Aislar el monopartidismo para salvar la democracia
Presidente del Partido CarlistaTodos los tratadistas pol¨ªticos reconocen que el hecho de las alternativas Gobierno-Oposici¨®n es la base fundamental de un poder democr¨¢tico. Sin esa alternativa se llega simplemente al monopolio del poder por un grupo concreto o coalici¨®n de grupos.
Es evidente que la ausencia de alternativa es caracter¨ªstica de los sistemas dictatoriales, pero puede ser tambi¨¦n la consecuencia de una situaci¨®n concreta de la democracia.
Pactos Gobierno-Oposici¨®n
Los pactos entre los partidos establecidos en el Gobierno y los representantes de la Oposici¨®n pueden ser una necesidad patri¨®tica, pero tambi¨¦n pueden ser un peligro democr¨¢tico. Estos pactos son una necesidad patri¨®tica cuando resultan indispensables. El pacto de la Moncloa, pacto formal; el pacto constitucional, ya menos formal; o el referido a las elecciones municipales o la fecha de las futuras legislativas, pactos impl¨ªcitos, pudieron realizarse perfectamente sin convertirse en peligro para la democracia si resultaran del debate democr¨¢tico p¨²blico con propuesta del Gobierno, alternativa de la Oposici¨®n y finalmente pacto. Pero no en forma de pacto ?a puerta cerrada? o entre bastidores realizado por los estados mayores del partido en el Poder y los de la Oposici¨®n.La uni¨®n de los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n con el del Gobierno ante una grave situaci¨®n como la nuestra es una necesidad ciudadana o patri¨®tica, siempre que no signifique para la Oposici¨®n renunciar a su papel fundamental como partido pol¨ªtico: capacitar a la opini¨®n p¨²blica para comprender, para criticar y presentar una alternativa a las tareas del Poder.
Ejemplo de esta actitud positiva es la ?muy leal oposici¨®n de su majestad? en Gran Breta?a. Apoya al Gobierno en momentos de peligro, pero despu¨¦s del debate pol¨ªtico p¨²blico y no previamente. As¨ª la opini¨®n p¨²blica puede comprender el porqu¨¦ del acuerdo y respaldarlo. As¨ª tambi¨¦n se mantiene abierta, a pesar del respaldo de la Oposici¨®n, la posibilidad de alternativa a ese mismo Gobierno.
Crisis de gobierno o crisis de poder
Aplicado al caso actual de Espa?a, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ de no poder presentarse una alternativa de la Oposici¨®n, ya que ¨¦sa est¨¢ tan comprometida con el programa actual del Gobierno como el propio partido mayoritario? Simplemente que se abrir¨¢ una crisis de poder, algo totalmente distinto a una simple crisis de Gobierno.En efecto, cuando existe una alternativa con planteamientos cr¨ªticos y hombres para llevar a cabo esa otra pol¨ªtica, existe la posibilidad de escoger entre dos o m¨¢s programas y equipos de gobierno de recambio. La presencia de una o varias alternativas es la libertad pol¨ªtica. Libertad no s¨®lo frente a unos posibles despotismos de un grupo, sino m¨¢s a¨²n, porque simplemente permite el cambio. No condena a quedarse en el Poder a aquellos hombres cuyos programas han perdido la confianza popular y permite as¨ª que exista la dial¨¦ctica necesaria a toda evoluci¨®n democr¨¢tica.
Cuando no existe siquiera la posibilidad t¨¦cnica del cambio, lo que pudiera ocurrir en el caso de fracasar la actual pol¨ªtica del Gobierno, precisamente porque en ¨¦l est¨¢n comprometidos de hecho, solidariamente, todos los grupos pol¨ªticos parlamentarios, es evidente que no habr¨¢ simple crisis de Gobierno, sino algo mucho m¨¢s grave: una crisis de poder o crisis del sistema pol¨ªtico democr¨¢tico entero.
Sirva lo anterior para subrayar el peligro de un Gobierno democr¨¢tico que pretende absorber la Oposici¨®n en su seno y comprometerla con su propio programa, rompiendo as¨ª la necesaria dial¨¦ctica Poder- Oposici¨®n. En caso de fracaso, es la crisis de poder, con todas sus consecuencias. En caso de ¨¦xito es la muerte de la democracia por su reducci¨®n a una nueva clase dirigente en el Poder. Ser¨ªa la reedici¨®n, con vestimenta democr¨¢tica, de la f¨®rmula de ?pluralismo dentro del Movimiento?.
Bipartidismo, soluci¨®n deseable o necesaria
Evitar que la Oposici¨®n se encuentre comprometida con el programa del Gobierno se puede conseguir de dosmodos complementarios. Por una evoluci¨®n interna de los partidos pol¨ªticos que evite la tendencia natural de los estados mayores a ?repartirse el pastel? con los representantes del Poder. Por una consciente y voluntaria separaci¨®n, de parte de la Oposici¨®n y de parte de la mayor¨ªa, de todo compromiso que altere o elimine la dial¨¦ctica democr¨¢tica.Esta separaci¨®n mayor¨ªa-Oposici¨®n es, adem¨¢s, una absoluta necesidad pr¨¢ctica. Por mucho que se haya podido admirar la extrema prudencia de la izquierda espa?ola y la gran habilidad del Gobierno para no provocarla hacia actitudes radicalizadas, no debe ni puede eternamente verse esta izquierda implicada en el juego de la mayor¨ªa, si s¨®lo fuera por el grave riesgo de ver sus bases separarse de la direcci¨®n del partido.
El despegue de las bases populares de los partidos de izquierda es un peligro real. El exceso de compromiso de los estados mayores de estos partidos con el Poder establecido puede incluso llegar a darles una imagen de complicidad, a la larga y por reacci¨®n obligarles a un distanciamiento marcado, cuando no antag¨®nico, con la mayor¨ªa gobernante. Conviene comprender que el distanciamiento necesario para la dial¨¦ctica es necesario pol¨ªticamente, pero se tiene que plasmar en t¨¦rminos no antag¨®nicos y, por ello, realizarse a tiempo.
Asistimos, quiz¨¢s, hoy d¨ªa a este fen¨®meno de distanciamiento, asistimos al nacimiento de lo que pudiera ser un bipartidismo, imperfecto, cierto, pero quiz¨¢s inevitable, o incluso deseable, si se quiere abrir la v¨ªa democr¨¢tica.
El ideal democr¨¢tico no es el bipartidismo, es el pluripartidismo. El ciudadano no es simplemente de derechas o de izquierdas. Quiere adherirse a una concepci¨®n concreta de la izquierda: comunista, socialista-marxista, socialista de autogesti¨®n o carlista, social-dem¨®crata. O, al contrario, a una concepci¨®n concreta, no-socialista: la liberal democr¨¢tica, la tecnocr¨¢tica, franquista o simplemente una opci¨®n reaccionaria. Solamente la existencia clara en el Parlamento de esta pluralidad de tendencias permite que ¨¦ste sea unarepresentaci¨®n nacional, un reflejo democr¨¢tico de la realidad social. Solamente este pluralismo realista permite evitar a la larga las bipolarizaciones antag¨®nicas derecha-izquierda. El bipartidismo no es la soluci¨®n ideal para ma?ana, pero hoy por lo menos pudiera permitir romper algo a¨²n m¨¢s peligroso, el pactismo de hecho y antidemocr¨¢tico de todas las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias con el Poder. Si bien hoy existe debate parlamentario, es un debate perif¨¦rico, no esencial. Lo esencial est¨¢ ah¨ª, ya pactado de antemano y fuera del Parlamento. La ?pluralidad dentro del Movimiento?, incluso revestida de democracia, es inadmisible precisamente para construir la democracia.
Por todo lo anterior el restablecimiento de una dial¨¦ctica partidos en el Gobierno, y Oposici¨®n fuera de ¨¦l, es lo que permitir¨¢ al menos establecer un sistema con alternativa de gobierno evitando la crisis de poder. Permitir¨¢ incluso ser el paso previo a un pluralismo que m¨¢s adelante permita al pueblo escoger otra opci¨®n que la de izquierda o la de derecha. Simplificaci¨®n ¨²til en algunos momentos quiz¨¢s, pero peligrosa a la larga para la democracia e incluso para la paz.
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