Socialismo, ?es o no es libertad?
Profesor de Estructuras en la facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la UPS de Madrid
Desde ?Tribuna libre? (EL PA?S, jueves 16 de marzo de 1978) le ha parecido ?oportuno? a Gregorio Peces-Barba ?se?alar las conexiones entre socialismo y libertad?. M¨¢s a¨²n, ?justificar la profunda verdad del lema del PSOE socialismo es libertad?, que pretende ir mucho m¨¢s lejos y m¨¢s hondo.
Sin duda, el motivo decisivo para emprender esta justificaci¨®n surgi¨® de las diversas respuestas escritas que el alarmante documento para la unidad PSOE-PSP ha provocado.
Pero el nuevo texto justificativo de que ?socialismo es libertad? requiere una vez m¨¢s contestaci¨®n directa, no tanto para entablar ya una pol¨¦mica, cuanto para que lo m¨¢s esencial del tema de la libertad no quede marginado y sin mencionar siquiera.
A tres ¨®rdenes de argumentos pueden reducirse los que el autor aduce y combina en defensa de su tesis:
- Un primer orden, de enfoque m¨¢s hist¨®rico, rechaza el ?monopolio que los sectores liberales hacen del concepto de libertad...? y afirma que, aunque hist¨®ricamente ?debemos reconocer que la idea de libertad pol¨ªtica surge por imperativo de la burgues¨ªa ascendente... y de la filosof¨ªa liberal, es objetivo tambi¨¦n se?alar que su desarrollo se queda a medio camino por su oposici¨®n a la incorporaci¨®n a sus beneficios y, por consiguiente, a la participaci¨®n pol¨ªtica, de la clase trabajadora?.
Ser¨ªa muy interesante y luminoso profundizar en c¨®mo no fue el liberalismo como filosof¨ªa ni como verdadera pol¨ªtica, sino determinados ?mecanismos menos liberales?, los que en plena euforia de revoluci¨®n y emergencia llevaron a desconocer ciertos derechos y a adulterar algunas posturas. Pero no es esta profundizaci¨®n en la din¨¢mica hist¨®rica lo que hoy me ha invitado a tomar la pluma: es suficiente aqu¨ª el contexto en que se alude a La¨ªn Entralgo (el liberalismo a la defensiva y el socialismo totalitario que pretend¨ªa construir la igualdad desde el poder, destruyendo la libertad pol¨ªtica y los derechos fundamentales porque eran de origen liberal). Y es suficiente, sobre todo, la noble afirmaci¨®n de Peces-Barba que opon firmeza proclama: ?Todos, y tambi¨¦n los socialistas, tenemos que hacer autocr¨ªtica por los an¨¢lisis de aquellos tiempos? (afirmaci¨®n que hago propia y que me permite extender a todo el conjunto de actitudes hist¨®ricas, incluidas las del siglo XIX y comienzos del XX).
- Un segundo orden de argumentos presenta textos de autoridades y autores del socialismo espa?ol, que subrayan que el socialismo hace suya la libertad, es libertad.
En m¨¢s de un p¨¢rrafo alude el autor a que ?la aceptaci¨®n de la libertad pol¨ªtica como camino para la construcci¨®n del socialismo es irreversible?, pero (vaya por delante el reconocimiento a la objetividad del diputado socialista) en todo el contexto aparecen clavadas como lanzas dos limitaciones que debilitan esta aserci¨®n hasta dejarla como exang¨¹e; en primer t¨¦rmino, limita el autor su proclamaci¨®n de que el socialismo asume la libertad de modo irreversible, matizando, cauteloso, ?por mi parte, pienso? que as¨ª es. No lo piensan as¨ª todos los socialistas, ?verdad? En segundo t¨¦rmino, se pregona en esa aseveraci¨®n doctrinal que se ha adoptado la libertad pol¨ªtica como camino para la construcci¨®n del socialismo. S¨®lo como camino.
Pero, ?por qu¨¦ no se afirma, con rotundez, que tambi¨¦n despu¨¦s de la construcci¨®n del socialismo (si la libre elecci¨®n de los votantes as¨ª lo hubiese decidido por mayor¨ªa favorable al socialismo) seguir¨¢ en vigor el libre juego de elecci¨®n pol¨ªtica y que, por tanto, se convocar¨¢n en su tiempo legal nuevas elecciones y que (si as¨ª lo decidiese la libre elecci¨®n de la mayor¨ªa) se devolver¨¢ el poder p¨²blico al sucesor leg¨ªtimo? ?O s¨®lo vale la irreversibilidad de aceptaci¨®n de la libertad pol¨ªtica mientras el socialismo la necesite como camino para conquistar leg¨ªtimamente el poder?
Se citan en el art¨ªculo desde la c¨¦lebre frase de Indalecio Prieto (en 1921) ?soy socialista a fuer de liberal?, escritos de Pablo Iglesias, Besteiro, Fernando de los R¨ªos e incluso de Largo Caballero, hasta los m¨¢s cercanos de nuestros d¨ªas, sin excluir al mismo Felipe Gonz¨¢lez.
En conjunto, se advierte que es cierto que se da una tendencia en el socialismo a acatar y propugnar los derechos humanos y, entre ellos, la libertad pol¨ªtica, pero no se disuelve la penetrante y primordial duda de si la libertad pol¨ªtica es s¨®lo camino recorrible hacia el socialismo, un camino destinado a convertirse en intransitable una vez que el socialismo haya pasado por ¨¦l. ?Volver¨¢ a crecer la hierba de la libertad pol¨ªtica donde el caballo de Atila del socialismo vencedor haya pisado?
- Un tercer orden de argumentos, el m¨¢s intr¨ªnseco y profundo, es decir, si son compatibles desde dentro socialismo y libertad, apenas se apunta en el escrito. Naturalmente, no nos referimos aqu¨ª al socialismo democr¨¢tico, como el alem¨¢n o el sueco, o el ingl¨¦s, que conquista el poder por votos libres y respeta escrupulosamente el turno del adversario pol¨ªtico: esa socialdemocracia s¨ª es libertad.
La duda, penetrante y primordial, se cimenta en la esencia misma del socialismo marxista.
Mientras Tierno Galv¨¢n anuncia que ya no quedan restos de socialdemocracia en el PSOE, no podemos menos de recoger aqu¨ª el crucial, esencial, insuperado conflicto te¨®rico y pr¨¢ctico que los autores y pol¨ªticos marxistas tienen planteado, desde la ra¨ªz, entre determinismo y libertad: son conscientes de que el binomio antag¨®nico determinismo-libertad no plantea s¨®lo una cuesti¨®n filos¨®fica o te¨®rica, sino que, conforme a la dial¨¦ctica marxista, debe trasvasarse y resolverse precisamente en la praxis social y pol¨ªtica.
Desde que Hegel defini¨® la libertad como ?comprensi¨®n de la necesidad ? -la libertad abstracta se hace concreta en su contacto con la necesidad- y Engels en el ?Anti-d¨¹ring? acepta que ?libertad no consiste en la ilusa independencia de las leyes de la naturaleza, sino en... poder actuar conforme a unos fines determinados...? y que ?cuanto m¨¢s libre es el juicio de un hombre en relaci¨®n con un determinado aspecto..., con tanta mayor necesidad estar¨¢ determinado el contenido de ese juicio?, poco han conseguido avanzar los autores y pol¨ªticos marxistas para superar la ant¨ªtesis necesidad-libertad.
Ni Plejanov, que acata ese ?descubrimiento brillante?, ni mucho menos Lenin, que escribe: S¨®lo la concepci¨®n determinista permite una valoraci¨®n estricta y correcta (de los actos humanos), al excluir que se atribuya a la voluntad libre, incluso el m¨ªnimo posible. La libertad de elecci¨®n, a?ade, es una ?f¨¢bula sin sentido?. Donde m¨¢s vigorosamente se agita el antagonismo entre libertad y determinismo es precisamente en el orden pol¨ªtico y social: ah¨ª las leyes end¨®genas de lo social determinan la ?I¨ªnea esencial de la evoluci¨®n de la sociedad?, aunque se rechace el fatalismo de rigor predecible en cada decisi¨®n individual.
Las acrobacias que realiza la Filosofskaja Enciclopedija de 1960 son sobrecogedoras.
Pero m¨¢s rico es a¨²n el testimonio de los autores punteros marxistas, que han manifestado su lamentaci¨®n y su insatisfacci¨®n por esa definici¨®n agobiante que tortura y mutila la libertad, la necesidad o ambas en el intento de compatibilizarlas. As¨ª Petrovich en 1965 y Ojzermann en 1966, que desde su marxismo se ven atosigados por la ingente contradicci¨®n insoluble incluso para la dial¨¦ctica. Ojzermann busca si libertad ser¨¢ ?el dominio pr¨¢ctico de la necesidad? o ?una propiedad esencial de toda acci¨®n humana orientada a un fin?. Davidovich (1963) quiere que la libertad sea la capacidad de convertir las causas objetivas en conscientes y ?concretamente en conducta humana? y as¨ª gradualmente, sensim sine sensu, se van aproximando al pensamiento occidental sobre la libertad. Sechenov y Pavlov se esfuerzan por compaginar la funci¨®n del cerebro (material) con el reflejo de la realidad objetiva en su interpretaci¨®n de los fen¨®menos ps¨ªquicos libres.
Foldesi quiz¨¢ sea el marxista m¨¢s congruente y consistente de estos ¨²ltimos a?os, pero precisamente porque en el fondo reduce la libertad a necesidad y se escapa de la apor¨ªa.
?Y para qu¨¦ citar m¨¢s?
El enfrentamiento entre marxismo y libertad arranca desde muy adentro de la concepci¨®n del hombre.
Y, evidentemente, se plasma y toma cuerpo social en la fina y profunda cuesti¨®n:
?Necesita el hombre, para ser libre a fondo, poder ejercitar la libertad de elecci¨®n, de expresi¨®n, de asociaci¨®n, de no asociaci¨®n en lo pol¨ªtico? ?Hasta el grado de decidir que un r¨¦gimen, no s¨®lo un gobierno, se sustituya por otro, incluido el caso de cambio de r¨¦gimen socialista marxista a democr¨¢tico, estilo occidental?
El socialismo marxista debe responder s¨ª -s¨®lo mientras se est¨¦ de camino hacia el socialismo- a la primera pregunta y no a la segunda. O no es marxista.
En una palabra, al socialismo marxista no le va la libertad, ni en la teor¨ªa ni en la praxis sociopol¨ªtica: en una y otra, la libertad que maneja es ?una sombra, una ficci¨®n...? Ese socialismo no es libertad m¨¢s que anal¨®gicamente y sin contenido pleno.
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