Excelente versi¨®n del "Requiem" de Berlioz
?Dadme aire puro. Cambiar¨ªa toda la obra de Wagner por una p¨¢gina de Berlioz.? Si la contraposici¨®n parece exagerada, se me antoja muy cierto ese concepto de ?aire puro? que Darius Milhaud aplica a su antecesor franc¨¦s. Es m¨¢s, se enga?an quienes ante los formidables efectivos de su Requiem, tan genialmente empleados, olvidan que lo fundamental y mayoritario de la obra reside en una rec¨®ndita emoci¨®n, en una meditaci¨®n intensa y traspasada de ?aire puro?. Para Berlioz, el texto lit¨²rgico tiene un doble valor: religioso y dram¨¢tico. Interpreta ambos aspectos desde una autenticidad y a trav¨¦s de un proceso emocional del que los grandes ?estallidos? sonoros son s¨®lo ?climax? cuando no dimensi¨®n espacial. Qui¨¦n fue capaz de La infancia de Cristo o de ese final del Requiem, prodigioso y sublime, como dec¨ªa Liszt, no puede ser tomado como un efectista. El haberlo entendido en su aut¨¦ntica dimensi¨®n (tambi¨¦n los comentarios de Arteaga iban en el mismo sentido) fue la m¨¢s bella consecuci¨®n de un tan excelente director como es Gerd Albrecht, junto a unas calidades de ejecuci¨®n m¨¢s que buenas, excelentes.Con la Orquesta Nacional -dispuesta, brillante, ¨¢gil- colabor¨® el Orfe¨®n Donostiatra que dirige Ayestar¨¢n. El celeb¨¦rrimo coro vasco se apunt¨® un triunfo grande por seguridad, efinaci¨®n, contraste y capacidad expresiva, especialmente puesta de manifiesto en los trozos ?a capella?. La intervenci¨®n del tenor Aldo Baldin, primer premio, entre otros, del concurso Vi?as de Barcelona, 1971, resalt¨® los valores que Berlioz concentrara en el Sanctus a la voz solista. En definitiva, un ¨¦xito de todos y por todos.
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