"Gr¨¢fica fant¨¢stica"
?Qui¨¦n duda ya de que los monstruos le rodean? El Otro tan lejano, un medio hostil, un universo, en fin, ajeno a toda comprensi¨®n. Nada hay tan fant¨¢stico como el mundo en que nos sumergimos, como la sospecha misma de que el orden que en ¨¦l creemos inamovible goza de una fragilidad que cualquier soplo quebranta. S¨®lo vemos a nuestro alrededor lo que all¨ª acertamos a leer, texto de un mundo que no reproduce sino nuestro propio texto. Y ese mundo que resulta de nuestro reflejo no merece m¨¢s confianza que aquella que tengamos a bien conceder a nuestra persona. Hubo un tiempo en que los hombres se creyeron constituidos por una raz¨®n, f¨¦rreamente asentada en un cuerpo que aprender¨ªa a ser d¨®cil. Pero mucho era el caudal que escapaba por los intersticios de esa red de seguridad. Hoy sabemos cu¨¢n dif¨ªcil es discernir, sin titubeo, entre el grano y la paja, entre el peso real de lo imaginario y una realidad que adivinamos en exceso te?ida, irremediablemente, por nuestro ensue?o. ?A qu¨¦ condenar, pues, como desvar¨ªo la representaci¨®n de nuestras quimeras, si quimeras son, al cabo, cuanto representamos?Las opciones fant¨¢sticas en nuestra pintura se remontan seguramente tan lejos como su propia historia. Desde cuanto a ello obliga la sumisi¨®n a la imaginer¨ªa religiosa hasta esa raz¨®n adormecida que satisfac¨ªa a un Goya, no podr¨ªamos olvidar los gustos pict¨®ricos de Felipe II o el manierismo esplendoroso de un Vald¨¦s Leal y de un Pereda. Dimos tambi¨¦n al palmar¨¦s surrealista algunos de sus mejores triunfos. No nos extra?e, pues, ver florecer a¨²n, entre nosotros, el gusto por aquello que una cabeza sensata quisiera arrojar al olvido con el despertar.
Gr¨¢fica fant¨¢stica
Galer¨ªa Ponce. Plaza Mayor, 23.
Bajo el t¨ªtulo de Gr¨¢fica fant¨¢stica, la geler¨ªa Ponce ha reunido una selecci¨®n de dibujos, grabados y litograf¨ªas de un buen n¨²mero de artistas entre cuantos han tenido que ver con el tema en las ¨²ltimas generaciones. Aqu¨ª el concepto de fant¨¢stico se toma en un sentido muy amplio. De lo contrario, no resultar¨ªa comprensible el encontrar reunidos en esta muestra a Lucio Mu?oz y Joan Pong, a Brinkmann y Gordillo. Se trata, m¨¢s bien, de un concepto que viene a abarcar a una figuraci¨®n que se aparta del mero realismo (aun en sus derivados expresionistas, intimistas o sociales). Se entender¨¢, pues, que, con una acepci¨®n tan vaga, son muchas las omisiones que, por derecho, bien podr¨ªan encontrarse aqu¨ª presentes. Ello resta coherencia, que no inter¨¦s, a un proyecto que obtendr¨ªa su justa medida si la selecci¨®n hubiera permanecido dentro de los l¨ªmites de esa amplia tendencia surrealizante que se desarroll¨® a finales de los sesenta y cuya figura indiscutible (esta muestra permite comprobarlo) sigue siendo ese excelente dibujante llamado Jos¨¦ Hern¨¢ndez.
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