No hubo toreros para los serios y emumados toros de Cuadri
Una corrida excelente, para recreo de aficionados verdaderos, por el inter¨¦s de su comportamiento: los toros de Cuadri, impecables de presencia, cuajo y seriedad, codiciosos desde que saltaban a la arena, constituyeron, por s¨ª solos, un gran espect¨¢culo, que dio variedad y autenticidad al festejo.Una vez m¨¢s, el toro. D¨ªa a d¨ªa, y no hay excepciones que valgan, el toro se reafirma como clave de la fiesta. Los m¨¦ritos de los toreros fueron ayer m¨¢s m¨¦ritos porque la casta y a veces tambi¨¦n el genio de las reses pon¨ªan el contrapunto de la emoci¨®n en cada embestida. Pero, a su vez, los dem¨¦ritos fueron tambi¨¦n m¨¢s dem¨¦ritos, porque la bravura y la nobleza de todos y cada uno de los cuadri -viaje largo y repetido en cada arrancada- brind¨® a los espadas un triunfo sonado que, sin embargo, no lleg¨® a producirse.
Plaza de Valencia
Primera corrida fallera. Toros de Celestino Cuadri, muy bien presentados, serios, con casta, bravura y nobleza. Paco Alcalde: bajonazo. la presidencia le perdon¨® un aviso (divisi¨®n de opiniones y saludos). Estocada a paso de banderillas, Aviso (petici¨®n de oreja y dos vueltas al ruedo con protestas). Armillita Chico: pinchazo, estocada ca¨ªda y seis descabellos (silencio). Dos pinchazos (aviso), otro pinchazo, estocada ca¨ªda y cinco descabellos (silencio). Jos¨¦ Luis Palomar: estocada corta ligeramente atravesada, a volapi¨¦ puro (silencio). Estocada que asoma por un brazuelo, media perpendicular contraria y descabello (palmas).Al finalizar el pase¨ªllo se guard¨® un minuto de silencio por la muerte del espont¨¢neo Miguel Parra, ocurrida en la ma?ana de ayer.
Las faenas quedaron a medias. No digamos las de Paco Alcalde, interminables y sin ning¨²n inter¨¦s, con todos los trucos que ya son conocidos en este torero lo del pico, lo de citar fuera de cacho, lo de los circulares, lo de irse al rabo, lo de ponerse de rodillas despu¨¦s de que pasaron los pitones, lo de alborotar a la clientela de sol, etc¨¦tera, y, por su puesto, sin ning¨²n asomo de calidad, de madurez, lo cual no ser¨ªa demasiado pedir a quien es veterano en el oficio. Puede que sea un caso perdido. Pero lo que resulta alarmante es que en Armillita Chico y Jos¨¦ Luis Palomar quedaran tambi¨¦n a medias, cuando ellos son, o eran, parte importante de la esperanza de que las figuras de siempre tengan, al fin, relevo. Y lo cierto es que no podr¨ªa decirse de ellos que estuvieron mal. Antes al contrario, dejaron muestra de buenos detalles, como pueden ser la impecable t¨¦cnica muletera del mexicano y la voluntad de Palomar, empe?ado en hacer el toreo de capa variado e intervenir en todos los quites. Pero, adem¨¢s de esto, cuando un torero est¨¢ en ese punto de equilibrio inestable en el que se puede ser todo o nada en la profesi¨®n, hay que vibrar, hay que entregarse, hay que traducir t¨¦cnica, habilidad y empe?o, en mando sobre el toro y sobre la plaza entera. Y esto les falt¨® a ambos. Armillita, que sufri¨® una voltereta tremenda en su primero, demostr¨® su casta al incorporarse sin nervios, sin dar importancia al percance. Cuando volvi¨® la cara del toro instrument¨® unas series de naturales impecables de ligaz¨®n y temple, abrochadas con magn¨ªficos pases de pecho o con un recorte echando abajo la muleta en la posici¨®n del natural, que era una filigrana. Les falt¨®, no obstante, la gracia, la entrega, el picante -que dir¨¢n los taurinos-, y otro tanto le ocurri¨® en el quinto, uno de los mejores de la tarde dentro del alto nivel de nobleza que ya hemos apuntado, al que hizo una faena de cientos de muletazos, acogidos por el p¨²blico con absoluta frialdad. No ten¨ªan arte.
Palomar estuvo habilidoso con el tercero, al que, en realidad, no pudo someter porque la codicia de la res hac¨ªa que se le viniera encima al remate de cada suerte, pero supli¨® con vista y serenidad la falta de mando, y as¨ª consigui¨® redondear una faenita decorosa, que rubric¨® muy bien con la espada. Al sexto, en cambio, no lo entendi¨® en absoluto: plante¨® la pelea en las cercan¨ªas de tablas, donde el toro se le q9edaba, y cuando quiso rectificar y lo llev¨® a los medios ya no ten¨ªa pases. Se afligi¨® entonces el torero y, por a?adidura, mat¨® mal.
Los tres diestros banderillearon a sus toros. En el primero y en el sexto se cedieron los palos. Alcalde fue, de los tres, el m¨¢s seguro y el m¨¢s brillante, lo cual da la medida de c¨®mo pudieron estar los otros dos. Armillita fracas¨® en este tercio, a pesar de que aguant¨® dos arrancadas tremendas del quinto en sendos pares de dentro afuera. Palomar no estuvo mucho mejor; ni un poco mejor, tan siquiera, estuvo. Armillita y Palomar anduvieron as¨ª, as¨ª de vulgarcitos: ?vaya dos candidatos a sustitutos de Palomo para la corrida de ma?ana!
Falleci¨® el espont¨¢neo Miguel Parra
Por otra parte, hay que registrar la noticia del fallecimiento de Miguel Parra Medina, el maletilla que intent¨® arrojarse al ruedo en la corrida del martes, primera de la feria. Miguel Parra se lanz¨® desde el tendido al ruedo, pero calcul¨® mal y se dio un terrible golpe en las tablas; fue trasladado al Hospital Provincial, con fractura hep¨¢tica. Falleci¨® en la ma?ana de ayer.
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