Alvarez de Miranda
Cuando empez¨® esto de la fiesta de ca?as -que es como llamaba don Felipe II a los toros- en la plaza partida del hemiciclo (ver aguafuertes de Goya sobre la suerte taurina a plaza partida), yo quise sacar un abono para todas las corridas de San Isidro, que no quer¨ªa perderme ning¨²n victorino de la democracia, con sus cuernas y cachicuernas, de modo que le ped¨ª un pase a Manu Leguineche, y otros por ah¨ª, pues no quer¨ªa ser zarandeado como C¨¢ndido a la puerta del Congreso (aunque todav¨ªa no se sabe si a C¨¢ndido le zarande¨® el polic¨ªa por no llevar pase o por estrenar su comedia, o sea el Don Tancredo).
Como Espa?a, que ya lo dec¨ªa Pem¨¢n -salud, don Jos¨¦ Mar¨ªa-, sigue siendo la rep¨²blica del amiguete, con democracia o con luceros, yo iba entrando de cara en los mi¨¦rcoles del Congreso, que no son los martes de Mallarm¨¦e, pero casi. Y mucho que se lo agradezco a guardias, polic¨ªas, uj ?eres y periodistas de servicio en la Casa, porque resulta que me conoc¨ªan por la cara, aunque ya dicen que una vez le advirti¨® Ortega a Cela, en la barra del Gij¨®n, a?os cuarenta (y seguramente la an¨¦cdota es mentira):
-Joven, ?no prefiere usted que le conozcan por su nombre a que le conozcan por su cara?
Por el nombre o por la cara, yo voy entrando en la fiesta de ca?as constituyentes, mal que bien, y en esto que me llama una ma?ana Alvarez de Miranda, o un mandado suyo, o sea al tel¨¦fono:
-Que el se?or Alvarez de Miranda tendr¨ªa mucho gusto en entregarle personalmente la credencial y que ya le avisaremos para que se pase por aqu¨ª una tarde.
No s¨¦ si dijeron credencial o acreditaci¨®n Ahora se dice mucho acreditaci¨®n. Yo, por lo mismo, prefiero credencial. Hombre, pues qu¨¦ amable el se?or Alvarez de Miranda, que s¨ª, d¨ªgale usted que s¨ª, cuando ¨¦l quiera, faltar¨ªa m¨¢s, que me avisen con tiempo, y voy y cuelgo. O sea que me qued¨¦ esperando dulcemente, comprendan ustedes, a m¨ª los pol¨ªticos nunca me han tomado en serio, dicen Emilio Romero y Ricardo de la Cierva -por lo visto, que yo no lo he le¨ªdo- que no entiendo de pol¨ªtica, y don Ricardo incluso me llama poeta insistentemente, lo cual que se lo agradezco, pero ya com prendo que va con segundas y quiere expulsar me de su rep¨²blica mon¨¢rquica y plat¨®nica como Plat¨®n expuls¨® de la suya a los aedas.
Fraga el ¨²nico, que me invita alguna vez lac¨®n con grelos. Yo me como el lac¨®n y le dejo los grelos. O Tierno Galv¨¢n, que me invita a helado con barquillos (Tierno los llama suplicatorios, y ¨¦l sabr¨¢ por qu¨¦). Uno, para los pol¨ªticos, debe ser una especie de Roc¨ªo Jurado sin Carrasco, porque ni miedo le tienen a mis pu?os, y Tamames y Morodo y as¨ª son los ¨²nico que me llevan a sus cenas, pero yo creo que como llevan a Mar¨ªa Cuadra, que tiene ojos de novilla, y yo ni siquiera tengo ojos de novilla, o s¨ª que tengo, pero con las gafas no se ve la novilla.
Una vez fui a Castell¨®, donde los rojos, a hacer una informaci¨®n, y Elordi, muy dicharachero, empez¨® a explicarme por el principio que hubo un se?or llamado Marx. Son tan ingeniosos. Todo esto viene a que me hac¨ªa a m¨ª ilusi¨®n, hombre, ser llamado personalmente por el se?or Alvarez de Miranda, presidente de la cosa, que no es se?or de muchas campanillas, como dir¨ªa alg¨²n compa?ero t¨®pico, sino de una sola campanilla, pero muy sonora y autoritaria, y entonces me puse a esperar la llamada, y as¨ª un d¨ªa y otro d¨ªa, un mes y otro mes pas¨®, y todos los d¨ªas me levanto dici¨¦ndome de hoy no pasa, seguro que me llama, seguro que me llama Alvarez de Miranda, pero luego nada, no me llama, y suena el aparato y pienso que va a ser ¨¦l y resulta que es B¨¢rbara Rey, lo cual que salgo ganando, ya me dir¨¢s, no hay color. Y B¨¢rbara me consuela un poco del olvido en que me tiene Miranda, mas pienso que toda la democracia espa?ola es as¨ª, una legitimaci¨®n por la cara (yo sigo entrando en el Congreso de cara, y los leones tranquilos), una cosa f¨¢ctica donde nadie se decide a legalizar nada. Mi credencial es como mi preautonom¨ªa, pero me est¨¢n dando un trato preauton¨®mico, una palmada y hale.
Ll¨¢meme ya, se?or Miranda, que me encuentro casi Tarradellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.