Lole y Manuel y los Montoya, un espect¨¢culo gitano
El mi¨¦rcoles pasado finalizaron en el teatro Lope de Vega, de Sevilla, la serie de representaciones que han venido ofreciendo Lole, Manuel y los Montoya.Hay artes que no s¨®lo han estado oprimidas por una represi¨®n f¨ªsica e indiscriminada, sino tambi¨¦n por la utilizaci¨®n y manipulaci¨®n que con ellas se han realizado. Dos de ellas se manifiestan, ante y sobre todo, a trav¨¦s de la m¨²sica y el baile: el jazz y el flamenco.
Lole y Manuel y la Familia Montoya se han propuesto con Nuevo D¨ªa realizar un espect¨¢culo gitano realizado por gitanos. No se trata de una reivindicaci¨®n literaturizada acerca del problema gitano y del despojo cultural que ha sufrido a lo largo de los siglos. Lo que se ofrec¨ªa en el teatro Lope de Vega era el testimonio de s¨ª mismos a trav¨¦s de un arte directo, espont¨¢neo, lleno de riqueza y de matices.
La primera parte del espect¨¢culo presenta a la Familia Montoya en un cuadro flamenco t¨ªpico, que no t¨®pico. La belleza que de ¨¦l emana no tiene nada que ver con c¨¢nones clasicistas, ideales y, por ello, ajenos a la realidad. Los Montoya, con la Negra a la cabeza, ofrecen la belleza de la acci¨®n, regida tanto por el coraz¨®n como por la cabeza. El cante y el baile surgen (como dice el poeta Manuel Flores desde un pat¨¦tico off) porque s¨ª, porque est¨¢n ah¨ª como el agua o el aire.
A continuaci¨®n, y sola en el escenario, surge Lole cantando su canci¨®n ¨¢rabe (Anta Oumri), a la que poco despu¨¦s se une Manuel, desarrollando juntos varios temas de sus elep¨¦s. La presencia de Lole en el escenario es m¨¢gica y el timbre de su voz, siempre a punto de romperse, pero llegando cada vez m¨¢s alto, inquietante y profundo.
Con ellos finaliza esta primera parte, tres cuartos de hora que pasan en un suspiro.
La segunda comienza y se desenvuelve en lo que quiere ser un campamento de gitanos canasteros. Est¨¢ bien el intento de teatralizar un cuadro, pero falla en cuanto a una coreograf¨ªa acabada.
El problema reside en que el campamento de gitanos figura m¨¢s como excusa que como argumento. En cierta manera, dar¨ªa lo mismo que aquello fuera un patio de Triana o una cueva del Sacromonte, es un escenario y poco m¨¢s. Lo m¨¢s positivo es que en dicho escenario los Montoya, Lole y Manuel y un canastero (cuya t¨¦cnica de cester¨ªa resultaba asombrosa) parec¨ªan encontrarse a gusto. Este hecho facilita el arte, pero en resumidas cuentas queda m¨¢s como ilustraci¨®n del mismo que como una b¨²squeda en profundidad.
Despu¨¦s de estas actuaciones Lole y Manuel visitar¨¢n Madrid y Barcelona en fechas no determinadas. Otro proyecto interesante ser¨¢ la realizaci¨®n de una pel¨ªcula dirigida por Celestino Coronado, ayudante de Lendsay Kemp, en Flowers, y director de varias pel¨ªculas, como Hamlet, y otra sobre la misma compa?¨ªa de Kemp. Se tratar¨ªa de un musical cuyos ejes centrales ser¨ªan Lole y Manuel y el tratamiento pl¨¢stico de entornos f¨ªsicos e hist¨®ricos, terreno en el que Celestino Coronado ha demostrado una capacidad poco com¨²n.
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