ¨®rganos de prensa respecto a la ¨²ltima crisis. Resulta que casi un a?o despu¨¦s de las elecciones generales vemos c¨®mo se nombra a dedo al alcalde de Madrid en una operaci¨®n bochornosa que hay que lamentar doblemente, porque sin duda Jos¨¦ Luis Alvarez habr¨ªa sido un buen alcalde democr¨¢tico y no era preciso por eso tanta impaciencia. Pero contemplar finalmente que el Poder mismo es absorbido casi en exclusiva por un personaje tan eficaz en la sombra como Fernando Abril -los calificativos como parlamentario ya se los atribuye ¨¦l-, al que se le dan la pol¨ªtica, la econom¨ªa y hasta las facultades de explicar a las Cortes por qu¨¦ se ha hecho una crisis en la que ¨¦l mismo ha sido ascendido, suscita serias dudas sobre la claridad de ideas y la tranquilidad de ¨¢nimo reinantes en la Moncloa.
Para decirlo a las claras, en menos de una semana han ocurrido demasiadas cosas. As¨ª, Su¨¢rez ha descabalgado del Poder al hombre que explic¨® por dos veces ante el pa¨ªs el sentido de una reforma econ¨®mica que iba a afectar el nivel de vida de los espa?oles, y los espa?oles no saben todav¨ªa por qu¨¦ ha sido. No lo saben al menos por boca de Su¨¢rez. No lo saben ni las Cortes, ni la opini¨®n, ni la calle. Luego Espa?a ha protagonizado una borrasca diplom¨¢tica de primer orden en el continente africano y la respuesta del Gobierno ha sido una en¨¦rgica protesta y una amable invitaci¨®n a los representantes de las naciones que votaron contra nosotros para que visiten Canarias. Mientras se abre camino la propuesta peregrina de que una comisi¨®n parlamentaria acuda a las capitales africanas con una carta declarando la espa?olidad de las islas. Esto de las ofensivas diplom¨¢ticas comienza a sonar a guasa.
As¨ª que puede decirse que esta es la crisis pol¨ªtica m¨¢s grave por la que ha atravesado el Gabinete, aunque sea menos espectacular que la de septiembre, cuando est¨¢n las municipales a meses vista, y las legislativas no han de tardar tampoco. Su¨¢rez trata de contener el desastre en la pol¨ªtica econ¨®mica situando en puestos-clave a antiguos colaboradores de Fuentes y estar¨ªa buscando alg¨²n tipo de consenso interpartidario tambi¨¦n para la pol¨ªtica internacional, o al menos un acuerdo expl¨ªcito con el PSOE, que recompusiera la situaci¨®n e implicara a los socialistas en las tareas de Estado. Y hasta podr¨ªa verse tentado, a estas alturas, de ofrecerles alguna cartera si el tema no mejora. Claro que un Gobierno de coalici¨®n UCD-PSOE, que este peri¨®dico y yo mismo hemos defendido con alguna insistencia antes de la firma del pacto de la Moncloa, no se ve qu¨¦ virtualidad tendr¨ªa en circunstancias semejantes. Para el PSOE ser¨ªa una trampa descomunal porque vendr¨ªa a heredar, en situaci¨®n precaria, una pol¨ªtica de equivocaciones repetidas y le ocasionar¨ªa un desgaste innecesario y probablemente infruct¨ªfero a poco tiempo de unas elecciones generales. En ¨¦stas, como la UCD es la ¨²nica opci¨®n de derechas visible, y no se han promovido alternativas internas a su indiscutible l¨ªder, todos los ases vendr¨ªan a parar a manos del unificado socialismo espa?ol. Entonces podr¨ªa producirse la muy interesante y bastante arriesgada situaci¨®n de que los socialistas, amparados en la ya famosa ley D'Hont, tuvieran incluso la mayor¨ªa absoluta en las Cortes. Claro que nunca se debe profetizar en pol¨ªtica y que del futuro m¨¢s inmediato depender¨¢ lo que suceda despu¨¦s del verano. Si el presidente logra recomponer la cuesti¨®n econ¨®mica y hay alg¨²n gobernante milagrero que lave la cara de los asuntos exteriores, viajando no s¨®lo a los pa¨ªses africanos, sino tambi¨¦n a Par¨ªs, que probablemente tiene bastante que ver con lo sucedido en la OUA, estos an¨¢lisis podr¨ªan quedarse viejos en cuesti¨®n de semanas.
Por lo dem¨¢s, Adolfo Su¨¢rez puede sentirse finalmente tan d¨¦bil que decida por fin correr a refugiarse bajo el paraguas atlantista de Estados Unidos, y eso con la complicidad s¨²bita de algunas zonas de la oposici¨®n. Washington ya debe estar bastante preocupado con lo que suceda este mes en las elecciones francesas y el desenlace de la crisis italiana, para contemplar una Espa?a a¨²n indecisa en la pol¨ªtica de alianzas y con una alternativa de Poder de la izquierda en puertas. Y siempre le ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil a Su¨¢rez que a Felipe pedir el ingreso en la OTAN y solventar de un plumazo la cuesti¨®n canaria.
Este es, creo, un resumen casi did¨¢ctico de la situaci¨®n, a la que el bipartidismo imperfecto que vivimos debe inexorablemente enfrentarse. El tiempo tiene ahora la palabra.
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