La gente sospecha de las terapias que desean ejercer poder sobre uno"
Carl Rogers, 76 a?os de vida y treinta de investigaci¨®n, ha creado toda una filosof¨ªa de ayuda, de apoyo al cliente, seg¨²n su terminolog¨ªa, a la persona que acude a las instituciones de ese apoyo: psiquiatr¨ªa, educaci¨®n... Su actitud al principio fue calificada de no-directivista por su negativa a dirigir en el sentido tradicional del t¨¦rmino. Pero posteriormente ¨¦l mismo abandon¨® el t¨¦rmino no-directividad. No se trata de dejar, seg¨²n ¨¦l, al otro abandonado a su suerte, inhibi¨¦ndose en la ayuda que necesita, sino de prestarle ese apoyo en un modo muy especial: centr¨¢ndose en sus necesidades reales, en sus posibilidades propias, y no en los esquemas ideol¨®gicos o prejuicios del m¨¦dico o profesor. Por eso prefiere ahora el t¨¦rmino de ?terap¨¦utica centrada en el cliente?.El m¨¦dico o profesor no debe ir, seg¨²n la metodolog¨ªa rogeriana, con ideas preconcebidas o actitud impositiva alguna; s¨®lo con fe en la vida, que se traduce en una fe concreta en el paciente o alumno. No es una terapia del silencio. ?Yo soy muy activo en la relaci¨®n con el otro -dice Carl Rogers a EL PAIS-. Mi papel es el de crear ciertas condiciones en esa relaci¨®n interpersonal, condiciones que suponen una forma muy especial de expresarme. La primera condici¨®n que tengo que crear es la de ser una persona real con el cliente, una persona congruente en mi relaci¨®n.? Quiz¨¢ esta primera condici¨®n del trabajo rogeriano diferencia su m¨¦todo del psicoan¨¢lisis, al menos tal como lo practican algunos de sus seguidores, aunque ciertamente no todos. ?El terapeuta no debe jugar un papel -nos dice-, sino ser una persona real, ser ¨¦l mismo.?
Relaci¨®n real
La segunda condici¨®n para el terapeuta, seg¨²n prosigue explicando, es ?que a m¨ª, de verdad, me importe el cliente. Es necesario que la otra persona sienta eso, que lo sepa?. La tercera condici¨®n es ?que yo tenga tanta empat¨ªa (corriente afectiva hacia el paciente) que pueda, de verdad, llegar a sentir y conocer lo que pasa dentro del mundo de la otra persona?.?Para poder hacer todo esto -prosigue- hay que estar muy activo. Supone un modo de escuchar muy activo y se convierte en un, modo de producir muchos cambios.?
Rogers escribi¨® que el veh¨ªculo, el instrumento, de la curaci¨®n del enfermo mental, por emplear una palabra no muy adecuada y conseguir el desarrollo o el m¨¢ximo aprendizaje del alumno, es la propia persona del terapeuta o profesor. La persona misma se convierte en el bistur¨ª de esa intervenci¨®n quir¨²rgica. Caben entonces tantas formas de psicoterapia o educaci¨®n como terapeutas o profesores existen. Las escuelas psicol¨®gicas o pedag¨®gicas vendr¨ªan a agrupar a esas personas en funci¨®n de ciertas afinidades ideol¨®gicas o metodol¨®gicas; pero, al final, lo importante en la intervenci¨®n terap¨¦utica o pedag¨®gica es la persona. Ah¨ª est¨¢ la esencia de todo tratamiento. La curaci¨®n entonces ser¨¢ tanto mejor cuanto m¨¢s uno mismo sea la persona del terapeuta.
?Yo creo que si de verdad estoy presente como persona cuando soy terapeuta -afirma Rogers- y de verdad quiero comprender que el ¨²nico fin de una relaci¨®n es entender y ayudar a la otra persona, la otra persona cambia. ?
Cambios profundos
El n¨²cleo com¨²n, la esencia, de la actitud en toda experiencia de apoyo siempre es la misma: ?Convencerse de que el individuo tiene dentro de s¨ª los recursos para cambiar, las condiciones necesarias.? Con ello se han logrado ¨¦xitos en los terrenos m¨¢s dif¨ªciles. ?En Wisconsin se han hecho experiencias con esquizofr¨¦nicos hospitalizados -nos informa Rogers-, y se comprueba que tambi¨¦n pueden. cambiar, y de hecho cambiaron. Pero el cambio fue relativamente peque?o comparado con el que vemos en individuos que no son psic¨®patas. Ha habido muchos casos en los que la persona ha cambiado dr¨¢sticamente en su matrimonio, en su profesi¨®n, en la l¨ªnea que llevaba su vida ... ?Sin embargo, aqu¨ª surge otra pregunta. ?Por qu¨¦ ese af¨¢n de cambiar a la persona, af¨¢n presente en todas las terapias, en todas las escuelas psicol¨®gicas o pedag¨®gicas? ?Cambiar para qu¨¦? ?Cambiar hacia qu¨¦? ?Llegar a actualizar las posibilidades que tenemos las personas humanas, ese es el cambio -responde Carl Rogers-. Esas personas llegan a poder asumir m¨¢s riesgos, realizar potencialidades que antes no sab¨ªan que ten¨ªan, desarrollar m¨¢s sus potencialidades.?
Rogers, revolucionario en el tratamiento de la persona necesitada de ayuda, ha influido profundamente sobre la psicolog¨ªa y la pedagog¨ªa modernas. Sin embargo, hay algo curioso, ¨¦l afirma: ?Nunca he creado una escuela para entrenar terapeutas. Las personas se est¨¢n entrenando en sitios distintos, de diversas maneras. Yo he querido evitar una escuela de entrenamiento. Creo que lo peor que le ha sucedido al psicoan¨¢lisis fue comenzar a tener institutos de entrenamiento con reglas cada vez m¨¢s r¨ªgidas. ?
Respecto a otra corriente del pensamiento actual, la antipsiquiatr¨ªa, ?no, s¨¦ el ambiente que habr¨¢ en Espa?a respecto a ella dice-, pero sospecho que si existe inter¨¦s y preocupaci¨®n por el tema ser¨¢ porque la gente est¨¢ naturalmente inclinada a la sospecha respecto a cualquiera que desee ejercer poder sobre uno. Creo que le es mucho m¨¢s aceptable al ser humano, en general, la relaci¨®n de igual a igual que la relaci¨®n de acudir a alguien, a una persona que ?me va a tratar?, ?me va a curar? o ?sabe m¨¢s de m¨ª de lo que yo s¨¦?... Creo que la psiquiatr¨ªa est¨¢ en una posici¨®n muy desafortunada, la de haber pensado que es un modo cient¨ªfico de curar a la gente?.
Hay cosas m¨¢s importantes en Rogers que la ciencia misma. El no comparte, al parecer, esa mitificaci¨®n actual de la actividad cient¨ªfica que lleva a convertirla en nueva religi¨®n cuando numerosas escuelas y metodolog¨ªas de inspiraci¨®n cient¨ªfica se convierten en fuente de seguridad personal frente a la angustia ante lo irrepetible de la propia experiencia. ?Es la de Rogers una experiencia cient¨ªfica? ?Yo la calificar¨ªa de experiencia personal -es su respuesta-, una experiencia personal que luego se ha podido validar cient¨ªficamente. ?
Aqu¨ª radica el n¨²cleo de la terap¨¦utica rogeriana, en su valoraci¨®n m¨¢xima de lo personal y lo interpersonal, sobre todas las construcciones ideol¨®gicas o metodol¨®gicas. ?La relaci¨®n terap¨¦utica es primariamente personal -afirma-. Luego se puede ver que los cambios que ocurren son el resultado de este tipo de actitud.?
Carl Rogers no quiere dar consejos, eso no va con su metodologia, con su actitud terap¨¦utica. Por eso tampoco corresponde pedirle una orientaci¨®n, sugerencias sobre la mejora en la calidad de vida en las relaciones de apoyo y ayuda mutua, sugerencias queen todo caso, habr¨ªan de ser no-directivistas. ?Yo, personalmente, encuentro -concluye- que, aunque tenga 76 a?os, sigo cambiando porque estoy abierto a nuevos pensamientos, nuevas ideas, nuevas maneras de ser. Me gusta mucho el hecho de tener una relaci¨®n muy buena con la juventud, con mucha gente joven, y aprendo mucho de ellos.?
??Si quiere usted tomar esto como sugerencia ... ??, dice riendo. Y, en efecto, no es una sugerencia, un consejo, ni una acci¨®n directivista. S¨®lo un testimonio personal no impuesto.
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