A los que matan polic¨ªas
El ser humano es el ¨²nico animal capaz de asombrarme. El resto de los seres vivos se mueven dentro del campo de la l¨®gica. Nuestra especie, no.Se supone que las sociedades humanas necesitan de alguien dedicado a hacer cumplir las normas que esas mismas sociedades han creado para su funcionamiento.
Ese alguien, polic¨ªa, act¨²a siempre de acuerdo con las directrices que recibe de los mandos pol¨ªticos del momento. Lo mismo ocurre con los otros grupos que de una u otra forma se encuentran ligados al servicio del Estado, incluso los ¨®rganos judiciales.
Est¨¢ claro que la gran masa de los componentes de los diversos cuerpos del Estado son proletarios.
Si analizamos, en concreto, los cuerpos policiales veremos que el ¨ªndice de proletarios es muy alto por no decir exclusivo. La mayor¨ªa de sus elementos proceden de las capas m¨¢s desafortunadas de la sociedad.
Nuestros pol¨ªcias uniformados, guardias civiles y polic¨ªas armados, provienen fundamentalmente del autoreclutamiento, sector agrario y construcci¨®n.
Su origen geogr¨¢fico ofrece pocas variaciones: las zonas m¨¢s subdesarrolladas del pa¨ªs.
Su salario actual es de unas 40.000 pesetas, pero hemos de tener en cuenta su baja edad de retiro: alrededor de los cincuenta a?os. Momento de gran desembolso para cualquier cabeza de familia. Teniendo en cuenta, adem¨¢s, que sus haberes pasivos apenas llegan a las 20.000 pesetas no nos extra?ar¨¢ demasiado que para seguir subsistiendo se acojan a los tan criticados ?destinos civiles?.
Despu¨¦s de esta exposici¨®n real y no demag¨®gica, ?qu¨¦ sentido tiene matarlos? y, sobre todo... ?qu¨¦ sentido tiene matarlos por el mero hecho de su profesi¨®n? ?Ser¨ªa l¨®gico culpar de los posibles peligros de una central nuclear a los alba?iles que la construyen?
Por una deformaci¨®n de sus funciones, de las que no es responsable en absoluto, el polic¨ªa es impopular. Cuando le matan, nadie se rasga las vestiduras. Ni siquiera el estamento del que vimos forma parte: el proletariado. Si muere, se producir¨¢ una vacante inmediatamente cubierta. Sin m¨¢s.
Pero... ?Qu¨¦ hace la clase pol¨ªtica y econ¨®mica dirigente cuando la muerte alcanza a uno de los suyos? Mueve todos los resortes a su alcance.
Despu¨¦s de la muerte de un polic¨ªa ?qu¨¦ queda?:
- Una familia rota y desamparada.
- Indignaci¨®n, temor e inseguridad en los que por esta vez se han librado de la ?caza?.
La estructura pol¨ªtica no se inmuta. Todo se reduce a unas indignadas declaraciones oficiales. Los motivos que condujeron a esa muerte seguir¨¢n existiendo.
Cada vez que muere un polic¨ªa, muere un proletario a quien tambi¨¦n beneficiar¨ªa una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s libre, m¨¢s... humana.
Capit¨¢n de Ingenieros
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