El lanzamiento de los pol¨ªticos
Ayer aprend¨ª una frase muy acertada de Camb¨®. En su libro sobre las dictaduras el pol¨ªtico catal¨¢n dej¨® dicho algo as¨ª como: ? Suprimid durante un tiempo los teatros, y cu¨¢ndo los abr¨¢is otra vez, no encontrar¨¦is actores.? Parece que el general Franco m¨¢s de una vez ha dicho a alg¨²n interlocutor a quien le preocupaba la cosa p¨²blica: ?Haga usted como yo: no se meta en pol¨ªtica.? En efecto, faltan pol¨ªticos. Los que en Espa?a saben m¨¢s -no dir¨¦ nombres: no son muchos- son los que hab¨ªan comenzado su carrera antes de la guerra, y ya no son j¨®venes. En muchas ocasiones, en el dif¨ªcil tiempo pasado, el or¨¢culo era -?qui¨¦n lo hubiera imaginado en el pol¨ªtico de 1933?- el art¨ªculo de prensa de don Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles.La frase que encabeza este articulo la o¨ª en la conferencia que pronunci¨® en el Club Siglo XXI un diputado de UCD, consejero del presidente, Arturo Moya Moreno. Fue esta conferencia una exposici¨®n razonable de la necesidad de un gran partido, y precisamente de un partido de centro.
En el mundo actual, en los, pa¨ªses que llamamos occidentales, el centro parece el lugar m¨¢s seguro y codiciado por una mayor¨ªa de pol¨ªticos y acaso de electores. Desde pol¨ªticos derechistas que con ep¨ªtetos como ?civilizados? y ?modernos? se ponen a tono con lo que parece una exigencia de las masas pr¨®speras y ansiosas de vida c¨®moda y segura, hasta dirigentes izquierdistas que aten¨²an lo demasiado leninista en sus programas o sue?an con las posibilidades que llaman ?autogestionarias?, con miedo razonable a tener que dirigir de verdad, li¨¢ndose la manta a la cabeza, la compleja econom¨ªa capitalista del mundo consumista.
Arturo Moya defend¨ªa la necesidad de un partido de centro, un partido con las consignas de cultura para el pueblo todo, y justicia y solidaridad en las relaciones sociales y econ¨®micas.
Cuando despu¨¦s se defin¨ªa Arturo Moya en contra del bipartidismo, parec¨ªa que imaginaba su Centro Democr¨¢tico, su partido de la cultura, la justicia y la solidaridad, flanqueado por otros partidos a la derecha y a la izquierda, menos equilibrados en la dosificaci¨®n de estos ingredientes. Tendr¨ªamos en su deseo un panorama pol¨ªtico en el que justamente ese gran partido que se busca ser¨ªa no s¨®lo el fiel de la balanza entre la derecha y la izquierda, sino el que por fin nos dar¨ªa eso que en vano se ha prometido varias veces: el que supiese construir un Estado eficiente, el que pusiera a nuestro pa¨ªs fuera de las presiones inmisericordes de los unos y de los otros, del capital internacional y de los grandes poderes internos de la econom¨ªa, de fuerzas que no necesitamos enumerar aqu¨ª, porque est¨¢n en la mente de todos, que fueron hasta el fin s¨®lido cimiento del franquismo, y que s¨®lo se descompusieron y desequilibraron por efecto de los grandes cambios econ¨®micos, sociales, religiosos, etc¨¦tera, que han ocurrido en el mundo.
La muy interesante y bien ponderada conferencia de Arturo Moya era tan convincente en cuanto a la necesidad de un gran partido de centro, como poco convencida de que ya se hubiera llegado a ¨¦l.
El Centro de Su¨¢rez, del admirable presidente Su¨¢rez, que hay que reconocer ha conducido la democratizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs con incre¨ªble resoluci¨®n y habilidad (no hay sino recordar el nerviosismo y la tensi¨®n de la anterior etapa Arias Navarro), parece ahora m¨¢s preocupado de delimitar sus l¨ªneas a la izquierda, que a la derecha. Dec¨ªa muy bien Arturo Moya que, justamente ahora, la acentuaci¨®n de los principios marxistas ortodoxos en el programa de unificaci¨®n del PSOE con el partido de Tierno Galv¨¢n lleva a los socialistas hacia la izquierda. Yo creo que, por lo mismo, un centro tambi¨¦n bien delimitado frente a las derechas podr¨ªa aspirar a recoger muchos electores que, sin duda, encuentran inadecuado ese no muy real ?obrero? que figura en tercer lugar en las siglas de la veterana organizaci¨®n que fundara Pablo Iglesias.
Pero lo que yo no ve¨ªa claro en la conferencia de Arturo Moya es una delimitaci¨®n clara hacia la derecha. Dir¨ªase que la UCD cuenta a¨²n con una clientela que la apoy¨® en las elecciones de junio pasado, y no se decide a prescindir de ninguna fracci¨®n de ella. Yo no entiendo mucho de pol¨ªtica electoral, lo confieso, pero encuentro que el centro que ped¨ªa Arturo Moya no queda suficientemente diferenciado de la derecha. En esa forma, al no querer perder votos por la derecha, esos votos que no fueron para Alianza Popular, esos votos que no apoyaron a un partido definidamente confesional cat¨®lico, renuncia a ganar votos por la izquierda: esos votos que querr¨ªan un Estado independiente frente a las grandes fuerzas del dinero, que quieren justicia y solidaridad y que no olvidan que en el atraso cultural de Espa?a la Iglesia ha tenido durante varios siglos una responsabilidad innegable. Esos votos exigentes e ilustrados tampoco creen en las virtudes taumat¨²rgicas del marxismo, y si no encuentran un centro de verdad, bien separado de la derecha de siempre, se van a quedar hu¨¦rfanos, mientras no encuentran su lugar a la izquierda del Centro de Arturo Moya. Elegir¨¦ dos puntos en los que el partido gobernante se ve demasiado sujeto o siervo de la derecha de siempre: la pol¨ªtica educativa y la pol¨ªtica econ¨®mica.
El hecho es que, en cuanto a la primera, en las discusiones en las Cortes la UCD ha tornado bajo sus alas a los colegios ?privados?, y no s¨®lo defendiendo la existencia de colegios privados a gusto de los padres, sino favoreciendo que estos colegios ?privados? sean sostenidos con fondos p¨²blicos. Parece como si lo ¨²nico importante que tuviera la Iglesia fueran los colegios de segunda ense?anza, que la verdad es que han sido siempre bastante malos. Esta pol¨ªtica de colegios privados no ser¨ªa sino la acentuaci¨®n de la pol¨ªtica franquista, y no corresponde en modo alguno a un partido que se llame de centro ni que inscriba el postulado ?cultura? en el programa que se nos rebozaba en la conferencia.
En el segundo punto, la pol¨ªtica econ¨®mica, parece que se hab¨ªa simbolizado en el ministro Fuentes Quintana la voluntad de una mayor justicia distributiva; ¨¦l hab¨ªa levantado la bandera del pacto de la Moncloa y de la reforma fiscal, y con su ca¨ªda nos encontramos envueltos en una ambig¨¹edad. Los se?ores del dinero y de la Bolsa parece que siguen apretando a¨²n despu¨¦s de tener en uno de los Ministerios econ¨®micos al jefe de la patronal. ?Es que el cambio en estos ministerios significa la ruina de todas las ilusiones que hab¨ªa despertado en mucha gente la idea de que pod¨ªa existir una parte civilizada en la derecha econ¨®mica que supiera compartir un poco mejor y se resignara a pagar impuestos como en los pa¨ªses civilizados?
Si el partido del centro se define claramente frente a la izquierda pero se difumina hacia la derecha, buscando electores rutinarios, nada cr¨ªticos, viejos acomodados del franquismo, ?no servir¨¢ entonces a la peligrosa polarizaci¨®n, que inteligentemente tem¨ªa Arturo Moya, de una pol¨ªtica sin centro?
Yo no s¨¦ nada de pol¨ªtica electoral, no me atrevo por eso a aconsejar a nadie, y menos a quien seguramente sabe m¨¢s que yo, pero si querr¨ªa contribuir a ayudar a los pol¨ªticos que se ejercitan y educan en el dif¨ªcil teatro que se ha reabierto. Y quisiera hacerlo expresando mi confianza en los pol¨ªticos, no incurriendo en el vicio corriente de insultarlos, como si los que ahora se encuentran metidos en la dura carrera de la pol¨ªtica tuvieran mayor culpa de nuestra dif¨ªcil situaci¨®n que quienes desde las p¨¢ginas de un peri¨®dico se dedican a hablar mal de ellos y hacerle perder esperanzas a la gente.
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