El Atl¨¦tico volvi¨® a sufrir para ganar por la m¨ªnima
Faltar¨ªa m¨¢s. El Atl¨¦tico de Madrid volvi¨® a las andadas y gan¨® por el tradicional 2- 1- de esta temporada, con angustias y... de milagro. Concretamente, gracias al milagro de un gol un tanto embarullado y dudoso a cargo de un defensa, Pereira, cuando dos delanteros hab¨ªan sido ya sustituidos -Aguilar y Cano- y los que estaban en el campo se mostraban tan impotentes cara al gol como sus predecesores. El Atl¨¦tico, que jug¨® sin orden ni concierto, una vez m¨¢s pudo salvarse anteriormente de las angustias m¨¢s tempranas, hasta el empate canario en el minuto 65, por el gol de Ayala, conseguido en jugada individual. El Las Palmas ech¨® enormemente de menos al lesionado Morete, pues al igual que en la eliminatoria de Copa, pudo haber dado la victoria a su equipo.La angustia rond¨® otra vez por el Manzanares, que ya debe estar curado de espantos y de que las mayores ventajas rojiblancas al principio de los partidos no garanticen nunca que vaya a ganar o pasar el trance con alguna tranquilidad. El domingo, ante un equipo canario muy a la defensiva, con un poblado centro de campo, y sin su hombre-punta fundamental, Morete, el Atl¨¦tico tuvo otro problema: el equipo se dividi¨® en dos bloques; los que jugaron bien, cumpliendo a secas, y los que lo hicieron rematadamente mal, como para entorpecer cualquier acierto de sus compa?eros.
Tras el gol temprano de Ayala, magn¨ªfico, pero sorprendente y fruto de su inspiraci¨®n particular, al no tener a qui¨¦n pasar, el partido se puso de un aburrido insoportable. Entre los fallos rojiblancos y las pocas aspiraciones canarias, sorprendidas con el gol, aquello volvi¨® a recordamos lo olvidado que est¨¢ -habr¨ªa que decir ya, enfadado- el f¨²tbol con Madrid. Balones a las nubes, continuo descontrol, ni: una sola ocasi¨®n de gol, ausencia total de juego -ligado... Cualquier parecido de lo visto en el campo con f¨²tbol, pura coincidencia. Aguilar, Cano y Leivinha, especialmente, rivalizaron en deshacer los intentos de un Marcial con ganas y superior a Noly o de un Ayala que se permiti¨® el lujo de anular a Brindisi y apoyar el inexistente ataque. S¨®lo Rubio incordi¨® algo, pero ¨¦l solo da siempre la sensaci¨®n de no levantar m¨¢s que ?momentitos? de un partido.
La entrada de Bermejo por Aguilar no solucion¨® nada. La de Alberto por Cano, ya en la segunda parte, s¨ª. Al menos ?ech¨®? a Leivinha al lugar de Cano, es decir, a no hacer nada en el centro de? ataque y dio m¨¢s consistencia a un centro de campo casi inexistente anteriormente. Marcial tambi¨¦n se hab¨ªa encontrado solo en ¨¦l, ¨²nicamente ayudado por Ayala. Ni Leivinha, marcado c¨®modamente, ante sus fallos, por, F¨¦lix, ni Cap¨®n, que al emparejarse con Jorge, vigil¨¢ndole de lejos, no jug¨® de defensa, ni de centrocampista, ni se fue al ataque, o sea que no jug¨® de nada, funcionaron.
El Las Palmas, simplemente con un -centro de campo poblado y con una defensa segura favorecida, adem¨¢s, por la ineficacia atacante rival, trajo en jaque al Atl¨¦tico e incluso alcanz¨® el empate roto inicialmente por Ayala. Cinco minutos antes de su gol, otro, saque de falta a cargo de Brindisi fue rematado por Noly junto al poste izquierdo. Hab¨ªa sido el aviso de que los canarios, sin su hombre punta y goleador, Morete, pod¨ªan hacer daf¨ªo a un Atl¨¦tico otra vez sin rumbo.
Lo curioso del caso es que el tanto de Maciel vino poco despu¨¦s de la sustituci¨®n de Cano por Alberto y pudo pensarse entonces en qui¨¦n iba a marcar el imprescindible gol victorioso. Pereira, lanzado al ataque como suele ser habitual en las situaciones desesperadas atl¨¦ticas, fue el salvador. El gol result¨® un compendio de embarullamientos, pero como el ¨¢rbitro no vio nada punible, o no quiso verlo para no complicarse la vida, el cuadro rojiblanco pudo sentirse satisfecho de haber sido menos ?pupas? esta vez.
De cualquier forma, justo es reconocerlo, esa mayor consistencia del centro del campo al contar con Alberto, supuso que las angustias previsibles en los ¨²ltimos veinte minutos, por la l¨®gica b¨²squeda del empate a cargo del Las Palmas, fuesen menos angustias que de costumbre. Adem¨¢s, Brindis?, siempre bien marcado por un Ayala, que al fin ha encontrado su posici¨®n ideal como marcador de hombres clave, no tuvo ni en Maciel, ni mucho menos en el mediocre Rivero -aunque desatendido- el ?Morete? para los goles cl¨¢sicos de la pareja al contraataque. El Atl¨¦tico, en cambio, pudo marcar alg¨²n gol m¨¢s en ocasiones de Marcial y Leivinha. Desde luego, hubiese sido injusto, porque no se vio m¨¢s diferencia entre ambos equipos que la m¨ªnima y, para ser m¨¢s exactos, la del 1-0 de Ayala, pues tampoco existieron ocasiones de gol. El partido de turno en Madrid, aparte de malo, fue en esta ocasi¨®n de un aburrimiento casi total. Se riz¨® el rizo, vamos.
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