Nuevo cine "cochon"
Este filme es como uno de esos viejos juguetes er¨®ticos que su realizador guarda en una famosa colecci¨®n; un tanto divertido, un poco tonto, un tanto tosco a la vez, aunque elaborado con maderas nobles, adornado con incrustaciones de lapisl¨¢zuli.Un filme cochon de anta?o se caracterizaba en primer lugar por su falta de argumento. Tan s¨®lo era preciso un a modo de esquema para incrustrar en ¨¦l los diversos n¨²meros que a lo largo de la an¨¦cdota iban jalonando con sus distintas perversiones el marat¨®n sexual prometido a los espectadores. En este tipo de escaladas hacia el ?m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa? es preciso reconocer que Borowczyk se lo ha puesto poco f¨¢cil a sus posibles ¨¦mulos. Su show final incluye en esta ocasi¨®n una bestia que no es precisamente el cisne de Leda, sino una especie de antropoide cuya anatom¨ªa generosamente prodigada viene m¨¢s que del ingenio de su creador, de las viejas historias picantes.
La bestia
Gui¨®n y direcci¨®n de Walerian Borowczyk. Sirpa Lane, Lisbeth Hummel, Elisabeth Kaza.Er¨®tico. Francia, 1976. Local de estreno: Galileo, Carlton, Concepci¨®n.
Borowczyk, cuyo arte no es cuesti¨®n de revelar ahora, lo ha puesto en esta ocasi¨®n al servicio de valores diferentes que en empe?os anteriores; en este caso siguiendo la moda y apuntando a metas comerciales. Esto que antes se llamaba pornograf¨ªa ahora quiz¨¢ reciba nombres diversos seg¨²n venga arropado por envolturas pseudoart¨ªsticas o pseudomitol¨®gicas, seg¨²n el sentido que cada realizador elija. Despu¨¦s de todo, el cine actual tiene cien coartadas distintas para tales casos, desde los filmes etnol¨®gicos hasta los de denuncia incluso, cien palabras distintas con que cubrir toda suerte de jadeos, sollozos y c¨®pulas.
Borowczyk se ha inventado para esta ocasi¨®n un cuento volteriano con claras referencias a sus relatos anteriores, sembrando sus exquisitos escenarios de personajes decadentes, caballos en celo, curas pederastas y arist¨®cratas s¨¢tiros. Como persona con sentido com¨²n, ha comprendido que las escenas de amor entre la bella aficionada al clavec¨ªn y la bestia del parque no pod¨ªan ofrecerse ni ser tomadas en serio, y as¨ª, ganando al espectador por la mano, le sirve en clave de humor su historia dentro de la tradici¨®n de los viejos cuentos procaces tan del gusto de nuestros libertinos bisabuelos. Su buen hacer, la esmerada fotograf¨ªa, la m¨²sica de Scarlatti, unas actrices f¨ªsicamente bien dotadas y unos buenos actores hacen el resto. L¨¢stima que los excesos de la bestia se prolonguen demasiado. Sin tanto detalle fisiol¨®gico quiz¨¢ hubiera conseguido un relato dentro de sus anteriores Cuentos inmorales. As¨ª queda, por encima de los valores rese?ados, como un alarde al uso a cargo de. especialistas en efectos er¨®tico-especiales.
Babelia
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